CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 09 de abril de 2017
@CarlosRaulHer
El TSJ
prácticamente disolvía la Asamblea Nacional –un fujimorazo sin tanques–, pero
la subsecuente reacción de la Fiscal Luisa Ortega erradicó la Sentencia hasta
de la página WEB, complejidades que debieran ayudarnos a superar el daltonismo
que a veces nos priva de una gama enorme de colores de la realidad. Los más
ingenuos hacen uso de la astucia chapulín para demostrar que todo ha sido una
maniobra del gobierno para confundirnos y la Fiscal, una actriz. Un ejemplo y a
la vez detalle humorístico –pero asombroso– es que hay por ahí un grupo que
exigía a quien quisiera ser militante, reconocer que en Venezuela hay una
dictadura y cualquier titubeo sería propio de colaboracionistas, es decir,
herejes, brujas, sirvientes del diablo. La Gestapo observaba, arrestaba por
sospechosos y pasaba a la cámara de torturas a quienes oyeran usar determinadas
palabras criptocomunistas.
Con
igual mecanismo del intelecto, en los debates teológicos medievales los
nominalistas creían que las cosas existían al nombrarlas y muchos fueron a la hoguera
por dudar. En un enfoque constitucional legítimo podría hablarse de una cadena
de golpes o de un golpe continuo desde hace dieciocho años. Suspender los
diputados de Amazonas, declarar en “desacato” nada menos que al órgano de la
soberanía popular, no pagar los sueldos, no asistir a las interpelaciones, no
reconocer su nueva directiva, son sucesivos microgolpes de Estado en su sentido
estricto (un poder que de facto usurpa o desconoce atribuciones otro), micro
ACVs en las instituciones democráticas. Pero revolución es justamente antítesis
del concepto moderno de Constitución, norma que existe para consagrar la
inviolabilidad de la vida, la libertad y la propiedad, y limitar las
atribuciones del poder.
Nuevos y viejos leninistas
La
revolución, por el contrario, se establece para liquidar el Estado de Derecho
burgués y expropiar los derechos a la vida, la libertad y la propiedad. En
Quienes son los amigos del pueblo… Lenin dice que “la ruptura completa y final
con los demócratas es inevitable e imperativa”. Eso nos permite otra
perspectiva, ya no constitucional sino match-política: un enfrentamiento entre
Estado Vs. Sociedad en el que el primero despliega desde hace dieciocho años
una estrategia gradual para desintegrar los dominios sociales y crear una sola
potestad, a lo que la sociedad naturalmente se opone. La revolución necesita
requisar las jurisdicciones autónomas de la ciudadanía y decapitar la Asamblea
es un paso necesario, así como los gobernadores y alcaldes, y que el país no se
haya batido como una fiera para defender su elección fue una ceguera
irreparable.
Es de
match-política que el núcleo duro revolucionario se haya lanzado sobre el
cuello de la AN en esta coyuntura de debilidad por efecto de annus terribilis
2016. Se pensaba que funcionaba la
aplanadora unánime y se emplearía a fondo. Pero la Fiscal Ortega Díaz se salió
del carril y cuestionó, con la fuerza que le da su ubicación en el círculo del
poder, la ruptura del orden constitucional, y se sospechaban reacciones
similares de otros miembros del Poder Moral, una seria grieta. Eso produjo las
tartajeantes decisiones posteriores que regresan la situación donde estaba
antes del estallido de cólera que quiso degollar el Poder Legislativo. Puede
pensarse que a partir de este momento comienza en el gobierno la cadena de
operaciones que conduciría a destituir a la Fiscal, cosa que
constitucionalmente no parece viable porque tendría que hacerlo la Asamblea
Semivírgenes
Aunque
a los que mandan eso parece rodarle, no es así cuando se refiere a efectos
políticos en el chavismo y en la FAN. Y lejos de extraviarse por otras veredas,
la respuesta democrática debía ser tomarle la palabra al presidente Maduro en
su alocución e invitar los mediadores internacionales, y dirigir todos los
esfuerzos a elecciones de gobernadores y alcaldes este año, y presidenciales en
2018. Este tormentoso episodio es propio de lo que Giovanni Sartori llama
semidemocracias o semidictaduras, a las que se ajustan las instituciones
actuales y sería inimaginable en una dictadura cerrada dicha, como las de
Videla o Pinochet– y muchísimo menos en una dictadura totalitaria, como Cuba
(aún) o Norcorea (Hitler simplemente pasó ejecutó a Roems y las SA). Howard
Hiarda, profesor de Harvard plantea una curva de hamaca con varios grados
intermedios entre la democracia plena y la dictadura cerrada.
Para
ubicar cada país en la curva, analiza en cada uno grupos de variables políticas
y económicas para evaluar si los países avanzan en el proceso democrático o por
el contrario, retroceden hacia la dictadura. En 1989 con la incorporación de la
elección directa de gobernadores y alcaldes, la apertura económica, la
incorporación de partidos opositores al control de importantes estados,
Venezuela avanzó casi hasta la democracia plena. No tuvimos capacidad para
manejar un país que triunfaba y hoy se encuentra cerca del rango contrario y
con la posibilidad de ir más allá de la antimeta. El elemento decisivo para su
lugar terminante será el compromiso constitucional de convocar elecciones presidenciales
el año próximo y, naturalmente, las de gobernadores y alcaldes durante éste.
CARLOS
RAÚL HERNÁNDEZ
@CarlosRaulHer
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