Freddy Paz 15 de septiembre de 2017
@freddyspaz
No son
fáciles los momentos que nos han tocado vivir a los venezolanos. La escasez de
todo tipo: alimentos, medicinas, buenos servicios, seguridad, justicia, salud,
entre otros; crea en la sociedad, un sentimiento de desazón y desesperanza que
amenaza seriamente la estabilidad emocional de todos los que en esta tierra
habitamos.
Los
venezolanos, somos víctimas de la inflación más grande del mundo, nuestro signo
monetario una y mil veces devaluado, nos empuja por el barranco de la pobreza,
desmejorando la calidad de vida de todos.
No hay
ingreso económico que alcance para cubrir las necesidades más básicas de las
familias, mientras que la maquinita del dinero inorgánico hace de las suyas
para cubrir la voracidad de liquidez de un gobierno que se encuentra inoperante
ante esta debacle de nuestro sistema financiero, al punto que la escasez ya
llegó a la puerta de los bancos porque ni siquiera hay dinero en efectivo.
Es ya
reiterativo enumerar una vez más todos los problemas que nos aquejan a diario y
que todos bien conocemos porque los padecemos en carne propia, así que es
huelga extenderse sobre los mismos una y otra vez.
El
gobierno ha tratado con una política tercermundista, retrograda y autoritaria,
de imponer un control total de la ciudadanía, haciéndonos cada vez más
dependientes de un estado populista que fracasó y que producto de la corrupción
está quebrado; que no tiene ni el dinero ni las ideas para seguir comprando
conciencias y trata de recomponer su estrategia imponiendo más y más controles,
con los cuales nos hundimos y nos aislamos para alcanzar progreso y bienestar
colectivo.
Pero a
mi manera de ver las cosas, el más grave de nuestros problemas es la
intolerancia. Una intolerancia que es producto de 19 años de discurso de odio,
guerrerista, con profundos ribetes de segregación y discriminación social y
mala política.
Han
intentado con cierto éxito sembrar el odio en el corazón de los venezolanos,
odio por nuestros hermanos, indolencia por nuestros padeceres. Diera la
impresión de que esa indolencia campea por nuestras calles y que cada quien
anda en lo suyo, buscando como resolver sus precariedades sin importar las de
su vecino o en muchos casos, las de su propia familia.
Nos
hemos vuelto tan intolerantes que hemos perdido la objetividad de la crítica ó
el poder de disentir, y entre nosotros mismos jugamos a hacer leña del árbol
caído sin dejar siquiera que sus ramas toquen tierra. Todos queremos inmediatez
al costo que sea y muchos de nosotros nos creemos dueños de la verdad absoluta.
Satanizamos hoy lo que ayer aplaudimos. Sin una propuesta ó hoja de ruta, que
pueda cambiar o dar solución a la realidad existente.
Somos
testigos de la inconformidad. Los que ayer demandaban salidas democráticas hoy
que se abre una ventana electoral, piden salidas por la fuerza que saben
inviables. Hacen tribuna en las redes sociales para defenestrar y descalificar
a unos líderes que han apostado todo, hasta su pellejo por rescatar a
Venezuela. Califican de vendidos, de cooperacionistas a quienes han mantenido y
mantienen de manera ecuánime la lucha por la democracia en Venezuela.
Sin
duda el problema venezolano es de carácter político y su solución debe ser
también política. No es sobre la sangre de unos y otros que habremos de salir
adelante. Pero nuestro problema también es de conciencia. Debemos estar
conscientes de que queremos para nuestro país, para nuestros hijos y nuestros
nietos y entender de una vez y para siempre que la lucha es de todos y para
todos y que el objetivo es uno solo, sacar a nuestro país de la miseria y la desesperanza
para construir una nación grande, unida y prospera que es el sueño de todos los
que amamos a nuestra tan depauperada Venezuela. Y dónde entendamos, que a pesar
de nuestras diferencias naturales, seamos capaces de entendernos, y no destruir
lo que juntos, hemos construido hasta hoy.
@freddyspaz
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