Trino Márquez 14 de septiembre de 2017
@trinomarquezc
Las
primarias de la oposición, además de poco concurridas, dejaron algunas grietas
entre Acción Democrática y Primero Justicia, dos de los más importantes
partidos de los que integran la Mesa de la Unidad Democrática.
La
baja participación hay que entenderla en el marco del desánimo general que ha
invadido a la oposición. Luego de cuatro meses de enfrentamientos abiertos con
el gobierno y más de ciento treinta asesinatos, la mayoría de ellos de jóvenes,
no se logró ninguno de los objetivos fundamentales planteados. Nicolás Maduro se mantiene en el poder, la
asamblea constituyente se instaló y está funcionando, no se fijaron las
elecciones generales adelantadas y el régimen ha dado un giro aún más
represivo. Este saldo negativo no ha podido ser contrarrestado por los efectos
positivos obtenidos en ese ciclo de luchas: la destrucción de la democracia en
Venezuela se convirtió en el centro de atención de la comunidad internacional,
el gobierno de Maduro se encuentra aislado y desprestigiado, los crímenes de
lesa humanidad y las constantes violaciones a los derechos humanos han sido
condenados por el mundo y la crisis económica y social sigue agravándose, sin
que el gobierno tenga ni la más remota idea de cómo resolverla. Las medidas que
propone –más controles de precio, la cesta de monedas y la operación conejo,
además de necias solo contribuyen a acentuar el descalabro.
A la
raquítica participación de los electores también contribuyó el
desconcierto que crearon dos hechos que
deben separarse. La decisión de acudir a las elecciones para gobernadores, que
dieron origen a las primarias, se adoptó sin que hubiera un debate transparente
previo. A Henry Ramos Allup le pareció obvio que debía participarse, se fue al
programa de Vladimir Villegas en Globovisión y fijó su posición. Le impuso una
situación de hecho a la MUD. Como en los viejos tiempos. La audacia de Ramos
Allup le salió bien a AD. Obtuvo doce de los veintitrés cargos en disputa.
Esperemos que le salga bien también a la MUD y al país en la cita de octubre.
Los
francotiradores que usualmente apuntan hacia la MUD aprovecharon para sembrar
cizaña. Sin proporcionar ningún argumento sólido, acusaron a quienes decidieron
acudir a los comicios regionales de “colaboracionistas”. Después de cuatro
meses de lucha para salir del régimen, todo concluiría, según esos detractores,
en la participación en unas simples votaciones para gobernadores. ¡Una traición
inaceptable! Participar era claudicar, sobre todo después del fraude
constituyente denunciado por Smarmatic. El desconcierto entre los electores fue
mayúsculo. La inhibición en las primarias era una forma de quejarse.
Me
anoto entre quienes defienden la importancia del voto y de las elecciones, no
importa cuán adverso sea el ambiente. Sin embargo, creo que a la gente hay que
tratarla con más respeto del que manifiestan algunos dirigentes, especialmente
cuando se han alimentado expectativas situadas más allá de las fuerzas reales.
De lo
ocurrido hay que extraer algunas lecciones que permitan llegar al 15 de octubre
en las mejores condiciones posibles. Las
fisuras que se abrieron entre AD y PJ, que tienen como escenario lo ocurrido en
Aragua, deberían quedarse allí: un impasse surgido entre dos organizaciones que
se disputaron las preferencias del electorado en un estado del país. Las
posiciones hegemónicas y la arrogancia no son convenientes. Ismael García,
difícil de digerir para una buena parte del electorado opositor, hasta hace
pocos días fue un activo militante de PJ, donde aterrizó después de haber transitado por algunas agrupaciones,
entre ellas, del chavismo, donde llegó a ser el jefe del Comando Maisanta.
Si AD
quiere obtener el triunfo con ese candidato en Aragua, donde el oficialismo
siempre ha triunfado, tendrá que desplegar sus virtudes persuasivas con toda la
oposición, no solo con PJ. Debería despojarse de su arrogancia habitual. Irse a
la televisión o a la radio a regañar a los dirigentes de PJ porque no respetan
la “voluntad de los votantes” no hará más que ahondar las diferencias entre dos
organizaciones que la nación necesita para alcanzar la victoria en esa entidad
tan importante.
La
polémica entre AD y PJ afortunadamente
se circunscribió a Aragua. En el Zulia y otros estados donde las diferencias
entre los candidatos vencedores y el resto de los aspirantes fueron estrechas,
las heridas se sanaron con rapidez y sensatez. El enemigo madurista es
demasiado poderoso e inmoral para estar peleando entre aliados. La tesis del
enemigo principal debe prevalecer sobre cualquier disputa secundaria.
El
Gobierno está haciendo todo lo posible por evitar que la derrota en las
regionales sea catastrófica. Ya exigió
que los nuevos gobernadores se sometan al mandato de la constituyente
fraudulenta. Solicitud intrascendente, pues todos los poderes están subordinados
a ese aquelarre. Vendrán nuevos y más
poderosos misiles. Lo fundamental es que la oposición se mantenga cohesionada
en torno a los candidatos electos, los programas que propongan y las
organizaciones que se formen para impulsar esas candidaturas. Propinarle una
severa derrota al gobierno debe ser el objetivo primordial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico