Por Mitzy Capriles
de Ledezma, 20/05/2015
En una nueva etapa
de nuestra gira internacional por la defensa de los derechos humanos en
Venezuela y la libertad de Antonio Ledezma, Leopoldo López, Daniel Ceballos y
demás presos políticos y estudiantes injustamente encarcelados, la pasada
semana nos reunimos en Washington con los senadores estadounidenses Bob Corker,
Marco Rubio y Robert Menéndez, quienes mostraron su amplia solidaridad por esta
cruzada que hemos emprendido a nivel mundial en defensa de las garantías
fundamentales en Venezuela.
Durante el
encuentro con los congresistas, y en compañía de Lilian Tintori de López,
expresé que la base para garantizar los Derechos Humanos de cada país, es la
Constitución.
Posteriormente, el
viernes, fui recibida por la Subsecretaria de Estado de Estados Unidos para
Latinoamérica, Roberta Jacobson, a quien expuse el caso de la arbitraria
detención del Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma y la manera en
que fue secuestrado, y por cuya libertad estoy luchando en diferentes partes
del mundo.
Mi esposo es un
símbolo de sacrificio por una causa que identifica a millones de venezolanos
quienes padecen las consecuencias de los errores del actual Gobierno al que
sancionaremos activando todos los mecanismos democráticos que nos ofrece la
Constitución Nacional, y siempre tomando los caminos cívicos como el que
tenemos más próximo, cuando participaremos en las elecciones parlamentarias. El
voto será el castigo que más les dolerá a quienes les han dado la espalda a los
ciudadanos. Será con millones de votos como sancionaremos a quienes han
fracasado al frente de la administración pública, sumiendo al país en una
tragedia económica y social que no tiene precedentes en la historia.
La ruta es
democrática y pacífica. El día de las elecciones madrugaremos, caminaremos a
realizar la protesta cívica más grande e histórica de Venezuela, y
sancionaremos a los culpables de la escasez, la corrupción y la inseguridad. En
definitiva, de todos estos problemas que sufrimos por igual las familias de
cualquier región del país.
En Venezuela no
dependemos del Estado de Derecho, sino del estado anímico de los gobernantes,
quienes manipulan a su antojo las leyes de la República, y, en tal sentido, las
sanciones contra el pueblo las aplica el propio régimen gobernante. La columna
vertebral de una Democracia son las instituciones. Si estas marchan bien, y si
funcionan correctamente, -tal como lo expresara el ex presidente español Felipe
González- también se desarrollará normalmente la vida de los ciudadanos.
Aquí son
sancionados con pena de muerte miles de personas víctimas de la inseguridad a
manos de mega bandas, sindicatos paralelos, grupos irregulares armados que
actúan con la mayor impunidad, incluso, desde los propios recintos
penitenciarios. Una de las tantas sanciones dolorosas para nuestro pueblo es
tener que pagar condena diariamente frente a un abasto, supermercado o
farmacia, tratando de conseguir alimentos y medicinas para sus parientes
enfermos. Los venezolanos estamos sancionados por un Gobierno que ha envilecido
el salario al extremo, y ejemplo de esto son los educadores, quienes devengan
hoy en día lo equivalente a menos de un dólar diario.
Contra Venezuela no
hay ningún bloqueo internacional, más bien tenemos que importar lo poco que
comemos, porque el Gobierno ha sancionado insólitamente a nuestros propios
agricultores y ganaderos sometiéndolos a la quiebra. El drama en nuestro país
consiste en que las instituciones fundamentales y claves no disfrutan de
autonomía, son apéndices de la rama ejecutiva. Por eso la crisis es múltiple,
es general y va desde lo económico a lo social. Es bueno resaltar que el Poder
Judicial está claramente controlado por el régimen.
Queremos expresar
nuestro agradecimiento por el Premio a la Democracia de la Fundación Nacional
para la Democracia del Consejo de Administración (National Endowment For
Democracy), con sede en Estados Unidos, otorgado a Antonio Ledezma y Leopoldo
López. Los recibimos en representación de nuestros esposos en acto que contó
con la presencia del ex presidente de España, Felipe González y Tamara Sujú,
defensora de los Derechos Humanos.
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