Miguel Méndez Rodulfo 29 de mayo de 2015
Refería José Luis Cordeiro, uno de los
principales abanderados de la dolarización en Venezuela, y factor de mucha
importancia en el cambio de moneda ocurrido en Ecuador, que casi ningún economista se mostrará
partidario de cambiar el signo monetario, porque su formación comprende el
estudio a profundidad de la política monetaria, y a que en el fondo todos veían
como el pináculo de su carrera llegar a la presidencia del BCV, luego no podían
ni imaginarse un proceso de dolarización en Venezuela. También agregaba el
autor de “La Segunda Muerte de Bolívar” que era menester quitarle la maquinita
de hacer dinero a los políticos, pues eso constituye un mecanismo de liberación
de la sociedad frente a la sujeción que el estamento político hace de ella.
Cordeiro iba más allá y planteaba que en un escenario de dolarización el BCV no
tendría que desaparecer, sino que se constituiría en un verdadero organismo
asesor de la economía, no solamente para el ejecutivo sino para la sociedad
toda. En todo caso, agregamos nosotros, que la oposición de los economistas
venezolanos a la dolarización ha sido de alguna manera tímida, sin el ímpetu y
la agresividad con la que adversaron la medida los economistas ecuatorianos en
su momento. Por cierto, que sería bueno saber que dirían hoy los entonces
presidente y vicepresidente del emisor ecuatoriano, luego de su frontal
oposición, vistos los logros de estos 15 años.
Miguel Dávila, ex gerente general del
Banco Central de Ecuador al momento de ocurrir la dolarización, hacía énfasis
en la necesidad de contar con una política fiscal muy bien planificada y
ejecutada, por cuanto al carecer el país del control de la política monetaria,
se debe ser muy responsable y muy conservador en el manejo de todos los asuntos
de finanzas públicas y en general de la economía del país. Al respecto opinamos
que: cuidar el gasto público, ordenar y controlar el sistema bancario,
estimular el crédito, establecer un sistema impositivo justo y eficaz, contener
y controlar la tendencia al endeudamiento público y privado, privilegiar las
inversiones productivas, fortalecer el tejido empresarial, promover la
competencia y estimular las exportaciones, es asunto crucial luego de
dolarizar. Por supuesto que hacer eficiente al Estado y sacarlo de todo rol que
corresponda al sector privado, acabar con la corrupción y el clientelismo
político, reducir su tamaño y convertirlo en regulador y estimulador, sería el
cambio deseado para generar confianza, atraer inversiones extranjeras y en
consecuencia embarcarnos en una ruta franca de desarrollo económico y social,
sostenible y sustentable.
Entre los principales beneficios de la
dolarización encontramos, nada más y nada menos que una reducción significativa
de la inflación en Venezuela (el mal de nuestros males); ésta se comportaría en
consonancia con la inflación de USA. En este punto es bueno detenernos en el
argumento muy socorrido de que no es viable por cuestiones de soberanía ceder
la política monetaria a la Reserva Federal. Como hemos visto, otros Estados en
América Latina lo han hecho, sin ningún menoscabo para su independencia
soberana. Además, de lo que se trata es de que haya un manejo monetario serio y
responsable, que se sustente en los criterios más avanzados de la academia, las
universidades, las instituciones, los estudiosos de la economía, así como de la
industria y los servicios; manejo que no hemos logrado en el país y que la Reserva
sí ha conseguido Nadie puede negar que
el sueño hoy de los venezolanos es tener una inflación de un dígito bajo, como
en los EEUU.
Otro beneficio de la dolarización es que
promueve la disminución de las tasas de interés; algo que da estabilidad a la
economía y estimula el crédito, además de que incrementa la competitividad de
los productos a ser exportados. Como si fuera poco, alienta la inversión
nacional y extranjera al eliminarse el riesgo cambiario, no hablemos de que
acaba con el dinero inorgánico.
Caracas, 29/05/2015
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