Por Alberto Lovera
Poco le duró al gobierno haber
retomado la iniciativa política, tras haber interrumpido el proceso de
activación del referendo revocatorio, de posponer las elecciones regionales y
hacer naufragar la mesa de diálogo, colocando a la MUD en aprietos. Su
arrogancia lo cegó. Menospreció el reclamo de cambio de los venezolanos y la
capacidad de las fuerzas democráticas de retomar nuevos bríos. Ha vuelto a
perder la iniciativa y se encuentra a la defensiva.
Se creyó que podía ignorar que
está en minoría en el favor popular porque cuenta con recursos de poder para
prolongar su dominio autoritario. Se vuelve a equivocar.
Aunque la reingeniería de la
MUD ante los nuevos retos ha sido a una velocidad menor de la esperada, ha
empezado a mostrar las potencialidades de la articulación de la protesta social
y el accionar político, con respeto a cada esfera.
El proceso de revalidación de
los partidos políticos a los que fueron obligados por el CNE y el TSJ se
transformó en una jornada de reafirmación de la voluntad de cambio. Que
alrededor de un millón de ciudadanos se hayan registrado en este proceso no es
detalle menor y no puede ser minimizado.
Aunque algunos han
menospreciado injustamente la actuación de la Asamblea Nacional, asediada
tratando de neutralizarla, ella ha logrado ser el valladar para impedir o poner
en evidencia los abusos de la cúpula del poder que pretende saltarse los
preceptos constitucionales para perpetuarse.
Si el TSJ trató de sustituir a
la AN y darle poderes absolutos al Presidente en una jugada temeraria, es
porque creían que habían sumido en la desesperanza al pueblo, pero lo que
lograron fue poner al descubierto las fisuras del bloque en el poder, reactivar
la resistencia democrática y obligar a los gobiernos del mundo a pronunciarse
ante la ya evidente violación sistemática del orden constitucional y
democrático. Como diría nuestro estimado Teodoro, hicieron como Chacumbele, que
el mismito se mató.
De nuevo está en la agenda, y
ahora con más fuerza, la exigencia de convocar a elecciones que están vencidas
o por vencerse, reconocer las atribuciones del parlamento, la libertad de los
presos políticos, como parte de una salida constitucional, electoral y pacífica
de la crisis nacional. Para ello habrá que mantener la presión de la protesta
ciudadana articulada con las acciones de la dirigencia democrática, que se
reconectó con un pueblo que nuevamente mostró que se activa en los momentos decisivos,
en esta tarea titánica que requiere de mucho tino, alejada del voluntarismo
estéril, porque Venezuela merece y requiere cerrar este capítulo oscuro, y
hacerlo en democracia para que nos reencontremos y elijamos a gobernantes que
se preocupen por los intereses de la gente, y no como los actuales que han
sometido al pueblo venezolano a enormes privaciones por su afán de perpetuarse
en el poder a cualquier precio.
07-04-17
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