Por Jean Maninat
Hay maneras de retirarse, de
dejar el campo de batalla con mayor o menor dignidad. Digamos, caminandito con
paso apresurado, pero con la barbilla en alto y el fusil en la mano; o
corriendo como un demente, tal como el esposo de la señora Lola que nos cantaba
el gran Héctor Lavoe.
En su más reciente
película, Dunkirk (Dunkerque), el cineasta angloamericano Christopher
Nolan relata la evacuación de las tropas inglesas atrapadas en la playa de
Dunkerque, en Francia, por la maquinaria de guerra alemana. Fue una retirada
heroica, con flema, como sólo los británicos pueden hacerlo. En filas
ordenadas, bajo fuego enemigo, los soldados esperaron las embarcaciones
–civiles y militares– que habrían de retornarlos a casa para que pudieran luego
regresar al combate. Retirarse… mas no rendirse.
Hay retiradas desesperadas,
corriendo hacia delante, gritando para darse ánimo, haciendo muecas feroces,
blandiendo mazos y estacas, armas obsoletas, para lanzarse ciegamente en contra
de las Triplex Acies (triple orden de batalla), que formaban las
huestes romanas para diezmar a las hordas bárbaras y su patética ferocidad. No
pasaron a la historia como héroes, simplemente como unos toscos luchadores,
carentes del roce civilizador provisto por siglos de guerrear con arte. Pueblos
bárbaros, les quedó por sambenito histórico. (Gracias al Dr. Google, por lo
de Triplex Acies)
Y hay una forma de retirada
altiva, portadora de razones exquisitas, de argumentos tormentosos para
sustentar una profecía autocumplida: el régimen nos hará trampa si participamos
en elecciones, ergo, hay que abstenerse so pena de legitimarlo con nuestro
voto. Dictadura no sale con votos, llevan escrito los estandartes que
flamean sobre las cabezas de los señores –y señoras, noblesse oblige– de la
guerra comunicacional. No es nada nuevo, así pasó en Chile, cuando la izquierda
indómita calificaba de revisionistas y traidores a quienes proponían la vía
electoral para salir de la cruenta dictadura del general Pinochet.
Los ejemplos de que sí se
puede sobran y ya han sido dados con suficiencia en la diatriba acerca de
participar o no en unas eventuales elecciones regionales realizadas bajo tutela
del mismo Consejo Nacional Electoral (CNE) que tantas tropelías ha realizado.
Desde estas teclas creemos que hay que hacer todo lo necesario para participar,
empezando por exigir –con la presión internacional– que se realicen en la fecha
prometida y de manera transparente. Esa es la lucha prioritaria del momento.
Esa es la única posibilidad real de acorralar pacifica, constitucional y
democráticamente una vez más al régimen, tal como se logró en diciembre de
2015. La fecha que tantos insisten en olvidar, de lado y lado del río.
Pero, en fin, el domingo de
primarias de la oposición democrática ya casi está aquí, y veremos a mucha
gente peleadora, comprometida con el cambio, participar así sea con el pañuelo
en la nariz. Quienes han tocado la retirada, se quedarán con las trompetas
hechas. Será un día de fiesta…no me lo discuta usted.
08-09-17
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