Margarita López Maya 15 de julio de 2015
@mlopezmaya
Durante la era chavista-madurista se ha
ido arraigando el desprecio por ciertos valores, que dificulta salir con bien y
democracia de esta atroz crisis.Uno de los arraigados es la desconfianza o
rechazo hacia la formación profesional para asumir cargos de responsabilidad
pública. La lealtad incondicional y conexiones de amigos o familiares son hoy
condiciones para ejercer altos cargos. Cancilleres y demás ministros, que nunca
se prepararon para tales responsabilidades, explican por qué estamos como
estamos.
Además de esta piratería, está la falta
de convicciones democráticas en gran parte del chavismo, pero a veces poco
claras en fuerzas opositoras. Si bien en discursos se ofrece construir un
Estado que obedecerá las leyes y garantizará derechos fundamentales a todos,
hay comportamientos que desdicen estas promesas.
Pugnas inter y entre partidos,
competencia feroz entre líderes, levantan dudas sobre la sincera disposición de
partidos y dirigentes de anteponer el bien común a sus intereses parciales.
Hechos recientes revelan prácticas
autoritarias y oportunistas. Que la Presidenta de AD, por ejemplo, crea que
intereses feministas están por encima del Estado de Derecho o que el presidente
de Copei imponga su candidatura en Caracas sin consulta a bases y dirigentes,
levanta dudas sobre si en verdad estos partidos han aprendido algo de sus
equivocaciones.
La AD de Lusinchi rechazó en los años
ochenta las reformas políticas que demandaba la sociedad, temeroso de perder
posiciones de poder. Pérez impuso sin consulta al Congreso ni a su partido, un
paquete económico neoliberal, que precipitó el Caracazo. En las elecciones de
1998, y ante el ascenso electoral de Chávez en las encuestas, los partidos se
confabularon para adelantar las regionales, alterando las reglas del juego,
tratando inútilmente de parar el triunfo chavista. El CSE se subordinó a ellos.
Motivos hay para desconfiar de partidos
y dirigentes opositores. Aunque aseguran buscar una transición hacia la
democracia, y queremos creerles, alarman arrogancias y actitudes de algunos,
que parecen mostrar inconciencia sobre la gravedad de la situación, poca
preparación para las tareas que se vienen y escasa convicción en procedimientos
democráticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico