Andrea Sosa Cabrios y Denis Düttmann 17 de septiembre de
2017
El
sociólogo alemán Heinz Dieterich conserva una boina roja que le regaló Hugo
Chávez en 1999. Eran tiempos de cercanía entre el impulsor del “socialismo del
siglo XXI” y el entonces presidente venezolano, que adoptó esa idea como
impronta. La boina dedicada a Mirna, su pareja, luce intacta en su departamento
de Ciudad de México, donde vive desde 1976. La amistad con Chávez, en cambio,
se resquebrajó a partir de 2005, cuando Dieterich dijo que en Venezuela en
realidad no había socialismo en el sentido histórico del término. A Chávez le
molestó. Hoy Dieterich, de 74 años, es duro crítico del presidente Nicolás
Maduro, al que considera una “mala imitación” de Chávez, y vaticina para el
país un “desenlace catastrófico”.
-
¿Cómo describe lo que está pasando ahora en Venezuela?
-Con
la decisión de estrangulamiento financiero de Donald Trump, la situación se
acerca a un desenlace catastrófico. Siendo Estados Unidos el centro financiero
del mundo, la medida de Trump tiene impactos mucho más allá de la simple
posibilidad de contraer nueva deuda vía nuevos bonos. Todas las corporaciones
privadas se orientan en lo que hace no sólo Wall Street sino el Tesoro de
Estados Unidos. Ni China ni Rusia tienen una logística mundial comparable. Esto
es un regreso a los años 60, a la Guerra Fría. Es lo que pasó con el bloqueo de
Cuba: o estás con nosotros o eres nuestro enemigo. Maduro y su tropa no
entendieron que tenían que buscar la solución negociada.
-¿Qué
sigue?
-A mi
juicio, esa medida financiera, junto con algunas otras medidas que vemos en la
reconquista conservadora proestadounidense de América Latina, inician esa
espiral de violencia en la cual a Maduro no le va a salvar que trate de
equilibrar geopolíticamente con China y Rusia lo que Washington no le va a dar.
No entendieron que si bien iban a perder una elección, podían negociar con el
futuro gobierno el control de la fuerza armada y la policía, que quedara en sus
manos para que no hubiese violencia. Esa fue la solución en Nicaragua cuando
los sandinistas perdieron las elecciones. Esa era la única posibilidad de que
la cosa en Venezuela no se convierta en una guerra civil o de paramilitares,
como los “contras” en Nicaragua. Y ahora están a un paso del abismo.
-¿Qué
es el abismo?
-Es la
repetición de Nicaragua. Fuerzas paramilitares organizadas en Colombia, en
sectores de la Amazonia de Perú y Brasil, que empiezan a destruir la
infraestructura. Y eso lleva entonces a una situación más represiva todavía. Ya
está prácticamente cerrada la Asamblea Nacional y la involución democrática
interna en Venezuela se enfoca cada vez más hacia un desenlace trágico,
sangriento. Y con las medidas de Trump ahora pienso que hemos pasado el rubicón
y no veo cómo se pueda arreglar esto pacíficamente. Se podría todavía, pero eso
implicaría un cambio de software del grupo en el poder. Y no hay ningún indicio
de que estén dispuestos a reconsiderar la situación.
¿El
objetivo de las sanciones financieras de Estados Unidos cuál es?
-El
objetivo de la política de Washington en Venezuela es romper la unidad
monolítica de los militares, porque como el gobierno sólo se sostiene por los
militares, si logras dividir esto, el gobierno cae de inmediato. Todos los
factores se enfocan en los militares: el gobierno tiene que mantener la unidad,
la oposición tiene que lograr la división de los militares, Washington también.
Es el centro del poder del sistema.
-¿No
ve otra alternativa?
-Cuando
tú analizas científicamente una sociedad, en el centro del poder está el
Estado. Y el Estado es como una cebolla, que tiene diferentes estratos, pero en
el núcleo está la fuerza armada. Por eso, una revolución nunca ha terminado
mientras no se destruya al Ejército del enemigo. Y eso vale en tiempos de paz.
El último criterio del éxito es la fuerza armada. En Venezuela eso es muy
característico porque el Gobierno está ya con las manos vacías. Hay diferentes
formas de poder en una sociedad: las masas, los medios de comunicación, el
carisma, los dólares. ¿Pero con 20 por ciento de apoyo, a Maduro qué le queda?
Sólo los militares. Todo intento de cambiar al sistema, desde la izquierda,
desde la derecha, se dirige a ese punto.
-¿Hay
alguien que esté asesorando a Maduro?
-A mi
juicio él no tiene un equipo de calidad. Cuando encabezas una empresa o un
gobierno lo que puedes hacer depende de la calidad de tu equipo. El que
realmente tiene el poder es Diosdado Cabello (número dos del chavismo), que en
el levantamiento de 1992 era un teniente de la fuerza armada ideológicamente
derechista. Pero luego se convirtió en la eminencia gris, a través de sus
dossiers que comprometían, porque cuando era ministro del Interior espiaba a
otros ministros. Es un mago de la guerra sucia palaciega. Maduro ha sido la
fachada cómica de la política que Diosdado Cabello manda. Él tiene toda la
información para comprometer a gente, es magistral en intrigas. Un Montesinos,
para usar el ejemplo peruano.
-Hace
unos meses usted escribió que si la crisis se agravaba el próximo paso sería la
dictadura militar. ¿Ve a Venezuela en esa ruta?
-A mí
me parece que Venezuela es una dictadura socialdemócrata. No es una dictadura
fascista, pero se justifica hablar de dictadura porque la voluntad de la
mayoría es absolutamente clara: que quiere un cambio en la política y un cambio
de gobierno. El gobierno ha bloqueado y saboteado sistemáticamente todas las
fechas de elecciones, ha bloqueado al Parlamento con mayoría opositora. Esto
para mí es una dictadura basada en las bayonetas. El paso a una dictadura
militar abierta es muy corto.
-¿Y
qué pasaría entonces?
-Los
militares son muy pragmáticos. Cuando vean que esto no tiene más futuro,
entonces ellos mismos van a dar el golpe. Es lógico porque ellos van a ser los
salvadores de la Patria. Toman el poder, convocan a elecciones y salvan el
pellejo porque van a decir: nosotros les devolvemos la democracia formal con la
condición de que nadie de nosotros va a la cárcel. Y Maduro va al exilio.
Cuando la solución se vuelva desesperada es el paso que van a dar, pero ese
momento no ha llegado todavía.
-Un
golpe militar, pero no para instalarse en el poder.
-La
idea de una dictadura militar estable sería absolutamente descabellada. Los
militares sólo pueden gobernar en determinadas condiciones y en Venezuela no
hay condiciones. Ellos saben que una prolongación de un régimen de facto no
tendría posibilidad de consolidarse porque el gran problema es la economía.
¿Qué saben los militares de economía? Nada. No lo pueden arreglar. ¿De dónde
consiguen el dinero? Ellos no pueden resolver el problema de fondo, pero
podrían ser el puente hacia el regreso a la normalidad de la democracia
burguesa.
-¿Eso
es bueno o malo?
-Sería
mejor la presión de China, Rusia y Cuba para que se negociara la “solución
sandinista” de 1990 cuando fueron las elecciones. Eso sería la solución óptima,
pero si no, la segunda, muy arriesgada y con desenlace poco previsible, es la
división de los militares y un golpe militar de una fracción. Al inicio, habrá
muertos.
-Una
“solución sandinista” para Venezuela. ¿Qué significa?
-Cuando
los sandinistas pierden las elecciones, hay dos fracciones. Una que dice
“nosotros no entregamos el poder” y otra fracción, la de Daniel Ortega, que
dice “eso no tiene futuro, vamos a quedar aislados”. Ortega va con Violeta
Chamorro y le dice: “Ustedes, después de esta guerra criminal de agresión,
ganaron. Pueden tener el gobierno, pero nosotros controlamos la fuerza armada y
la policía por un tiempo”. Los contras tuvieron que aceptar porque los
“gringos” aceptaron. Y eso funcionó y no hubo más sangre. Ni de un lado ni de
otro lado corre la sangre. Es la única solución razonable en esta situación. En
la medida que pase el tiempo, en la medida que Washington se mete más, ya no
puedes hacer esto porque el próximo paso son los paramilitares.
-¿Qué
opina del papel de la oposición reunida en la MUD (Mesa de la Unidad
Democrática)?
-La
oposición está fragmentada. Es un conglomerado heterogéneo, unido por un solo
interés de sustituir el gobierno de Maduro y quedarse ellos. Cuando ganan las
elecciones en 2015, piensan que lograron lo que querían. Subestimaron al grupo
de Maduro. Han perdido la iniciativa estratégica. Maduro y su grupo, a su vez,
la han tomado al inventarse la Asamblea Constituyente. Cuando Washington ve que
va a ganar Maduro arma una estrategia hemisférica para Venezuela a través de
Brasil, Argentina, México y algunos otros, para aislarlo políticamente y,
cuando esto no es suficiente, decide el estrangulamiento financiero.
-¿Se
mantendría unida la Mesa de Unidad Democrática en caso de llegar al poder?
-Eso
depende de quién se imponga. Si esa coalición ganara elecciones entonces
tendría que negociar internamente quién ocupa las posiciones de poder real. Lo
demás es secundario. No sabemos cuáles serían realmente las fuerzas decisivas
dentro de la coalición y no sabríamos cómo sería la correlación de fuerzas en
Estados Unidos, porque a Trump le importa un carajo Venezuela. Yo dudo
inclusive que sepa dónde queda, pero tienes una fuerza en el Congreso que es
extremadamente reaccionaria, fuerte y violenta, como Ted Cruz de Texas, Marco
Rubio en Florida. Eso va a decidir si esa transición puede ser medianamente
pacífica o no.
-¿Hay
espacio todavía para una salida negociada?
-La
gente solo negocia cuando piensa que no puede ganar por otra vía, pero el
gobierno de Maduro no ha llegado todavía a la convicción de que su estrategia
lo va a llevar al abismo. Lo hemos visto en Colombia: 50 años de guerra hasta
que todo el mundo aceptó que militarmente nadie podía ganar. Y cuando llegan a
esa conclusión, entonces negocian. Los que podrían hacérselo entender serían
los chinos y los rusos. Pero China no está todavía con el software de una
potencia mundial de ese tipo, Rusia lo tiene, pero no tiene el poder que tiene
China. A uno le falta el poder, al otro le falta el software.
"Maduro
es una mala imitación de Chávez"
-Se
dice que usted es el ideólogo de Hugo Chávez. ¿Cómo se autodefine?
-Siempre
definí la relación con él como una amistad. Una noche en el Palacio de
Miraflores tocamos el tema de si uno es asesor o no. Y le dije: “Mira, un
asesor cobra y un asesor es un empleado. Yo soy tu amigo porque yo quiero
decirte lo que yo pienso y eso no lo puede hacer un empleado”. Y por lo tanto
dejamos nuestra relación en el concepto de amistad.
-¿Cuánto
influyeron sus ideas en Chávez?
-Él
era teniente coronel y tenía cierta cultura general. Lo que le faltaba era el
contacto con la política y la cultura global. En esto yo podía ser útil. La
segunda cosa era algo más inmediato: la política en cierto sentido es
empresarial. Cuando lanzas un producto, necesitas un “brand name” (marca) y un
discurso de marketing. Le encantó el concepto de socialismo del siglo XXI.
Entonces se apropió de ese concepto. La tercera aportación era que yo le
advertía sobre ciertas ilusiones de gente que lo rodeaba y que no sabía de
economía y que pensaban que se podían modificar sistemas tan complejos como la
economía de mercado moderna simplemente por deseo ideológico.
- ¿En
qué son diferentes Chávez y Maduro?
-La
diferencia es que Chávez era extremadamente inteligente. Y tenía una vitalidad
que le permitía trabajar 18 horas, 20 horas al día. La tercera cosa es que
aprendía muy rápidamente. Hugo tenía un tipo de pensamiento dialéctico, veía un
fenómeno desde distintos puntos de vista. Maduro no tiene nada de esto. Tiene
un pensamiento dogmático. Es incapaz de aprender y eso tiene que ver con que no
lee. Chávez igual que Fidel (Castro) siempre estaba leyendo. Eso explica en
gran modo la catástrofe que estamos viendo. El dialéctico ve más allá de
ciertas estructuras mentales. Maduro es incapaz de abrirse a nuevas visiones de
los fenómenos. Él se llama maoísta porque, según su autodefinición, su
ideología lo es, pero si algo caracterizaba a Mao es el pensamiento dialéctico.
-Muchos
dicen que Chávez tenía más carisma.
-El
carisma en la política es fundamental. Cuando tienes carisma, puedes convencer
y entusiasmar. Los grandes líderes generalmente tienen ese atributo. Maduro no
lo tiene. Es una mala imitación de lo que era Chávez, pero es tan mala que es
caricaturesco. Carisma viene del griego y significa don. Y Chávez lo tenía,
como Fidel lo tenía también, Kennedy, George Washington. Ese atributo facilita
la comunicación con la gente y el respeto de la gente, que es fundamental para
seguir las orientaciones estratégicas del líder. Maduro, cuando imita a Chávez,
y en todo lo imita, enseguida ves que es “fake”, que es una falacia, que es una
imitación barata, una tira cómica. Es una gran hipoteca que él lleva consigo.
-¿No
tiene otra fuente de respaldo Maduro más que los militares?
-Si
solo 20% de la población te apoya y tienes una tasa de inflación este año como
del 700%, si en los últimos tres años el producto interno bruto ha caído un
35%, si la producción de petróleo de 2016 a hoy ha caído 20%, en una situación
así, donde tú no tienes la mayoría contigo, en la cual la economía no está
contigo, en la cual tú gobiernas sobre una mentira, lo único que te mantiene en
el poder son los aparatos de seguridad. La gran narrativa de que el desastre es
el resultado de la agresión imperialista es como que el capitán del Titanic
diga que no chocó contra un iceberg porque todos estaban borrachos, sino que
una potencia hostil hundió el Titanic con un torpedo. Tal es la magnitud de la
falsificación.
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