Por Willy McKey
1
“¿No sabes lo que es tener
una pistola en tus manos?”, les pregunta como si estar saliendo de una universidad
le estimulara una cruel pedagogía, como si de pronto le dieran ganas de
enseñarles algo que no sepan a pesar de haber estudiado. Los está apuntando
desde el asiento de atrás del vehículo, pero su pistola no es el principal
elemento diferenciador de los dos estudiantes aterrados: es el teléfono
convertido en cámara y elemento documental de su triste épica.
2
En la campaña presidencial
de 2012 se dieron a conocer unos datos que, incluso sin estar actualizados
cuatro años después, resultan conmovedores. Cada año, en Venezuela, hay unos
200 mil niños que salen del sexto grado de primaria y no entran en la educación
secundaria. Ese dato tiene dos extremos igual de tristes: sólo 3 de cada
10 niños pasa por la educación preescolar y apenas 3 de cada 10 jóvenes
entran en la universidad. Un dato más: de cada 10 que entran en la universidad,
sólo 3 terminan sus estudios.
Y el martes 19 de julio de
2016 al menos dos estaban siendo amenazados por otro joven una pistola,
saliendo de la Universidad Central de Venezuela.
3
“¡Verga marico! Los estoy
grabando de lacreo y todo así”. Él es quien tiene el control: los dos muchachos
están aterrados. ¿Pero por qué los graba? ¿Quiere recordar que durante un
instante fue el dueño de todo? ¿O es un documento que debe enviar por WhatsApp
a un malandro de mayor jerarquía como prueba de su valentía? ¿Se trata de un
ejercicio de morbo, algo para ver luego con sus colegas y burlarse de esos
muchachos que, cuando les pregunta si “¿Ustedes nunca han agarrado una
pistola?” responden, en una inocente cita del Bartelby, que preferirían no
hacerlo? ¿Por qué los graba?
Las respuesta es mucho más
cruel: los graba porque puede, porque no va a pasar nada si lo hace.
4
Es difícil reducirlo todo a
números: cuesta mucho entender todo el desastre que hay detrás de que de cada
10 niños que entren en la educación primaria sólo 5 la terminen. Al parecer
sólo se habla de educación durante las campañas presidenciales, aunque en
nuestras casas se habla todos los días de secuestros, robos y asesinatos, sin
entender que estamos hablando de lo mismo.
Desde junio de 2013 existe
una Ley de Desarme que no tuvo reglamento sino hasta abril del año siguiente.
Todos los muros de los locales comerciales tiene inútiles letreros obligatorios
que pretenden prohibir las armas de fuego mediante logotipos. Aún así,
resulta que todavía ni siquiera nos queda claro cómo tenemos que inventariar
nuestros muertos.
En Venezuela existe un
déficit que supera los 900 preescolares y casi alcanza los mil liceos. Visto
así, justo cuando un niño se transforma en adolescente debe decidir entre
quedarse en su comunidad o irse para poder estudiar. Y la impunidad que desde
hace años es moneda común muchas veces transforma esa diatriba en elegir entre
el cuaderno o la pistola. Una presa fácil para cuando llegue alguien y le
pregunte por primera vez: “¿No sabes lo que es tener una pistola en tus manos?”
5
Los nervios del joven que va
de copiloto lo empujan a cometer un error que, en medio del juego macabro de
grabar su triste épica e incluso dejarnos su sonrisa anclada en la pantalla,
pasa desapercibido para el malandro.
— ¿’Tan cagaos?
— No… bueno, más o menos, hermano. De verdad que el miedo a la vida es jodido…
— ¿Ustedes nunca han agarrado una pistola?
— No, pero preferiría no hacerlo.
— ¡Es que no pienso dártela! ¿Tú crees que yo soy güevón o que soy gafo? ¿Ah?
¿Yo soy gafo? Dime, pues: ¿yo soy gafo?
—No, hermano. Tú no eres gafo. No eres gafo. No eres gafo, te lo prometo,
pero no me mates.
— No… bueno, más o menos, hermano. De verdad que el miedo a la vida es jodido…
— ¿Ustedes nunca han agarrado una pistola?
— No, pero preferiría no hacerlo.
— ¡Es que no pienso dártela! ¿Tú crees que yo soy güevón o que soy gafo? ¿Ah?
¿Yo soy gafo? Dime, pues: ¿yo soy gafo?
—No, hermano. Tú no eres gafo. No eres gafo. No eres gafo, te lo prometo,
pero no me mates.
“De verdad que el miedo a la
vida es jodido”, dice el copiloto. Es evidente que se refiere al terrible miedo
a la muerte que implica tener a un hombre capaz de asesinarte apuntando a tu
nuca mientras se graba.
Ninguno de los muchachos
parece pasar los 25 años, así que han crecido viendo cómo se vuelven virales
los videos de linchamientos, de presos jugando con cabezas degolladas, de
enfrentamientos filmados por cámaras de seguridad. Intentan hacer vida
universitaria en medio de la violencia, pero pertenecen a una generación que no
ha podido testimoniar la simple idea de que los delincuentes tengan al menos un
poco de miedo a equivocarse. Estudiar e intentar crecer conviviendo con la
impunidad: eso también es muy jodido. No debería extrañarnos que ante la
idea de quedarse también respondan que preferirían no hacerlo.
“De verdad que el miedo a la
vida es jodido”. Muy jodido.
Hoy en Venezuela no es la
muerte lo que nos da miedo: es la vida. Es esta vida la que nos aterra, pero
aún así hay quienes tienen la oportunidad de imaginar lo que significa tener
menos de 25 años y una pistola en las manos, pero preferirían no hacerlo.
Es terrible: la frase “De
verdad que el miedo a la vida es jodido” ya es capaz de resumirnos.
21-07-16
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