Por Alexis Alzuru
La negociación con los jefes
del oficialismo es cuestionada por algunos líderes de la oposición. Ellos
argumentan que tratar con un gobierno forajido es perder el tiempo; como si un requerimiento
para lograr un acuerdo exitoso fuese que las partes dejaran sus vicios y
miserias. Que la negociación sea una vía repleta de problemas y riesgos no
implica que este mecanismo sea ineficaz. De hecho, los estudios demuestran lo
contrario: 82% de los conflictos políticos que han ocurrido en el mundo en los
últimos 30 años se han resuelto en negociaciones, no con las armas ni a través
de revueltas populares. En ese tiempo solo 8% de las disputas se zanjaron
mediante alzamientos militares o guerras civiles.
Negociar es la opción más
expedita para salir de Maduro. Por supuesto, para avanzar en cualquier trato
primero hay que definir las condiciones que pueden garantizar el cumplimiento
de lo suscrito por parte de los rojos. Por cierto, uno de esos requisitos es el
perfil institucional de los representantes internacionales que serán
mediadores. Un acuerdo firmado por delegados de la ONU, la Unión Europea y
Mercosur, para citar algunas organizaciones que pudieran mediar, será más
difícil de burlar que uno avalado por los amigos del régimen.
El prestigio y la capacidad
de presión política internacional de los árbitros serán factores claves para
minimizar el fraude. A lo mejor, ampliar la representación de los mediadores
debería constituir la exigencia inicial que se le formule a Zapatero. Si el
gobierno quiere dialogar y negociar entonces que comience por admitir que es un
derecho de la oposición elegir a algunos de los mediadores.
La simplicidad del contrato
también influirá en la ejecución de lo consensuado. Mientras menor sea la
cantidad de acuerdos mejor; entre otras cosas porque el monitoreo se realizaría
con mayor rigor. Además, la cantidad es una forma de priorizar el deseo de la
oposición; sin olvidar que la claridad y precisión con la que se redacten las
acciones, productos y tiempos de lo que se pacte reducirá el margen de maniobra
del oficialismo.
La publicidad de lo acordado
es otro candado que podría forzar al gobierno a cumplir con su promesa; en
especial, la propaganda que se dirija hacia los pueblos de Venezuela y América
Latina. Hay que convertir la publicidad sobre lo pactado en una herramienta de
presión internacional. Que el gobierno quede aislado en el caso de que Maduro y
sus amigos militares pretendan traicionar lo suscrito en la mesa.
Existe un espectro de
cláusulas que podrían evitar que una negociación con el oficialismo se
convierta en letra muerta. En ese repertorio serán determinantes los
mecanismos de precisión conceptual, publicidad y presión política. Lo cierto es
que al gobierno se le puede colocar una camisa de fuerza para que cumpla con lo
pactado; dado que es verdad que en sus filas la buena fe no abunda. Sus
representantes estarán más movilizados por el fraude que por el deseo de
trabajar para construir las soluciones que el pueblo espera y reclama.
Que Maduro usará la
mediación internacional para salirse con la suya es una posibilidad. Sin
embargo, lo que procede es evitar la trampa no despreciar la negociación; pues
de nada sirve continuar alimentando el discurso de la anti-política. En
particular, esa retórica que tiene como premisa que en Venezuela no hay nada
que negociar. Además, Maduro y sus aliados no actuarán con mayor honestidad
porque les recuerden que la letra de la Constitución no se regatea sino se
obedece; tampoco abandonarán el poder porque algunos, con voz grave, digan que
el revocatorio debe realizarse este año y punto.
La antipolítica se muerde la
cola; no ofrece soluciones al conflicto en el que se encuentra la nación. En su
lugar promueve la confusión y la parálisis porque se afinca en un mensaje que
trastorna el significado de las ideas, percepciones y planteamientos. Basta ver
que presenta como razonable a la violencia callejera, la resignación o la
intervención de militares. Esa prédica quiere identificar con la sensatez
aquello que hasta ayer el sentido común consideraba como locura.
23-07-16
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