Papa Francisco 23 de julio de 2016
Santo
Evangelio según San Mateo 13,24-30
La
aparición de Jesús a María Magdalena: "En aquel tiempo,
Jesús propuso a la gente otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece
a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían
vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el
trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron
a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado
buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?". El les
respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". Los peones replicaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?". "No, les dijo el dueño, porque
al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen
que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores:
Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan
el trigo en mi granero”. Palabra del Señor
Reflexión
del Papa Francisco
Esta
parábola es más bien compleja, de la cual Jesús da explicaciones a los
discípulos: es la del trigo y la cizaña, que afronta el problema del mal en el
mundo y pone de relieve la paciencia de Dios.
La
escena tiene lugar en un campo donde el dueño siembra el trigo; pero una noche
llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo deriva de la misma
raíz del nombre «Satanás» y remite al concepto de división.
Todos
sabemos que el demonio es un «sembrador de cizaña», aquel
que siempre busca dividir a las personas, las familias, las naciones y los
pueblos. Los servidores quisieran quitar inmediatamente la hierba mala, pero el
dueño lo impide con esta motivación: "No, que al recoger la cizaña podéis
arrancar también el trigo". Porque todos sabemos que la cizaña, cuando
crece, se parece mucho al trigo, y allí está el peligro que se confundan.
La
enseñanza de la parábola es doble. Ante todo dice que el
mal que hay en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es
curioso, el maligno va de noche a sembrar la cizaña, en la
oscuridad, en la confusión; él va donde no hay luz para sembrar la cizaña. Este
enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, de tal modo que es
imposible a nosotros hombres separarlos claramente; pero Dios, al final, podrá
hacerlo.
Y aquí
pasamos al segundo tema: la contraposición entre la impaciencia de los
servidores y la paciente espera del propietario del campo, que representa a
Dios. Nosotros a veces tenemos una gran prisa por juzgar,
clasificar, poner de este lado a los buenos y del otro a los malos... Pero
recordad la oración de ese hombre soberbio: "Oh Dios, te doy gracias
porque yo soy bueno, no soy como los demás hombres, malos..." (cf. Lc
18, 11-12). Dios en cambio sabe esperar. Él mira el campo de la vida de cada
persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y
el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con confianza que maduren.
Dios
es paciente, sabe esperar. Qué hermoso es esto:
nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera siempre y nos espera con
el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos. Él nos perdona
siempre si vamos a Él.
La
actitud del propietario es la actitud de la esperanza fundada en la certeza de
que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y es
gracias a esta paciente esperanza de Dios que la cizaña misma, es decir el
corazón malo con muchos pecados, al final puede llegar a ser buen trigo. Pero
atención: la paciencia evangélica no es indiferencia al mal; no se puede crear
confusión entre bien y mal. Ante la cizaña presente en el mundo, el discípulo
del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la esperanza con
el apoyo de una firme confianza en la victoria final del bien, es decir de
Dios.
Al
final, en efecto, el mal será quitado y eliminado: en el tiempo de la cosecha,
es decir del juicio, los encargados de cosechar seguirán la orden del patrón
separando la cizaña para quemarla.
Ese
día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquél que ha sembrado el buen trigo
en el mundo y que se ha convertido Él mismo en grano de trigo, murió y
resucitó. Al final todos seremos juzgados con la misma medida con la cual hemos
juzgado: la misericordia que hemos usado hacia los demás será usada
también con nosotros. Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a
crecer en paciencia, esperanza y misericordia con todos los hermanos (Reflexión
antes del rezo del Ángelus, 20 de Julio de 2014)
Diálogo
con Jesús
Señor
mío, gracias por todo lo bueno que eres conmigo y por darme tu poderosa
bendición que me da fuerzas y me da seguridad en medio de las situaciones
difíciles de mi vida. En estos tiempos, muchos son los que dicen que ya es
anticuado hablar del demonio, infierno o del castigo eterno. Son muchos los que
quieren ignorar que existe el demonio en muchas formas en esta sociedad. Basta
con sólo ver los cientos de miles de abortos que se realizan a diario,
eutanasias, personas cruelmente asesinadas a causa de su fe, guerras,
secuestros, violaciones, corrupción... Mi Dios, dame amor y paciencia para
saber esperar con confianza aquel día en el que separarás la cizaña del trigo y
harás resplandecer los rostros de los que se confiaron a tu amor y siguieron
tus mandatos. Que pueda yo caminar por tus senderos y que no sea quien juzgue
ni condene basándome en opiniones personales, porque eso solo te pertenece a
Ti, quien corrige con criterio santo. Por el contrario, dame la gracia para
que, en vez de juzgar, sepa corregir con caridad a los que no conocen a fondo
tus caminos, sin condenarlos, hablándoles con compasión. Que yo sea fuente de
bendición para otros y trate de refrescar su espíritu con esa esperanza que
anima, alegra e inyecta un ardor al alma por seguir luchando. Quiero estar
siempre abierto a la acción del Espíritu Santo para que esa semilla que has
sembrado en mi interior, fructifique mi corazón y el de los míos. Amén
Propósito
para hoy:
Rezaré
una decena de Avemarías por mi propia conversión, pidiendo que el Señor separe
de mí todo aquello que no sirve y me inclina hacia el mal.
Reflexionemos
juntos esta frase:
"El
futuro está en las manos de Dios: en esto radica la esperanza cristiana".
(Papa Francisco)
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