Macky Arenas 03 de julio de 2015
ENTREVISTA A RAFAEL TOMAS CALDERA ABOGADO,
FILOSOFO Y PROFESOR UNIVERSITARIO
Nuestra tradición siempre fue
autoritaria y por ello continuamente la gente acude al expediente del Golpe. La
cultura tiene que permear a la población. El problema no es hacer “colas” sino
el régimen y su inaceptable manera de gobernar. Venezuela ha pasado a ser
emblema de criminalidad, señala el académico, hijo del expresidente Rafael
Caldera
Lo precede una cantidad respetable de
obras publicadas. Ha estudiado en prestigiosas universidades del exterior y
ejercido cargos con denominación tan sofisticada como “Profesor Titular del
Departamento de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar en Filosofía Medieval
y Antropología Filosófica”. También
estuvo al frente del Centro de Humanidades del Instituto Internacional de
Estudios Avanzados (IDEA) y del Departamento de Filosofía de la Universidad
Simón Bolívar. Pertenece a la Sociedad
Venezolana de Filosofía, a la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino y
ocupa un Sillón en la Academia Venezolana de la Lengua. No obstante, es difícil
encontrar alguien más discreto y poco dado al exhibicionismo. Caso extraño en un país donde abundan los
figurones aficionados al criollísimo pezcueceo. Reservado y comedido no puede,
curiosamente, ser más transparente. Es grato y gentil, aunque inesperadamente
tímido a pesar de pertenecer a una familia habituada a vivir intensamente
expuesta a los reflectores. Hijo de uno de los líderes más emblemáticos del
siglo XX venezolano, dos veces Presidente de la República, no es que le encante
la política aunque tampoco hay que rogarle opinar. Pero lo hace con tanta
prudencia y mesura que le recordamos que está permitido hablar en voz alta. Sin
embargo, sus respuestas demuestran que
la estridencia no es requisito para disparar cargas de profundidad. Divide el
tiempo entre su actividad profesional y el nada sencillo trabajo de ordenar el
copioso legado intelectual de su padre. Su centro de operaciones es la
biblioteca de la casa paterna, en cada rincón de la cual uno piensa que Caldera
aparecerá de un momento a otro. Un espacio otrora repleto de presencias y
conversaciones, ahora lleno hasta el tope por la silenciosa pero febril tarea
de ordenar, clasificar, escanear y seleccionar textos para la Biblioteca Rafael
Caldera, que hasta la fecha ha dado a luz
cuatro publicaciones. Esto fue lo que nos dijo para los lectores de ABC
de la Semana.-
_ Uno de los propósitos de la biblioteca es
rescatar la verdad histórica. ¿Por qué el empeño en alterarla?
_
No solo se aplican en cambiarla sino también en modificar la memoria.
Hay autores que trabajan este tema y han llegado a la conclusión de que el
totalitarismo emplea una neo-lengua. A todo le trastocan el significado. Por
ejemplo, para Chávez era tan importante que cambió la Constitución, la bandera,
el escudo, la hora, la moneda, el nombre de la República…
_ ¿Qué importancia tiene eso si a fin de
cuentas acaparan todo el poder?
_ Pretendieron que la Historia de
Venezuela saltara de Bolívar a Chávez.
De esa manera, lo que queda en medio no tiene valor alguno ni la menor
importancia. Pero resulta que lo que da la medida de las posibilidades del
hombre y de la comprensión de la realidad humana es su experiencia histórica.
En el caso de Venezuela, tenemos una tradición autocrática que data desde el
inicio de la república independiente, salvo el período de la república civil,
cuarenta años en que unos hombres se empeñaron en construir un régimen
democrático y un Estado de Derecho –con imperfecciones, por supuesto- y lo
lograron.
_ Teníamos cultura democrática o más bien
un espíritu de rebeldía libertaria?
_
Papá siempre recordaba, con Augusto Mijares, que en Venezuela había dos
tradiciones. Aparte de la autoritaria, había un fermento de libertad civil. No
podemos menos que aceptarlo ante
personajes como Rafael Arévalo González…
_
¡Eso fue una epopeya personal increíble!…
_
Efectivamente. Pero asentar la libertad solo se hace posible a través de
las instituciones. Eso ocurre en los años que Chávez, tan desacertadamente,
llamó “el puntofijiismo”. Durante el discurso del 4F, papá mencionó cuatro factores
que reivindican el período. En primer lugar, el acuerdo entre los políticos, el
consenso básico para hacer la democracia por encima de las diferencias. Ello
incluye un elemento esencial: la representación de las minorías. ¿Si no hay
respeto para ellas, cómo puede haber democracia? La segunda mención fue la
creación de una conciencia social en el empresariado, que aceptó la promoción
no solo del negocio, que es la empresa, sino también del trabajador; mencionó
además el respaldo del pueblo a la idea de la democracia –a mi modo de ver
fundamental y que dejaron siempre muy clara los fundadores- como sistema
político en función del desarrollo. De allí que, aparte del Pacto de Puntofijo,
se acordara un programa mínimo de gobierno. Cada vez que leemos ese texto
resulta clarísimo que el objetivo es el desarrollo del país. Y el cuarto factor
fue la profesionalización de los militares que están para custodiar las
instituciones y no para ejercer el poder.
_ Pareciera que el largo tramo autoritario se
prolongara en esa tendencia permanente a militarizar esta sociedad…
_ Si el
poder militar no se subordina a la autoridad civil no existe democracia. No es
nada fácil pues quienes tienen la fuerza en un país son los militares. La
experiencia histórica es que esos cuatro elementos mencionados fueron
esenciales para que se instaurara una república civil en Venezuela. Llega
Chávez, que representa el regreso al totalitarismo y necesita reconstruir la
historia. Presentando las cosas de una forma diferente, las nuevas generaciones
se quedan sin referencias, sin saber lo que verdaderamente se hizo en el país.
_ Pasando el borrador de esa forma, no quedan
más bien colgados de la brocha?
_
También las generaciones siguientes. Son las que sufren pues solo
tendrán una cara de la moneda. Carecen de los testimonios de quienes hicieron
la democracia y eso es justamente lo que nosotros queremos divulgar. En el caso
concreto de la Biblioteca Rafael Caldera, la idea es mostrar la vigencia de un
pensamiento y el ejemplo de las ejecutorias de un personaje que cubre todo el
siglo XX venezolano. En el año 1936 Caldera estaba creando la Unión Nacional
Estudiantil (UNE) y redactando la primera Ley del Trabajo en el país. Permanece
hasta 1999 en la vida pública.
LEYENDAS
URBANAS
_ ¿Cuál es el orden que darán a
todo ese gran cúmulo de material?
_ No es sencillo. Aparte de los
cuatro títulos ya publicados, el siguiente es Andrés Bello. Lo retomamos porque
se cumplen 80 años de la primera vez que la Academia de la Lengua otorgó
el Premio Andrés Bello, así que la propia Academia será el
escenario donde presentaremos el volumen a fin de año. Además, cuenta el valor
formativo que tiene el hecho de que un muchacho de apenas 20 años gane ese
premio, aparte del contenido mismo del pensamiento de Bello.
Adicionalmente está en preparación un libro colectivo, de autores varios, para
evaluar aspectos de la personalidad y de la trayectoria de Caldera, sin sentido
hagiográfico, sino para sopesar todo eso, desde diferentes visiones.
_ No estamos analizando a Caldera
desde el siglo 38, sino que hasta antier estuvo aquí y en plena era de la
información. ¿Por qué, siendo un personaje tan conocido y reseñado, hay tantas
leyendas urbanas en torno a él?
_ Leyendas urbanas hay siempre y
sobre cualquier personaje de significación. Por otro lado, cuando papá falleció,
Ramón Velásquez me dijo: “Caldera introdujo en la política venezolana las ideas
del socialcristianismo. Eso no existía”. Ello significa que a él le tocó ir
contra corriente todo el tiempo. De tal manera que pudo decir de sí mismo: “Soy
un luchador”. Tal vez todo lo que alimenta las malas interpretaciones tiene que
ver con eso. Fue un personaje controvertido.
_ Hablando de controversia, por
los años 80 Caldera cuestionó en varias ocasiones la ideología neoliberal. ¿Por
qué?
_ Eso tiene un nombre: el Consenso
de Washington. Igual que Reagan, Thatcher, el FMI –que ahora está modificando
un tanto su posición- , todo eso influyó mucho en las élites empresariales
venezolanas. Esa tendencia neoliberal hizo que la lucha por la reforma a
la Ley del Trabajo fuera una lucha a brazo partido. No se entendía que se
hablara de ello. La democracia tiene que tener un contenido social porque si
olvidas la promoción del pueblo, la política carece de sentido. El Papa
Francisco nos está recordando eso todos los días.
_ El venezolano, como
decíamos antes, conserva el germen de la libertad. ¿Pero fue la democracia
capaz de sembrar al demócrata en nuestros espíritus o solo tuvimos algunos
líderes democráticos?
_ Nuestra tradición siempre fue autoritaria
y por ello continuamente la gente acude al expediente del golpe. Fue posible
mantener la democracia por décadas porque hubo estadistas, gente que tiene
visión y rectitud, dos características no comunes. Entendemos por rectitud la
búsqueda del bien común. No hay muchos estadistas. Betancourt y Caldera sin
duda lo fueron y como los tuvimos, la democracia se sostuvo. Pero políticos de
esas características no abundan ni se hacen de la noche a la mañana.
LA
CLASE MEDIA
_ ¿Hay cultura democrática en este
país para resistir los embates del totalitarismo?
_ Don Germán Carrera Damas ha
manejado mucho esa tesis con sólidos argumentos. Sí la hay, pero no estoy tan
seguro de que sea un proceso inevitable su vigencia y solidez. Creo que hay el
germen. Uno se ilusiona cuando ve que hay gente joven tratando de recoger el
legado. Ojalá fueran más. Si bien es cierto que no hace falta demasiada gente
para iniciar el proceso de rescate, la cultura tiene que permear a la población
en su conjunto. La democracia estaba construyendo una clase media robusta y
hemos retrocedido. No puede haber democracia sin clase media. Konrad Adenauer
dijo que sin vivienda una persona no puede cumplir los 10 Mandamientos. Un
líder totalitario sueña con una masa depauperada. Eso equivale a instituciones
al servicio de su voluntad y a la posibilidad de gobernar por decreto. Para superar
eso no hace falta tanta gente sino un fermento. Si no surge será difícil
lograrlo.
_ Y reconstruir las instituciones…
_ ¿Cómo es posible que el TSJ esté
a la orden del Poder Ejecutivo? La Asamblea Nacional, igual! Así no hay manera
de tener una vida democrática. Venezuela, que fue ejemplo de democracia en el
Continente, ha pasado a ser emblema de criminalidad.
_ Eso desmoraliza y ello conduce a
la desmovilización…
_ Lo primero que hizo Chávez fue
sembrar la división. Sus primeras palabras como presidente electo en la Avenida
México fueron: “Yo no soy el Presidente de los corruptos”. Allí comenzó la
escisión de la sociedad. Luego, subvirtió las jerarquías: no tienes que ser
competente para llegar a un cargo, sino aliado. Por eso la gente joven se va
buscando otros horizontes. Recuperar la esperanza y rehabilitar la política es
lo que se impone.
_ ¿Cuál es el papel del
intelectual en tiempos sombríos?
_ En Venezuela nunca hubo muchos
intelectuales de verdadera densidad pues los años de perpetua dictadura no
favorecían el surgimiento de tantos y tan sólidos intelectuales como en otros
países. El mismo Ramón Velásquez lo ha dicho: “Mire, si usted era alguien, o
estaba con el gobierno, o estaba en la cárcel o se iba al exilio”. Pero están
dejando testimonio.
_ ¿Ve espacio para el diálogo en
Venezuela?
_ Sin consenso no hay solución. Toda
solución pasa por reunificarnos. Me refiero a lo básico, reconocernos y
respetarnos. El diálogo supone unas ciertas condiciones de elemental respeto.
Imposible pensar en otra realidad sin cortar la intromisión cubana en este
país.
_ ¿Qué cree que haría su padre si
hoy estuviera presente y en condiciones de hacer propuestas y tomar decisiones?
_ Combatiría como intolerable la
injerencia cubana en Venezuela. Fidel Castro nunca pudo, por más que lo quiso y
lo intentó, ponerle la mano a este país. Ni Betancourt ni Caldera lo habrían
permitido. Estaría condenando el descuido con Guyana. Pareciera que a nadie le
importa nuestra integridad territorial. Estaría fustigando la
militarización del país como vergonzosa. Caldera siempre tuvo mucho respeto por
la institución militar, pero en su lugar. El problema no es que estemos
haciendo colas, sino el régimen y su inaceptable manera de gobernar. Ese es el
punto. Y no hay un planteamiento político para eso. Falta quien lo haga.
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