Por Eddie Ramírez,
22/05/2015
El teniente
retirado y presidente de la Asamblea Nacional no es valiente, no ha hecho
ningún sacrificio por el país y tampoco ha realizado un buen trabajo
institucional, como afirma la señora Gladys Gutiérrez, presidenta del Tribunal
Supremo de Justicia.
No es valiente,
porque se vale de su cargo para insultar, descalificar y hacer falsas
acusaciones en contra de dirigentes de la oposición a sabiendas de que ningún
tribunal aceptará una demanda en su contra por difamación. ¿Tendría la misma
“valentía” si estuviese en la oposición expuesto a que prosperen demandas en su
contra por calumniar a sus adversarios políticos?
No ha hecho ningún
sacrificio por el país, a menos que sea un secreto bien guardado. Tampoco ha
hecho un buen trabajo institucional, salvo que la presidenta del TSJ considere
que buen trabajo es silenciar a los diputados no afectos al régimen y permitir,
e incluso disfrutar, cuando sus correligionarios agreden físicamente a María
Corina y a Julio Borges.
Las acusaciones en
su contra no son inverosímiles, ni imposibles, como insiste la señora Gladys,
porque en este mundo muy pocas cosas son inverosímiles y casi todo es posible,
menos evitar morir.
En resumen, el
teniente Diosdado Cabello no es un angelito de “ojitos bellos”, como contaba el
difunto que le decían en la Academia Militar. Es un ser humano con muchos
defectos y quizá con algunas virtudes que todavía no conocemos.
Sin embargo,
tampoco es culpable de estar relacionado con el tráfico de drogas, ya que todo
el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Hasta ahora lo que
hay son rumores, ciertos o falsos, pero nadie tiene el derecho de señalarlo por
ese delito. La prensa del exterior ha publicado una información que solo
tribunales imparciales, desde luego no los de aquí, deben determinar si es o no
cierta. El Nacional, TalCual y La Patilla han
reproducido esos señalamientos, lo cual no es un delito. El problema de las
drogas es tan importante que amerita una investigación seria.
A Diosdado le
corresponde el derecho a réplica, el cual no ha ejercido, pero es un abuso de
poder intentar una demanda en contra de la prensa local por reproducir una
información. La misma solo está orientada a coartar la libertad de expresión.
Si es inocente, como debemos presumir, debería presentarse en Estados Unidos y
exigir pruebas a los periodistas que dieron la noticia. Si son informaciones
falsas debe exigir una aclaratoria pública y si se niegan entonces puede
demandarlos. Personalmente considero que, por ahora y mientras no se demuestre
lo contrario, es inocente de esas acusaciones, pero responsable de los abusos
de poder y de conducta inapropiada desde su cargo de presidente de la Asamblea.
Debería reflexionar sobre las falsas acusaciones que frecuentemente lanza
contra sus adversarios sin tener ninguna prueba. ¿Le están le están dando su
propia medicina o hay pruebas en su contra? No lo sabemos, pero es importante
que se aclare. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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