Por Mario Villegas, 31/03/2017
Columna de Puño Y Letra
Razón tenía el gobernador Henri
Falcón cuando calificó como una “carnicería de partidos” las sobrevenidas
condiciones del proceso de validación impuestas abruptamente por el Consejo
Nacional Electoral a las organizaciones políticas.
Un proceso originalmente
programado para sesenta días, de la noche a la mañana fue recortado a apenas
dos jornadas de siete horas para cada grupo de partidos en un reducido número
de puntos y máquinas de validación, cuya cantidad y ubicación física varía
según la real gana de la autoridad electoral, cuya obligación de promocionar
institucionalmente el proceso y de informar oportunamente a la ciudadanía
brilló por su total ausencia.
Por si fuera poco, en el acto
mismo de la validación, quien pulsa el botón para seleccionar la opción
escogida por el validante de un partido no es el propio ciudadano sino un
funcionario del cuerpo electoral, de cuya acción no queda prueba alguna al
elector. Del mismo modo, la máquina transmite directamente el resultado al CNE
sin que al testigo partidista le quede ninguna constancia del número de
validaciones efectuadas ese día a favor de su organización. El reporte es
centralizado, de modo que ningún partido tiene la más mínima garantía de que el
total nacional que le adjudique el CNE se corresponda con la suma de
validaciones efectivamente consignadas en cada uno de los puntos de todo el
territorio nacional.
En consecuencia, tampoco le
faltaba razón al diputado Simón Calzadilla cuando dijo que se trata de un
proceso inauditable.
Además, para cada jornada fueron
agrupados varios partidos, lo cual desborda con creces la capacidad real de los
puntos y máquinas de validación en el lapso previsto. A ello se suma la entrega
tardía e incompleta de las credenciales de los testigos, la mudanza subrepticia
de puntos de validación en varias entidades y la celebración de actividades
proselitistas progubernamentales en las cercanías de algunos de ellos, entre
otras fallas e irregularidades.
Así que ha sido una verdadera
hazaña que hasta la fecha, alrededor de 600 mil hombres y mujeres de carne y
hueso, de corazón venezolanista y convicciones democráticas, se apersonaran a
esos puntos y, en abierto reto al autoritarismo y a la persecución política,
hayan podido colocar sus huellas dactilares en apoyo a varias organizaciones
partidistas que no se rindieron, que se prepararon, que se pusieron las pilas y
terminaron por vencer a la degollina.
Lo único auditable de ese proceso
eran precisamente las colas de miles de ciudadanos en paciente espera para
validar a los partidos y con ellos el futuro democrático del país.
Los carniceros, sin embargo,
lograron parcialmente su objetivo al tasajear a numerosas pequeñas
organizaciones, unas que decidieron validar y otras que no, a la espera de
tiempos mejores.
Pero a despecho del gobierno, y
tal vez también de algunos ultrarradicales de presunta oposición, los partidos
Avanzada Progresista, Voluntad Popular, Primero Justicia y Acción Democrática
aceptaron el reto liquidacionista del gobierno y del CNE y recibieron el cálido
y masivo acompañamiento del pueblo. Un pueblo que se resiste a morir de hambre
y de mengua, que añora seguridad social y personal, empleo estable y salarios
dignos, educación, salud y justicia social, y que quiere un cambio democrático
y en paz.
Es de esperar que ese pueblo, que
demostró saber la importancia de los partidos como instrumentos para la acción
política y la participación electoral, continúe acompañando a las
organizaciones democráticas que están por validar en las próximas jornadas.
Por lo pronto, la exigencia de
elecciones de gobernadores y de alcaldes este año debería presidir el orden del
día de las fuerzas democráticas. No hay razón jurídica, económica, ni
mucho menos moral, que justifique el inconstitucional retraso del CNE en la
convocatoria de las elecciones regionales.
Y a esos efectos, luce necesaria
la pronta celebración de elecciones primarias en el seno de la Mesa de la
Unidad Democrática para escoger candidatos victoriosos a las gobernaciones y a
las alcaldías.
Si pueblo ha habido para validar
a los partidos democráticos, sin duda que pueblo habrá para escoger a sus
mejores candidatos y luego investirlos de autoridad al servicio de las
comunidades.
Pedro Carreño puede seguir
chillando y pataleando, pero partidos democráticos tenemos y, más temprano que
tarde, democracia plena tendremos.
@mario_villegas
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