Thaelman Urgelles 31 de mayo de 2015
@TUrgelles
Pues bien, se realizó la movilización
que tan polémica resultó en estos días. Al cabo fue una concentración en
Caracas y marchas en varias ciudades.
Por lo que muestran las gráficas y videos la asistencia fue sin duda enorme,
lo cual revela las energías represadas que alberga el colectivo opositor,
urgido de expresar pacíficamente su fiero descontento con la desgracia que nos
azota. Y también de expresar a viva voz y en los espacios públicos urbanos su
solidaridad con los presos políticos, que nos pertenecen y duelen a todos.
Quienes manifestamos objeciones con la
iniciativa debemos reconocer sin mezquindad el éxito que en este sentido se
apuntaron los convocantes. ¡Chapeau, pues! Pero es menester también hacer
algunas precisiones posteriores, siempre
en procura de la mayor claridad que nos sea posible para entender el momento
que vivimos, los desafíos que comporta y las conductas y acciones más adecuadas
para encararlo con éxito.
Las multitudes que se congregaron en el
Centro Lido de Caracas, en varias ciudades del país y hasta del exterior, no lo
hicieron a favor de nadie ni en contra de nadie en la oposición venezolana. Lo
hicieron contra la situación opresiva y la devastación social y humana creada
por el régimen chavista. Quienes crean que las multitudes congregadas lo
hicieron para rechazar o reemplazar a la MUD y a ciertos dirigentes opositores
se equivocarían una vez más.
La parte de la convocatoria que esas
multitudes acataron fue la que contuvo un cariz de unidad, de defensa sin
distinción de nuestros presos y de llamado a la celebración con fecha de
elecciones legislativas. El matiz exclusivista de la convocatoria –que también
lo tuvo, en aspectos de su tono y de sus procedimientos- negador de la MUD y
reclamante de una parcela de liderazgo por sobre los demás actores de la lucha,
sólo es compartido ciegamente por un pequeño grupo de fanatizados acólitos o
por desesperados partisanos del “vete ya” y del “esto sólo termina a plomo”,
quienes encuentran en estas rebeliones contra “la dirigencia oficial” una
suerte de ungüento analgésico para su dolorosa frustración por sus repetidos
fracasos.
Similar error cometerían quienes vean en
esas multitudes inusitadas demostraciones de fuerza propia, o el germen de
nuevas rebeliones como la fallida aventura del año pasado. Para comenzar, el
significativo público que atendió las concentraciones no es en nada distinto de
los que por centenas de miles, y a veces millones, tuvimos en nuestra larga
saga antichavista. Es la clase media radicalizada, principalmente la élite
socio-económica de esa clase media, la que siempre ha acompañado las
movilizaciones pa-cí-fi-cas contra este régimen. Admirable en su consecuencia
pero netamente insuficiente para obtener la victoria en cualquier escenario,
como ha quedado demostrado en estos 16 años.
Los sectores menos favorecidos, los que
sufren con mayor rigor el drama de todo orden que afrontamos, no estaban ahí. A
veces y por breves períodos hemos podido sumar franjas significativas de ellos,
siempre en situaciones electorales. Esos compatriotas no estuvieron allí y
probablemente nunca estarán, mientras la convocatoria posea la agenda netamente
política que esta nueva vez la motivó. Pero votarán sin duda, y podremos esta
vez lograr que lo hagan por nuestros candidatos, si la agenda que se les
propone se refiere a los problemas que a ellos los afectan y preocupan, en vez
de los problemas que angustian al sector socio-político que ha sido la
oposición hasta ahora. Una agenda social, humana y cultural, perfectamente
conseguible por el camino electoral, la que muy pocos están divulgando y que es
motivo de las peores ofensas y calumnias contra los pocos que trabajan para
ponerla sobre el tapete.
La tercera equivocación que deberían
evitar los convocantes de hoy es creer que les ha llegado la hora (no será esa
la #Hora0 que divulgaron por Twitter…) de reemplazar a la MUD con una alianza
que repita la coalición inmediatista que se formó el año pasado para #LaSalida;
o de tomar su control “por la fuerza de las masas” hoy congregadas. No creo que
sean tan insensatos, pero de las dos peregrinas ideas leí hoy en las redes
(incluida la petición de renuncia de Chúo Torrealba), en medio del competitivo
triunfalismo de algunos. De cualquiera de las dos ideas saldrían sin éxito,
pero lastimarían de tal manera las posibilidades de victoria que no me atrevo a
imaginar las consecuencias. Peores errores y tragedias históricas han ocurrido,
por lo que no estimo banal alertar sobre ello.
En fin, queda esperar cómo administrarán
su éxito los convocantes de las movilizaciones, en particular quien es el CEO
indiscutible de la operación. De la manera como reaccionen dependerá mucho el
futuro de nuestra lucha común, lo que habla del poder que ello les otorgó. Pero
no exageren, no es para tanto. Hay poderes que sirven más para destruir que
para construir, como el que dispuso el piloto alemán que estrelló el avión
sobre los Alpes.
Por los momentos, nada más tengo que
añadir sobre este particular, en espera de lo que nos deparen los próximos
días.
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