EWALD SCHARFENBERG 14 de septiembre de 2017
En una
alocución el pasado lunes en la cadena nacional de radio y televisión, el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el controvertido Plan Conejo,
una iniciativa destinada a incentivar la cría de ese animal en espacios urbanos
para el consumo humano. El mandatario llegaba de una gira internacional por
Kazajistán y Argelia, y aprovechó también para informar sobre los resultados
del periplo y anunciar el inicio de una ronda de conversaciones con la
oposición en República Dominicana.
Desde
2013, Venezuela enfrenta una escasez crónica de productos de consumo básico,
fundamentalmente alimentos y medicinas, así como de materias primas para la
producción industrial. Mientras el Gobierno atribuye la situación a un complot
urdido por el imperialismo y la burguesía local, sus críticos achacan la crisis
a la tozudez del régimen, que prácticamente extinguió la base industrial del
país mediante políticas de controles y expropiaciones.
Sea
cual sea su origen, hay coincidencia en un punto: la escasez seguirá
empeorando, una perspectiva inquietante para un país dependiente de las
importaciones y que ahora enfrenta sanciones financieras de Estados Unidos y
muy posiblemente de Europa.
El
Gobierno chavista ha tratado de impulsar cultivos hidropónicos y de corte
tradicional en edificios y terrenos baldíos de las ciudades. Los logros han
sido pocos, a pesar de que creó un ministerio específicamente dedicado a la
agricultura urbana. Ahora, con la caída de los ingresos en divisas que percibe
el Estado y las sanciones internacionales, espera que el espíritu de
resistencia de la población aflore como un incentivo para estas prácticas de
subsistencia.
Al
frente del Plan Conejo está Freddy Bernal, actual ministro de Agricultura
Urbana, que organizó los llamados CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y
Producción), otra de las soluciones diseñadas por el Gobierno para superar las
dificultades en la provisión de productos de consumo básico. Concebidos como
células vecinales para la producción y distribución de alimentos, los CLAP se
han implementado, sin embargo, como un mecanismo de reparto de cajas con
productos de la cesta básica entre los seguidores del Gobierno. Los críticos
del programa cuestionan su naturaleza clientelar y las corruptelas y
sobreprecios a los que ha dado lugar por las compras escasamente supervisadas
de mercancía importada desde países como México y Panamá.
Inicialmente,
Bernal no las tuvo todas consigo con el Plan Conejo. Según reconoció el
ministro durante la intervención televisada del presidente Maduro, la fase
inicial del plan comprendió la entrega de ejemplares de conejos para la cría en
15 comunidades populares del área metropolitana de Caracas. "Pero cuál
sería nuestra sorpresa", relató Bernal, "cuando volvimos y la gente
tenía los conejitos con un lacito porque los habían agarrado como
mascotas", admitió el ministro.
Para
Bernal, un policía que participó en las intentonas golpistas del entonces
oficial del Ejército Hugo Chávez en 1992, todo estriba en un prejuicio cultural
ante el que "la agresión imperial de [Donald] Trump contra el pueblo de
Venezuela" brinda una oportunidad "para revisarlo y cambiarlo [...],
porque han inducido [al país] a comer lo que al imperio le interesa".
En
efecto, el conejo no figura en la dieta regular de los venezolanos.
Regularmente, su consumo se asocia a costumbres de colonias extranjeras
arraigadas en el país, como la canaria o la portuguesa. Sin embargo, Bernal se
ha propuesto vencer esa barrera: "Nos han enseñado que el conejo es una
mascota bien bonita, pero son dos kilos y medio de carne con alta proteína y
sin colesterol". Apenas la nueva iniciativa gubernamental se dio a
conocer, las redes sociales estallaron con comentarios que oscilaban entre la
mofa y la indignación.
"¿Ustedes
están hablando en serio? [...] ¿Ustedes pretenden que la gente se ponga a criar
conejos para resolver el problema del hambre en nuestro país?", preguntó
el gobernador del Estado de Miranda y dos veces candidato presidencial de
oposición, Henrique Capriles. Leonardo Padrón, poeta, columnista de prensa y autor
de algunas de las telenovelas más populares en Venezuela, ironizó en su cuenta
de Twitter: "Bernal dice que a los conejos ya no hay que verlos como
mascotas, sino como dos kilos de carne. ¿En cuánto tiempo dirá lo mismo sobre
los perros?". No son pocos los venezolanos que se preguntan lo mismo.
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