Editorial SIC 793 Abril 2017
Las decisiones asumidas por el
Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional de fecha 28 y 29 de marzo
del presente año (Sentencias 155 y 156) suponen un claro golpe de Estado y un
desenmascaramiento definitivo del gobierno como una dictadura. La revista SIC y
el Centro Gumilla fieles a su condición de instancias defensoras de la
democracia como sistema de convivencia de los venezolanos y como sistema que,
con sus defectos (muchas veces señalados por nosotros), es garantía de la
protección de los derechos humanos, nos oponemos como ciudadanos a este abuso
por parte de un grupo de militares y civiles que con la única intención de
proteger sus intereses particulares y ambición de poder, han sometido a toda la
sociedad venezolana.
Hemos venido señalando en
diversos editoriales el proceso de degradación del actual gobierno y de la
política en general en Venezuela. Las situaciones de hambre, represión, falta
de atención e insumos médicos básicos, que hemos definido como crisis
humanitaria en un país en el cual tales circunstancias resultan inexplicables
en el fondo pueden ser leídas como una política expresa de sometimiento de la
población, cuyo objeto fue y es evitar el levantamiento popular frente a un
auto golpe.
En esa misma medida, las
continuas detenciones de diversos políticos venezolanos, que incluyó
recientemente a un diputado suplente del parlamento, fueron signos de las
decisiones que ya estaban asumidas. Las libertades se fueron conculcando cada
vez con mayor fortaleza, lo que incluyó el cierre de varios medios entre los
cuales vale recordar la clausura de CNN y las amenazas nuevamente de cierre a
Globovisión. También el desprecio con el cual se ha tratado a la comunidad
internacional, comenzando con el mismo Vaticano en la persona del Secretario de
Estado Cardenal Pietro Parolin, cuando le envió una carta al gobierno
venezolano señalando sus incumplimientos en los acuerdos alcanzados en el
malogrado diálogo de finales del año 2016. Este mismo tratamiento recibió
Mercosur, la OEA y es de esperar que continúe en otros foros.
Ambas sentencias del TSJ no
son más que un colofón a la actitud asumida por el Gobierno frente a la derrota
electoral sufrida en diciembre de 2015 y que consistió en el mero
desconocimiento de los efectos del resultado, la negación de la voluntad
popular y el no sometimiento a las reglas democráticas. Desde el principio se
usó como ariete al Poder Judicial (por cierto nombrado de forma ilegítima) para
intentar darle una apariencia de legalidad a los actos, pero en el transcurso
del tiempo la máscara se fue degradando hasta llegar a esta necesidad de emitir
una decisión que supone una clara violación a la Constitución que supuestamente
pretende proteger. Es evidente que la fuerza de esas decisiones están
sustentadas en las armas que posee el grupo que ejerce la actual dictadura,
tanto desde el sector castrense, como en los grupos civiles armados y con el
apoyo de Cuba como Estado que ha prestado su muy eficiente sistema de
vigilancia y control.
Nos enfrentamos a una
dictadura como ciudadanos y como cristianos. Tenemos presente lo dispuesto en
los artículos 333 y 350 de la Constitución que nos exigen hacer todo lo que de
nosotros dependa para la restitución de las libertades. Se trata del accionar
como ciudadanos a través de la protesta pacífica, sin armas, sin violencia y en
resistencia al abuso del poder. Se trata de usar la palabra y la razón a pesar
de que la misma en tiempos de turbulencia le cuesta encontrar su camino. Se
trata de no caer en el chantaje de la fuerza y alegar nuestros derechos y el
derecho de una solución democrática y electoral.
Como cristianos nos
corresponde acompañar este ya largo viernes santo que ha vivido nuestro pueblo.
El hambre sigue presente, la falta de medicinas, las operaciones violentas de
la OLP, los malos servicios públicos o su desaparición, la inseguridad, que se
suman y agravan otros males que tienen larga data. Pero somos conscientes que
este paso dado por el TSJ supone una nueva estación en este viacrucis del
pueblo venezolano, un despojo más, una nueva espina, otro golpe en este camino
tortuoso en el cual llevamos varios años.
En los contextos de viacrucis
son vitales las presencia de Cirineos que ayudan a llevar la cruz, de Verónicas
que limpian el rostro, de Marías que dan fortaleza en el caminar y de guardias
que reconocen en medio del dolor la presencia de Dios. Pero no queremos
quedarnos en la pasión, pues esto no es cristiano, sino que aun siendo
conscientes de la pasión y que quizás nos toque sufrir por seguimiento de la
verdad lo mismo que a Cristo, a la vez, buscamos la resurrección que es el
triunfo al final de la Verdad y la Vida.
Queremos caminar hacia la
verdadera libertad que supone reconocernos todos como miembros de una comunidad
política que respeta los derechos de todos, que permite verdaderos caminos de
desarrollo, que propicia una auténtica solidaridad. Esto requiere de la
democracia formal como un elemento que aunque insuficiente es imprescindible.
Respeto al Estado de Derecho, separación de poderes, legitimidad del parlamento
como instancia de control y decisión democrática.
07-04-17
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