Por Conferencia Episcopal de
Venezuela
En la carta suscrita por el
presidente de la CEV, el arzobispo de Cumaná, Diego Padrón, además de su
directiva: los monseñores José Luis Azuaje Ayala, Mario Moronta, Víctor Hugo
Basabe, y los cardenales Jorge Urosa Savino y Baltazar Porras, los pastores de
la Iglesia católica llaman a la desobediencia civil.
Los obispos consideran
que las
sentencias del Supremo Tribunal «son decisiones
moralmente inaceptables y, por tanto, reprobables». Las dos sentencias,
producto de unas medidas que sobrepasan el ejercicio equitativo del
poder, han
provocado reacciones de numerosos países y pueden generar en
Venezuela, a su juicio, una escalada de violencia.
También denuncian que existe
una distorsión en el ejercicio del poder en Venezuela. «Parece que todo
gira en torno a lo político, entendido como conquista del poder, olvidando que
las necesidades reales de la gente reclaman otra visión del poder». La
incapacidad para dar solución a la escasez y carestía de los alimentos y
medicinas, la creciente violencia, la incitación al odio y el desconocimiento
de las normas elementales para una convivencia en paz, son, entre otras,
las causas que nos tienen «sumidos en un marasmo que entorpece el entendimiento
y el progreso».
La jerarquía venezolana
sostiene en su carta que «una nación sin Parlamento es como un cuerpo sin alma.
Está muerto y desaparece toda posibilidad de opinión divergente o
contraria a quienes están en el poder». Se abre así la puerta a la
arbitrariedad, la corrupción y la persecución, «un despeñadero hacia la
dictadura siendo, como siempre, los más débiles y pobres de la sociedad los más
perjudicados».
A continuación, el texto
completo:
1.- Los acontecimientos de los
últimos días, la reunión de la OEA y las decisiones del TSJ, plantean a la
conciencia de los que habitamos este país una seria reflexión. Lo sucedido ha
repercutido en las instancias políticas, jurídicas y sociales nacionales e
internacionales. Es un claro indicio de que se trata de una nueva crisis nacional
sumamente grave que lesiona la democracia y la convivencia de los venezolanos.
2.- En nuestra condición de
pastores de la Iglesia Católica, sentimos que estamos ante unas ejecutorias que
desconocen e inhabilitan el órgano público que representa la soberanía popular,
en función del ejercicio omnímodo y unilateral del poder, sin tomar en cuenta a
la gente. Son decisiones moralmente inaceptables y, por tanto, reprobables. Las
dos sentencias, producto de unas medidas que sobrepasan el ejercicio equitativo
del poder, han provocado reacciones de numerosos países y pueden generar en
Venezuela una escalada de violencia.
3.- Existe una distorsión en
el ejercicio del poder en Venezuela. Pareciera que todo gira en torno a lo
político, entendido como conquista del poder, olvidando que las necesidades
reales de la gente reclaman otra visión del poder. La incapacidad para dar
solución a la escasez y carestía de los alimentos y medicinas, la creciente
violencia, la incitación al odio y el desconocimiento de las normas elementales
para una convivencia en paz, son, entre otras, las causas que nos tienen
sumidos en un marasmo que entorpece el entendimiento y el progreso.
4.- Más allá de las
consideraciones jurídicas y constitucionales, la eliminación de la Asamblea
Nacional, suplantándola por una representación de los poderes judicial y
ejecutivo, es un desconocimiento absoluto de que la soberanía reside en el
pueblo y de que a él le toca, en todo caso, dar su veredicto. Una nación sin
parlamento es como un cuerpo sin alma. Está muerto y desaparece toda
posibilidad de opinión divergente o contraria a quienes están en el poder. Se
abre la puerta a la arbitrariedad, la corrupción y la persecución, un
despeñadero hacia la dictadura siendo, como siempre, los más débiles y pobres
de la sociedad los más perjudicados. Por estas razones, repetimos, esta
distorsión es moralmente inaceptable.
5.- Desconocer la existencia
del otro y sus derechos es, sencillamente, destruir toda posibilidad de
convivencia democrática y plural. Es más bien una provocación a la desesperanza
ante el atropello de derechos fundamentales del que todo gobierno debe ser el
primer garante. Por el contrario, es necesario generar gestos valientes e
iniciativas innovadoras que motiven a esperar contra toda esperanza (Cf. Rom.
4,18), para construir una convivencia libre, justa y fraterna; es tarea que nos
compete a todos, cada cual según su posición. Es una responsabilidad ineludible
porque frente al mal nadie puede permanecer como simple espectador. El llamado
es a ser protagonistas del presente y del futuro de nuestro querido país
(Exhortación de la CEV, Enero 2017).
6.- Estamos muy cerca de la
Semana Santa. Para los católicos la conmemoración de los atropellos contra
Nuestro Señor Jesucristo es un urgente llamado a tomar conciencia y a actuar de
manera pacífica pero contundente ante la arremetida del poder. No se puede
permanecer pasivos, acobardados ni desesperanzados. Tenemos que defender
nuestros derechos y los derechos de los demás. Es hora de preguntarse muy seria
y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia
civil, las manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes
públicos nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas.
7.- Como católicos, debemos
vivir los actos religiosos de la Semana Santa, conmemoración de la pasión y
resurrección de Cristo, las celebraciones litúrgicas y los actos piadosos, con
un contenido social que nos ayude a mantener la esperanza, la alegría y la
solidaridad, en medio de las naturales diferencias, propias de los seres
humanos.
8.- Invocamos la Intercesión
del Nazareno y de María Santísima para que esta hora menguada que vive nuestra
patria encuentre, en la sensatez y prudencia de sus hombres y mujeres, los
caminos para superar tan grave y riesgosa crisis. Con nuestra afectuosa
bendición episcopal.
Con nuestra afectuosa
bendición episcopal.
Diego
Rafael Padrón Sánchez
Arzobispo
de Cumaná
Presidente
de la CEV
José
Luis Azuaje Ayala
Obispo
de Barinas
1°
vicepresidente de la CEV
Mario
Moronta Rodríguez
Obispo
de San Cristóbal
2°
vicepresidente de la CEV
Víctor
Hugo Basabe
Obispo
de San Felipe
Secretario
General de la CEV
Emmo.
Sr. Cardenal
Jorge
Urosa Savino
Arzobispo
de Caracas
Presidente
de Honor de la CEV
Emmo.
Sr. Cardenal
Baltazar
E. Porras Cardozo
Arzobispo
de Mérida
Presidente
de Honor de la CEV
Ver también: https://www.aciprensa.com/noticias/venezuela-presidente-del-episcopado-alienta-a-resistir-al-estado-opresor-77266/
04-04-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico