Por Sergio Dahbar
En días pasados recibí un
correo de Diego F. Barros, a quien no conozco, pero sigo meticulosamente porque
se trata de un gestor y promotor de las mejores ideas de libros y editoriales,
desde su blog Razones editoriales, que escribe desde Buenos Aires. Un trabajo
meritorio, útil y bien informado.
Su última entrada trae una
notadel periodista y escritor Jon Sealy. Traza un panorama sobre diferentes
editoriales independientes de Estados Unidos que han comenzado a abrir centros
culturales “polivalentes’’: librerías, espacios para foros y galerías
(http://lithub.com/why-indie-presses-are-opening-bookstores/).
Recordemos que hace apenas
años el mundo de las editoriales y las librerías se oscurecieron porque un
asesino serial llamado e-bookno perdonaba a nadie: era tan letal como Alien,
Terminator y Depredador juntos.
Todo se volvía rápidamente
digital, según los peores designios de gente que confunde novedades con tendencias.
Quizás en parte todo esto acentuado por la crisis de las grandes cadenas
estadounidenses que fracasaron como modelo: Borders, Barnes and Noble,
etcétera.
Jon Sealy hizo lo que todo
periodista sensato y dueño de su oficio debería hacer: abandonar el escritorio
y agarrar la calle, con su block de notas. Y realizó una investigación rica en
matices y curiosidades con las voces de los protagonistas.
Buscó información de
editoriales independientes pequeñas pero reconocidas, a lo largo y ancho de
Estados Unidos. Como Milkweed Editions (Minneapolis); Curbside Splendor (South
Loop, Chicago); Melville House Printing (Brooklyn, NY); Hub City Press
(Carolina del Sur); y Deep Vellum Publishing (Dallas).
En todos estos casos, los
sellos quieren abrir librerías por un problema de costos de alquiler de
oficinas; por mejorar el lugar que ocupan sus libros en la exhibición de los
puntos de ventas; y por acercar los libros (el carácter de cada editorial) a
los lectores a través de una agenda cultural que busca el debate, la discusión
y la formación.
Dos proyectos que no son
editoriales también se han sumado a esta tendencia. Bookmarks (un festival con
mucho prestigio en Carolina del Norte y del Sur) y el Tulsa Literary Coalition
(Oklahoma), quieren abrir librerías en sus respectivos centros de incidencia
cultural.
El caso de Milkweed Editions
resulta aleccionador: tenían problemas de costos Se unieron con gente en
situaciones económicas similares. El Loft Library Center y el Minnesota Center
for Book Arts crearon un proyecto: consiguieron donaciones y subvenciones
enormes, y compraron un edificio a la vera del río Mississippi. Lograron algo
inimaginable: generar una expansión cultural en una zona deprimida
comercialmente.
En un contexto diferente y
con enormes distancias, en Venezuela pequeñas y medianas librerías vienen
desarrollando el trabajo de centros culturales con foros y presentaciones de
libros. El Buscón (Paseo Trasnocho); Kalathos (Los galpones); Sopa de letras
(Los secaderos de la Trinidad).
Y quizás en el horizonte del
corto plazo lo que se ha planteado Garcilaso Pumar con Palabras Mayores se
pierde de vista. Unir en una red cuatro librerías: Lugar Común (Altamira),
Alejandría (Paseo Trasnocho), Ludens (Mérida) y Amaranto (Margarita), que acaba
de inaugurar como librería esta semana en Pampatar. Un circuito para
desarrollar actividades culturales “polivalentes’’.
Esta es apenas la punta del
iceberg de lo que ocurre en el mundo, y de lo que empieza a contagiarse en
Venezuela. La esperanza está ahí. Vivimos un proceso de cambio y renovación,
que muchos apenas quieren ver y que ayudarán a quitarnos las telarañas de 17
años tenebrosos. Quedan fantasmas entre telarañas, pero están dando patadas de
ahogado. Lo que viene sí es bueno.
30-07-16
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