Por Hugo Prieto
El paraguas de la política tiene un diámetro mucho mayor que el de la
economía, pero este último es autónomo y tiene sus propias reglas. Enzo del
Búfalo, además de Economista, es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad
Central de Venezuela. Quizás por esa razón se mueve de un nivel a otro
como pez en el agua.
Del Búfalo fue ministro de Cordiplan y director del desaparecido diario
Economía HOY. Tiene en su haber una larga trayectoria académica y profesional.
En 2012 publicó el libro “Adiós al Socialismo”, que causó un verdadero revuelo
en la izquierda venezolana. Sus opiniones se enmarcan en un agudo ejercicio de
la racionalidad. La política económica tiene tres ejes, la política fiscal, la
política monetaria y la política de distribución de la riqueza, “no nueve
motores ni 24 hélices; uno de los fundamentos característicos de este gobierno
es que carece de todo conocimiento, de toda capacidad, para comprender cómo
funciona una economía moderna”.
El gobierno de Hugo Chávez y la extensión que significa Nicolás Maduro en
Miraflores exacerbó la mentalidad rentista, hasta el punto de que los
especuladores descubrieron que no hacía falta industrializar algo para ponerle
la mano a la renta petrolera, porque bastaba ser amigo del ministro o estar en
el lugar adecuado, con una silla y un teléfono como máxima inversión. Del
chavismo reivindica la politización de las grandes masas de venezolanos pobres.
Lo que de inmediato dificulta la solución de los problemas, pero que en sí
misma representa una gran ventaja.
El barril de petróleo cayó por debajo de
20 dólares y el gobierno decretó el colapso del modelo rentista. ¿Realmente es
tan fácil anunciar el fin de una era y el comienzo de otra?
Ese anuncio pudiera tener cierto efecto mediático, pero el modelo rentista
en Venezuela se agotó hace mucho tiempo, lo que pasa es que el gobierno no se
había enterado… hasta ahora. Y cuando tuvo oportunidad de transformarlo en un
modelo productivo de verdad, prefirió agudizarlo, por razones políticas. Todas
las decisiones que tomó Hugo Chávez tenían el objetivo lograr un dividendo
político inmediato, con absoluto desconocimiento del tema económico.
Esto, en realidad, es característico de gobiernos anteriores, pero para el
gobierno chavista se llegó al extremo de que realmente la economía no
existe. Y ese es el verdadero rentismo, el rentismo mental. Es como el
hijo de papá, para el cual la economía no existe, sólo es el dinero que le da
papá. Todo lo demás no cuenta. O papá me dio dinero o no me dio dinero. Eso es
todo el drama económico que puede tener un hijo de papá.
Esa intención de obtener dividendos
políticos impidió que el gobierno de Chávez definiera una política económica,
un modelo coherente. Pero el presidente Maduro anunció nueve motores para
reactivar la economía, ¿eso corrige, digamos, la falla de origen?
Esos anuncios a mi me recuerdan a Mario Moreno Cantinflas… sin la vis
cómica que tenía el gran mexicano. Son enunciados que no dicen nada. Este
gobierno no ha entendido que el comportamiento de los agentes económicos
depende de las políticas económicas. Es decir, el gobierno es como un arriero,
tiene que arriar el ganado. La culpa no es de las vacas si se van para un lado,
sino del arriero que no las sabe manejar. Pero aquí se invierten las cosas. El
doctor Pangloss (el famoso personaje de Voltaire) decía que la nariz había sido
hecha por la naturaleza para poder llevar anteojos; no, es al revés, los
anteojos se diseñaron para poder ser apoyados en la nariz. Esta lógica
panglosiana se define en lo que ellos llaman la guerra económica. Es verdad,
son las políticas equivocadas del gobierno las que generan una serie de
fenómenos negativos que han destruido el aparato productivo venezolano, el nivel
de vida y la productividad.
Enzo del Búfalo retratado por Roberto Mata
¿Todo se reduce a la ignorancia?
Como el gobierno no tenía plan económico ni comprensión de la economía,
empezaron a tomar medidas sobre la marcha. Al poco tiempo advirtieron que esas
medidas tenían un efecto económico. Y eso creó las condiciones óptimas para que
alguien que no tuviera calificación profesional o laboral de ningún tipo
pudiera especular. Se creó un nuevo mundo, patrocinado por el Estado, para los
especuladores. Voy a referir un ejemplo: cuando llegó Chávez al poder había una
crisis en la industria avícola venezolana. Escaseaban los pollos en el mercado
y Chávez decidió importar, sin tomar en cuenta ninguna consideración. ¿Qué
significa esto? Que efectivamente se importaron los pollos, porque había
dólares. Y esto agravó aún más la situación de la industria venezolana, que
prácticamente quebró. ¿Pero qué es lo interesante de esto? Que mucha gente
descubrió que importando pollos, porque era amigo del ministro o estaba en el
lugar adecuado, se podía ganar un realero sin hacer nada, como comisión. Por
ahí aumentó la corrupción y el empuje político de importar a cada rato.
La estrategia de Chávez pasaba por
sustituir a la vieja clase política que dirigía al país. ¿Ese objetivo se puede
verificar con hechos o sencillamente se creó una nueva clase de especuladores?
Uno de los problemas que había en
Venezuela es que el modelo de sustitución de importaciones había generado
un sistema clientelar entre Estado y grupos empresariales. Parte de la
corrección del modelo rentista pasaba por extirpar ese elemento. Que los
empresarios venezolanos, más que relacionistas públicos, fueran tomadores de
riesgos, que es lo que hace un empresario de verdad. Chávez, efectivamente,
rompió ese clientelismo tradicional, repartiendo las migajas de ese modelo. Una
parte fue excluida, digamos, la que se opuso radicalmente al chavismo. Otra fue
integrada. Hemos visto a varios representantes de la vieja oligarquía formar
parte del órgano de la economía productiva creado por Maduro. Se creó,
efectivamente, un nuevo clientelismo político y económico, con la diferencia de
que este es mucho peor que el anterior. El otro, al menos, intentaba
industrializar algo antes de ponerle la mano a la renta, estos lo simplificaron
todo, sin tomarse la molestia de montar una fábrica o alquilar un galpón, vamos a hacer negocios con un teléfono y con una silla, porque eso
es lo máximo que estoy dispuesto a invertir.
Lo curioso es que mientras se agotaba el
modelo, pero se agudizaba la mentalidad rentista, hubo una contundente
demostración de hastío, de rechazo, en 1998. Ahí está el aluvión que siguió a
Chávez. ¿Lo que ocurrió el 6-D es una nueva manifestación de ese hastío, de ese
rechazo?
Sí, pero con una diferencia, aquél era más psicológico que material, era el
hastío de una generación de venezolanos que había saboreado (en la década de
1960, e incluso en la década del 70), la sensación de que Venezuela era un país
que podía alcanzar el desarrollo.
Enzo del Búfalo retratado por Roberto Mata
¿Había un escenario, no? No sólo era un
sustrato psicológico o de emociones.
Sí, había una realidad que propició ese
estado de ánimo, esa sensación de que mañana iba a hacer mejor que hoy, que
incluso se prolongó hasta que Petkoff lo sintetizó con aquella frase“estamos mal, pero vamos bien”. Esa generación de
venezolanos, que sufrió el impacto del viernes negro (1983) y la agudización de
la crisis en los años 90 —pero que aún tenía esa visión de lo que Venezuela
podía ser—, se enteró muy pronto de que no se podía regresar tan rápido a esa
Venezuela o que no se podía regresar más; a eso le siguió el deterioro
progresivo, el estancamiento en que cayó el gobierno de Caldera, y la gente se
convenció de que esa dirigencia, que había manejado mal al país, que había roto
ese sueño, debía ser castigada.
De ahí el triunfo clamoroso de Hugo
Chávez.
Chávez se benefició de dos cosas. Uno. Del resentimiento de las clases
populares que habían sido abandonadas, silenciadas, invisibilizadas, por AD y
Copei, a partir de la crisis del 83. Y dos, de la clase media que estaba
obstinada de ver gobiernos que no ayudaban a Venezuela a hacer ese cambio, que
estaba planteado desde hacía mucho tiempo.
Pero usted dijo que el aluvión que se
manifestó el 6-D era mucho peor. ¿En qué sentido?
Si consideras a la sociedad como tal, gran parte del 89 era decepción
subjetiva, ¿no? Después de todo, se trataba de ser un latinoamericano más, no
ese privilegiado de los años 70. Al menos, te podías manejar en ese mundo. Aquí
no. Esa gente que votó contra Maduro vive una realidad totalmente desconocida,
de escasez, de empobrecimiento abrupto, de contracción real del aparato
productivo, del nivel de productividad y, por lo tanto, del nivel de vida, que
obedece a una situación mucho más grave: a la destrucción del aparato
productivo venezolano.
Quisiera indagar en esa realidad
psicológica, emocional. En los 90 nos toca ser latinoamericano, nos toca vernos
en el vecindario, pero ahora los vecinos están mucho mejor que tú y son motivo
de envidia.
Tenemos una situación, incluso relativa, con respecto al resto de América
Latina que es muchísimo peor, por dos razones. Una, porque esos países
mejoraron y dos, porque nosotros desmejoramos. Por las dos vías, unos subían y
nosotros bajamos. Pero lo más grave, o lo que expresa lo que pasó el 6-D, es
que ahora nos encontramos con ciertos elementos que agravan la crisis y que no
existían en 1998, por ejemplo, un aparato productivo totalmente destruido,
condiciones macroeconómicas mucho peores a las que existían en esa época, una
situación social (marcada por la violencia) que impide la aplicación de
soluciones eficaces a corto plazo, una corrupción generalizada, capilar, que el
gobierno convirtió en cotidianidad.
Enzo del Búfalo retratado por Roberto Mata
El gobierno de Chávez abandonó los
programas sociales focalizados en los sectores más vulnerables. ¿Cómo se va a
identificar a esos sectores? ¿Cómo se puede mitigar el impacto de la crisis en
esos sectores?
Cuando uno analiza cómo es que pasamos de los programas focalizados a las
misiones, se advierte que no hubo una reflexión, una planificación de
estrategia política económica, sino puramente improvisación. En 2002, Chávez
advierte que no tenía políticas sociales y que eso lo podía tumbar, como de hecho
ocurrió. Por consejo de autoridades caribeñas, dicen, inventó las misiones,
sobre la base de un financiamiento muy abundante, porque la renta petrolera
empezaba a crecer. Se generó una administración paralela al Estado y un gran
desorden financiero, un gran elefante, y una situación que generaba
oportunidades para quedarse con buena parte de la renta petrolera, tal como
ocurrió con la crisis de la industria avícola, a la que me referí
anteriormente. Las misiones se convirtieron en un valor en sí mismo para el
gobierno. Lo que tenía que ser un paliativo, lo que tenía que ser una respuesta
provisoria frente a una emergencia, se convirtió en otra fuente de corrupción.
¿Qué se va a hacer ahora? Porque
seguramente no nos podemos quedar ni con lo que había ni con el elefante que se
creó, pero la gente está allí, las necesidades de la gente están allí.
Por eso es que la gente de la oposición se ha dado cuenta de que
políticamente no puede hablar de eliminar las misiones. Tampoco puede
eliminarlas, porque esa estructura que está allí, administrativamente
ineficiente, dañina a largo plazo, tiene que ser, de alguna manera
simplificada, para atender, precisamente, las demandas de los sectores más
vulnerables. El problema básico es uno: no hay recursos y tampoco este gobierno
los va a tener, para evitar que esa población sufra lo que está sufriendo. Hay
cosas que se pueden hacer, pero eso implica tener el aparato del Estado en sus
manos. Habría que indagar más a fondo para saber cuál es el grado de
complicidades y de poderes locales en que se ha vuelto este país. Venezuela se
ha convertido en un gran barrio, donde en cada cuadra hay una banda que pelea
contra otra. La única solución estructural para superar la pobreza es
incorporar a la población, en su conjunto, al aparato productivo para que
devengue un salario que eventualmente les permita vivir bien.
Otro elemento negativo es la inflación,
que en Venezuela registra récord mundial.
De eso se habla muchísimo, pero más grave que eso, que ya es una cosa
gravísima, es el absoluto desquiciamiento de los precios. Los precios tienen
una función en la economía, son reguladores como los semáforos. Tenemos un
semáforo que a veces es verde, amarillo, rojo, entonces el tráfico,
simplemente, se vuelve un ocho. Una corrección de los precios es necesaria y
rápida para que las cosas empiecen a funcionar más o menos, gran parte de la
escasez, está dada por eso, ¿no? Mucho más eficaz que los programas
focalizados, que los paliativos, es pasar a lo que en otros países llaman la
renta de ciudadanía (un ingreso mínimo generalizado), que elimina distorsiones
y la corrupción de los subsidios. Eso hay que calibrarlo bien, para que no
desestimule el empleo. Tiene que ser bien orientado, porque debe ir a la gente
que efectivamente lo necesita. Eso es más efectivo, más sencillo, más fácil,
que todos estos aparatajes de misiones e incluso que los programas focalizados,
que también son una fuente de corrupción. De manera que sí hay políticas
sociales en la relación del Estado con la economía, claro, sobre la base de que
uno tiene una economía de mercado, porque la economía no capitalista no ha sido
inventada todavía.
Enzo del Búfalo retratado por Roberto Mata
Las economías que no son capitalistas son
atrasadas y para ejemplo tenemos la venezolana.
Esto no es una cosa ni la otra, sino todo lo contrario. Si fuera una
economía esclavista tradicional o la economía de una sociedad sin Estado, sería
mucho mejor. Está es una economía capitalista sumamente enferma. Esto es como
un juego de béisbol donde los peloteros tiene que obedecer las reglas de los
futbolistas. Es un enredo total. Eso es lo que más o menos define el socialismo
del siglo XXI en Venezuela. Una economía capitalista que se quiere jugar con
otras reglas que, además, se las inventó el gobierno, ni siquiera son las del
fútbol, ese es un beneficio que yo le doy a una cierta racionalidad que ellos
no tienen. Lo importante es que se simplifiquen los mecanismos y se llegue al
equilibrio entre el Estado y la economía, una economía que funcione sobre la
base del mercado, con ciertas restricciones, como tiene que haberlas en la
economía capitalista moderna, porque es mentira que una economía capitalista
funciona sin el Estado como dicen los neoliberales. Eso no es verdad. Tiene que
haber tres ejes de política, no nueve motores o 24 hélices o lo que sea. Son la
política fiscal, la política monetaria y la política de distribución del
ingreso. Son las tres claves para un crecimiento sostenido y equilibrado.
El chavismo politizó a la base social del
país, le dijo que podía construir un imaginario distinto, que podía ser
protagonista del asunto político. ¿Qué se podría rescatar de allí y que podría
contribuir a solucionar los problemas del país?
Nada es totalmente blanco o negro. Es verdad que el chavismo nos llevó a
este desastre y es el precio que hemos pagado. La democracia venezolana, en sus
inicios, había cuidado la integración de las masas empobrecidas de venezolanos
en un mecanismo político que tenía bastante de clientelar, pero que en alguna
medida funcionaba. Haberlas olvidado, marginado, durante 20 años, llevó al
chavismo. El chavismo las reintegró a la sociedad y con eso corrigió no sólo el
error del bipartidismo adeco-copeyano, sino que además corrigió un error
histórico en Venezuela.
¿A qué se refiere?
Si uno recuerda bien el chavismo en su origen, cuando ellos hablaban de
Zamora, del árbol de las tres raíces eso tenía un núcleo de verdad, descontada
la parte demagógica que siempre hay. Y era que en Venezuela, desde la Guerra
Federal había quedado pendiente un problema. ¿Cómo integrar a los esclavos y a
los descendientes de los esclavos a una sociedad moderna? El drama de Venezuela
es que entre la abolición de la esclavitud y la aparición del petróleo (un poco
más de medio siglo, a lo sumo tres generaciones) grandes masas de venezolanos
pasaron de depender del hacendado a una sociedad donde la mayor parte de la
riqueza viene a través del Estado. Pero el sustrato es una mentalidad rentista,
tanto la del pordiosero que vive de las dádivas como la del nuevo rico que
viaja en sus propios aviones. Eso genera subjetividad, maneras de ser, estilos
de vida y actitudes. Yo creo que el chavismo resolvió ese problema. Es decir,
ya no es posible para ninguna fuerza política que venga ignorar a esas grandes
masas. O para manipularlas con fines electorales. Esa gente se acostumbró a
tener participación política, le hicieron creer que venía una Venezuela mejor y
eso los decepcionó, eso fue lo que los hizo votar en contra. Pero la
autoestima, la certeza de tener capacidad política y mantener la visibilidad
social, eso, creo yo, es irreversible y es una ventaja a largo plazo.
¿Eso es lo que dificulta la solución del
problema?
En otro tiempo, en otra Venezuela, esto se hubiera resuelto en dos noches,
un ruido de sables o de cañones, pero eso ya no es posible resolverlo así.
31-01-16
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