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sábado, 9 de septiembre de 2017

Expediente Negro por @teclalegre


Por Alberto Lovera


En esta columna de opinión el 24 de enero del 2003 en TalCual, titulamos un artículo con ese mismo nombre. Ya se notaban señales de alarma por las denuncias de torturas psicológicas y físicas a detenidos. Todavía parecían hechos aislados, pero igualmente preocupantes.

A medida que el régimen ha perdido apoyo popular se han multiplicado los casos de violaciones flagrantes de los derechos humanos, que vienen siendo denunciadas y documentadas: Detenciones arbitrarias, torturas físicas y psicológicas, militarización de la justicia, violación del debido proceso, condiciones infrahumanas en los lugares de detención, manejo discrecional de los procesos judiciales, maltrato a los familiares de los presos, incumplimiento de las medidas de excarcelación dictadas, intimidación a la población mediante diversos mecanismos. Todo ello se suma a la escalada de la represión masiva a todas las formas de protesta social y política.

Es una paradoja lacerante que sectores que denunciaron las violaciones a los derechos humanos durante la república civil, algunas víctimas directas de estas acciones, se hagan la vista gorda frente a lo que viene sucediendo en este terreno en nuestros días. Mientras se transmiten en los medios de comunicación oficialistas los testimonios de estos eventos del pasado, que merecen el más contundente rechazo, se guarda un silencio cómplice frente a hechos y actuaciones que requerirían una actitud igualmente firme para ponerle fin.

En el prólogo del libro de J.V. Rangel, Expediente Negro (1967, 1969), Orlando Araujo nos muestra cómo cuando la democracia no puede serlo auténticamente, se refugia en la antesala de las leyes y de las instituciones para agredir a quienes de luchan por desenmascarar la violación de los derechos ciudadanos.


No puede aceptarse un doble rasero para la vigencia de los derechos humanos. Su violación tiene que denunciarse y detenerse cualquiera sea el signo del gobierno de turno.

Las cada vez más frecuentes denuncias de violación de los derechos humanos en nuestro país, en muchos casos con una saña vengativa, muestran la degeneración a la que llegan los regímenes autoritarios cuando pierden el apoyo popular y se niegan a someterse a la voluntad mayoritaria intentando perpetuarse en el poder.

La labor que vienen realizando tanto ONG como la Asamblea Nacional para denunciar, documentar y defender a las víctimas de violación de los DDHH, puede ser el material de un libro que se llame Expediente Negro II, algo que pensamos que habíamos erradicado, pero este camarilla en poder ha reintroducido en la vida nacional.

Una razón más para persistir en la lucha pacífica, social, política y electoral, para rescatar la democracia que nos está siendo arrebatada.


08-09-17

http://www.talcualdigital.com/Nota/147562/expediente-negro


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