Carlos Valero 20 de julio de 2016
@carlosvalero08
Nadie
está contento con este girón de programa social inventado apresuradamente para
ocultar los desmanes que la falta de alimentos ocasiona en millones de hogares
venezolanos. Mejor dicho, nadie que tenga la necesidad de llevar la comida a su
casa y no encuentra como.
Los
bachaqueros rojos si aplauden porque han encontrado una fórmula que les permite
seguir transfiriendo dólares a sus cuentas en el exterior y dejar las migajas
de masivas importaciones a las víctimas del hambre. La operación es otra ofensa
a los venezolanos.
Pero
lo que más indigna es que este suministro caimanero de alimentos está
introduciendo nuevos males a las calamidades ya existentes. Dondequiera que
funcione el Clap los motivos de descontento son los mismos: sólo una parte de
quienes lo necesitan lo está recibiendo. Han sido excluidas urbanizaciones
enteras bajo la discriminatoria calificación de ser ricos porque viven en un
apartamento. Las bolsas no están diseñadas para atender familias numerosas. No
existen criterios para definir que población debe tener atención prioritaria
para luego cubrir a todos los que también tienen derecho a ser beneficiados.
Hay
dos aspectos muy graves. Uno, que el programa está conduciendo a enfrentar
vecinos contra vecinos. El otro, es que está diseminando alicientes para
corromper a la base de la sociedad. Afortunadamente existe un buen sector de
integrantes de los Clap que está dando un ejemplo de entereza pese a la
ausencia de controles en la distribución y a la posibilidad de extraer
artículos o tener beneficiarios planos para decirlo con una expresión que le
gusta al Alcalde, pésimo para todo, Jorge abúlico Ropdríguez.
Los
Clap no son sólo una curita de curare que ocasiona un alivio fugaz mientras la
enfermedad social se agrava, sino que intenta distraer a los venezolanos
respecto a quienes son los responsables de que no haya producción agropecuaria,
ni industrias ni inversionistas suicidas. El gobierno no quiere que la gente
mire hacia Maduro y su modelo destructivo de la economía sino hacia el que vive
al lado o hacia el chavista de pié en el suelo. Pero no lo vamos a hacer.
Es lo
mismo que el gobierno quiere hacer con los militares. Embasurar al General
Padrino poniéndolo al frente de una tarea imposible de cumplir con éxito porque
no se trata de repartir limosnas sino de elevar la capacidad de producir en una
economía abierta, moderna, manejada con sentido común.
Soy un
defensor a ultranza de la necesidad de reinstitucionalizar nuestro país. El
gobierno quiere obligar a la Fuerza Armada a compartir los costos de la crisis
y usarla como brigada de choque contra las protestas por hambre. Ese no es ni
debe ser el papel de nuestro Ejército.
Desde
UNT y desde la MUD, desde una institución como la Asamblea Nacional existe la
disposición de introducir mejoras integrales para aliviar la crisis de
alimentos y a proponer las medidas estructurales para que vivir de bolsas pueda
ser de verdad un asunto del pasado. Del régimen fracasado que se está
despidiendo y al que no hay que acompañar en sus desesperaciones, locuras y
provocaciones.
Estamos
en los tiempos constitucionales del cambio político que se realizará pacífica,
democrática y electoralmente mediante la convocatoria del Referéndum Revocatorio,
pero mientras lo activamos, estamos obligados moralmente a trabajar para que
nuestros niños no pierdan su futuro por culpa del hambre. Maduro no puede
seguir evadiendo la realidad escondiéndose tras uniformes verde oliva.
@carlosvalero08
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