Fernando Mires 08 de abril de 2017
No hay
nada más absurdo que una reciente discusión desatada a través de las redes
sociales. Puede ser resumida en un dilema: ¿hay que salir de Maduro para hacer
elecciones o hay que hacer elecciones para salir de Maduro? Falso dilema: ambas
preguntas no son más que las dos caras de una misma moneda.
Efectivamente:
salir de Maduro sin elecciones puede ser posible. Pero solo puede ser posible
si se lucha por las elecciones. Esa verdad tan simple no puede ser entendida
por esos sectores de la oposición mal denominados radicales.
Luchar
por las elecciones significa encauzar y mantener la resistencia a lo largo de
la ruta constitucional. Significa, por lo mismo, asumir radicalmente la
legitimidad de la ley. No hacerlo significa, a su vez, lo contrario. Significa
renunciar a la razón constitucional para regalársela al enemigo.
La
línea central de la oposición ha sido definida por la mayoría de sus representantes como electoral, pacífica,
constitucional y democrática. Esa definición ha hecho posible un acontecimiento
inobjetable: la inmensa mayoría de la opinión pública mundial apoya en estos
momentos a la oposición venezolana. Pero la apoya porque esa oposición está al
lado de la Constitución, es decir, a favor de las elecciones. A la inversa: sin
el repudio mundial a Maduro y su mafia, el pueblo venezolano no se habría
atrevido a salir masivamente a las calles a luchar por el derecho más elemental
de la condición ciudadana: el de elegir libremente a sus representantes. Hay,
en consecuencias, una dialéctica inseparable entre la razón electoral, la
resistencia popular y la opinión mundial. Si eliminamos a uno de esos términos,
termina esa dialéctica.
El
régimen está acorralado. La inhabilitación a Henrique Capriles –precisamente el
líder que más consecuentemente ha optado por la vía electoral- ha terminado por
demostrarlo.
Si el
régimen cede frente a la presión popular, democrática, nacional e internacional
y convoca a elecciones, perderá. Pero si no las convoca y continúa proclamando
su mensaje de sangre y fuego, terminará tan deslegitimado -incluso ante sus
propias huestes- que mucho más temprano que tarde deberá irse. Esas son las
razones por las cuales renunciar a la exigencia electoral significaría
renunciar a la principal arma de lucha de la oposición.
Elecciones
sí: esa es la frase que no se puede transar.
Elecciones
sí quiere decir Maduro no: con elecciones o sin elecciones.
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