Por José Ignacio Guedez
La tragedia más grande que
se vive en Venezuela y de la que muy poca gente habla, es el dato científico de
que aquí nadie puede vivir de su trabajo. Se dice fácil, pero un país en el que
trabajar “no paga” está destinado a una catástrofe social, la cual apenas
comienza. Actualmente estamos en pleno proceso de devaluación oficial sin
precedentes a través del cual los “precios justos” se han dolarizado
multiplicándose por diez y hasta por veinte en lo que va de año. Lo único que
no esta dolarizado en el país son los salarios de los trabajadores, quienes han
sido escogidos por el “presidente obrerista” como los pagadores y chivos
expiatorios de la crisis.
Primero fueron los alimentos
y ahora le tocó el turno a los servicios. Las nuevas tarifas de la socialista CANTV
para el servicio de internet son elocuentes en este sentido, ya que pasaron de
setecientos bolívares a más de siete mil bolívares de un plumazo, más de medio
sueldo mínimo para contar con el internet más lento del mundo. Pero los
ejemplos son muchos, y es que nada se escapa a ese dólar oficial contable
llamado Dicom que pasó muerto de risa los seiscientos bolívares permitiéndole a
toda la economía ajustar su estructura de costo según ley.
Y esto no es culpa
del capitalismo, sino obra de Maduro TODAY y la ley de precios justos
socialistas, se trata de una devaluación oficial y descomunal de la moneda que
empobreció a más del noventa por ciento del país y arruinó por supuesto a toda
la clase trabajadora. La clase obrera está sencillamente pasando hambre,
mientras que la clase media profesional comienza a vivir su propia tragedia
prescindiendo de servicios como el de telefonía e internet y migrando de la
salud y educación privada a la pública.
Ni el capitalismo más
liberal y salvaje se hubiera planteado esta receta de devaluar el salario de
los trabajadores a un promedio cercano a dos dólares diarios. La política de
aumentos salariales en medio de esta devaluación ha sido la peor estafa
ideológica de la historia. Basta revisar los salarios de los gerentes públicos
de cualquier ministerio para darse cuenta de esta tragedia. Ni hablar de los
pensionados. El verdadero rostro de la crisis humanitaria es este, el de una
clase trabajadores incapaz de subsistir. Sencillamente ha muerto el salario en
Venezuela, al punto que en varios casos ya se pierde plata yendo a trabajar.
Este debe ser el eje de un movimiento reivindicatorio que tenga como objetivo
construir la Venezuela del trabajo con libertad económica y salarios dignos. No
hay un camino para la reconstrucción del país que no pase por restituir el
valor real del salario con el fin de incentivar el trabajo, al tiempo que se
genere confianza para estimular el emprendimiento y la inversión necesaria. El
primer paso está claro, que los trabajadores se pongan al frente del referéndum
revocatorio para sacar a quien les expropió sus ahorros e ingresos para
dejarlos en la indigencia de esperar una bolsa de comida.
22-07-16
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