Por Maolis Castro y Alfredo
Meza
La situación vivida en
Venezuela después de que el chavismo se viese obligado a dar marcha atrás
y devolver a la Asamblea Nacional, en poder de la oposición, sus
competencias ha revivido las dudas sobre una uniformidad dentro del chavismo en
torno a la figura del presidente, Nicolás Maduro. A la presión internacional se
unió la declaración de la fiscal, Luisa Ortega Díaz, quien aseguró que la
sentencia del Tribunal Supremo por la cual despojaba de poderes a la Asamblea rompía
el “orden constitucional”. El silencio de otros poderes públicos, como la
Defensoría del Pueblo, y sobre todo el de los militares, ha acrecentado la
tensión.
“Es posible que [la fiscal]
tenga respaldo dentro del Gobierno. No creo que haya hecho esto si no tuviera
un apoyo extrainstitucional”, asegura la politóloga Colette Carpiles. El
mandatario venezolano no ha tenido el completo espaldarazo de la legión
del presidente
Hugo Chávez. La disidencia del oficialismo se ha agrupado
desde el comienzo del Gobierno de Maduro en un movimiento llamado Marea
Socialista, integrado por exministros y funcionaros de Chávez. Sin embargo,
para Carpiles, es complicado descifrar lo que ocurre realmente dentro del alto
gobierno. “No es un secreto que existen distintos grupos dentro del Gobierno,
jerarquizados según una estructura de cercanía o no a Maduro. Están unos más
radicales ideológicamente que otros, siendo más leales al presidente
precisamente los más extremistas. Desde un comienzo la gran lucha de Maduro ha
sido tratar de imponerse con un liderazgo como el de Chávez”, indica.
Las fisuras en el Gobierno
habían sido un secreto a voces hasta estas declaraciones. Hace tiempo que
Ortega Díaz, en un principio relacionada con Diosdado Cabello, el segundo hombre del chavismo, no
responde con lealtad a las directrices del régimen de Maduro. La funcionaria ha
enviado señales distintas a la institucionalidad madurista, al revelar cifras
oficiales de homicidios y oponerse a las razzias, conocidas como OLP
(Operación de Liberación del Pueblo) para combatir el delito, por ejemplo. “La
rectificación se hace con una voz que es institucional (la fiscal), un
indicador de que el régimen no es monolítico. Por tanto, se cumple otra
condición para un cambio de gobierno: el bloque dominante debe estar dividido”,
agrega la politóloga.
Muchos procesos penales contra
opositores han sido descartados en el Ministerio Público. El Supremo ha tratado
de dirigir el enjuiciamiento de civiles, especialmente de diputados, a los
tribunales militares, una irregularidad en las leyes venezolanas. De ahí que la
sentencia 155 del TSJ, que despoja de inmunidad a los parlamentarios, conceda
un poder espacial al presidente de Venezuela para modificar legislaciones con
la inminente posibilidad de abrir juicios militares a cualquier ciudadano.
El papel que juegan los
militares es también objeto de rumores y múltiples teorías. Apenas el sábado se
dejó ver el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, en un acto con
Maduro. El jefe del Estado volvió a dar por superada la controversia que surgió
entre los poderes públicos, después de que el Tribunal Supremo de Justicia se abrogara las funciones
del Parlamento mediante dos polémicas sentencias. El
chavismo intenta desde la tarde del viernes pasar la página como si la
anulación del Parlamento jamás hubiese ocurrido. Cerca de él Padrino escuchaba
las explicaciones, atento y en silencio.
La enigmática actitud del
hombre que controla las armas de la República sigue levantando toda clase de especulaciones
en Venezuela. Maduro ha querido restar importancia a los rumores mostrándose a
su lado en un acto más bien intrascendente. Pero cuando el ministro de la
Defensa acepta la compañía del presidente en medio de una crisis también está
mandando un mensaje. Las fuerzas armadas dan por buena la solución encontrada
por Maduro para evitar que creciera la condena internacional contra el régimen.
Y es también una advertencia muy clara: la institución no está dispuesta a
acompañar a Maduro en sus apuestas personales.
La respuesta, o quizá la falta
de ella, se corresponde con el comportamiento de los oficiales desde 1958,
cuando cayó la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En los golpes de
Estado contra Carlos Andrés Pérez, en 1992, en el putsch contra Hugo
Chávez en 2002, los militares siempre apostaron por darle su apoyo al
gobierno y aislar los intentos de desconocerlos porque entendían
que así actuaban conforme al estado de derecho.
Hay una idea que ha calado
hondo entre los uniformados muy a pesar de los esfuerzos del chavismo de
convertirla a la institución en su guardia pretoriana y de obligarlos a
desempeñarse en asuntos propios de la vida civil. Se obedece a la Constitución
y se respeta la majestad que encarna el cargo de Presidente de la República. No
hay una defensa incondicional del hombre que ejerce la primera magistratura.
La prueba más reciente de la
resistencia de las fuerzas armadas a desconocer resultados adversos al chavismo
la ha ofrecido el exministro de Alimentación, Hebert García Plaza, al diario
estadounidense El Nuevo Herald. El exfuncionario, militar de carrera, afirma en
una entrevista publicada el sábado haber estado presente en una reunión
celebrada e la víspera de las elecciones sobrevenidas de abril de 2013, que
eligieron al sucesor de Hugo Chávez, en la que el entonces director de la
policía política, Miguel Rodríguez Torres, planteó al ministro de la Defensa de
la época, Diego Molero, desconocer un eventual triunfo del aspirante opositor Henrique Capriles Radonski. “La
cúpula militar se resistió a cumplir la orden del gobierno”, afirmó García
Plaza. Al final no fue necesario. Maduro se impuso por menos del 2 por ciento y
los militares aceptaron el resultado a pesar de las numerosas irregularidades
ocurridas.
A Padrino López le atribuyen posturas
similares en las elecciones parlamentarias que le dieron a la oposición el
control del legislativo. No hay evidencia independiente que sustente esas
versiones. Pero los venezolanos prefieren creer a pie juntillas en el poder de
coacción de las fuerzas armadas. Siempre tienen la última palabra.
03-04-17
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