OMAR BARBOZA GUTIÉRREZ 03 de septiembre de 2017
uienes
hemos decidido transitar el camino que nos conduzca al cambio político y al
modelo que gobierna en Venezuela, estamos conscientes de que debemos superar
una exigente carrera de obstáculos interpuesta por quienes desde el poder le
han hecho tanto daño al pueblo venezolano y a nuestro país. Para lograrlo debemos
permanecer unidos, teniendo siempre como prioridad los intereses nacionales por
encima de los personales o partidistas.
A
partir del triunfo indiscutible de la Unidad en las Parlamentarias del 2015 que
comprobaron el apoyo mayoritario al cambio, se puso en marcha el propósito
totalitario de cerrar al máximo la expresión de la soberanía popular, es decir,
de la democracia. De allí surgieron los Magistrados que han puesto al TSJ al
servicio del Ejecutivo, la suspensión de los Diputados de Amazonas, la declaración
de la Asamblea Nacional en desacato a la Constitución, la declaratoria de
Emergencia Económica con la intención de manejar los recursos públicos sin
control legislativo, la suspensión arbitraria del Referendo Presidencial y se
aplazaron las elecciones regionales.
Ante
el rechazo creciente a la gestión del gobierno por parte del pueblo, decidieron
hacer más evidente el propósito totalitario imponiendo a sangre y fuego una
llamada Constituyente espúrea, sin importarles las vidas de los jóvenes que luchaban
para hacer valer la Constitución y los derechos ciudadanos. Esa Constituyente
ilegítima por no haber consultado al pueblo y porque fue electa por electores
invisibles, es la concreción de un régimen totalitario asambleario, obediente
al Ejecutivo, para quedarse en el poder sin
votos.
La
siguiente trampa a la voluntad de cambio se tendió al establecer la inscripción
de los candidatos a Gobernador, unos días después de instalarse esa
Constituyente, contando el gobierno con la seguridad de que la oposición no
participaría en protesta ante lo ocurrido, y el oficialismo se quedaría con
todas las gobernaciones.
La
Unidad Democrática no le embistió al trapo rojo que le pusieron, en primer
lugar, porque las regionales si están previstas en la Constitución y más bien
estaban atrasadas. Y además, porque vamos a utilizar la campaña en función de
organizar y concientizar al pueblo para convertir las regionales en un gran
plebiscito en contra de Maduro. A estas alturas del juego, las regionales son
una oportunidad para iniciar el cambio político nacional eligiendo a casi todos
los Gobernadores de la oposición. Ahora el gobierno tiene dos alternativas
difíciles: mantener la convocatoria a elecciones regionales y exponerse a una
gran derrota política, o suspenderlas a través de alguna maniobra, con lo cual
se consagraría ante el pueblo de Venezuela como lo que son, un régimen
totalitario que debemos derrotar con la ayuda de todo el mundo democrático.
Pero
no debemos olvidar que parte de la emboscada planificada por el gobierno con
esta convocatoria de elecciones de Gobernadores sin tiempo para construir
acuerdos unitarios antes de inscribir los candidatos, es jugar a la división de
la oposición por las candidaturas, sabiendo ellos, que el bien más preciado de
la alternativa democrática es la Unidad que quieren destruir y no han podido.
Y ese
es el nuevo obstáculo que debemos superar en el camino hacia el cambio
político. No permitir que las aspiraciones personales o partidistas nos
dividan, y eso solo es posible, si con motivo de las elecciones primarias
previstas para escoger los candidatos a Gobernador de la Unidad, tenemos la
capacidad para realizar campañas de altura, que se fundamenten en los méritos y
propuestas de los aspirantes, y no en la descalificación o guerra sucia en
contra de quienes dentro de la Unidad compiten con nosotros.
Debemos
cuidarnos mucho de no convertirnos en instrumentos de la estrategia del
gobierno para dividirnos y descalificar a los líderes de la oposición con
motivo de las primarias. Por eso debemos evitar las campañas destructivas de
dirigentes probados de la oposición con el argumento de que están entregados al
gobierno cuando la vida de esos dirigentes demuestran lo contrario.
Nadie
se explica cómo es que a un dirigente opositor que le ha servido al pueblo, que
ha sufrido exilio, cárcel o está
inhabilitado, se intente descalificar por estar supuestamente acordado con el
gobierno.
Ni
tampoco debemos ser instrumentos de la estrategia del oficialismo, para
descalificar a un líder de la oposición cuya gestión como servidor público ha
sido boicoteada por el gobierno, impidiéndole el ejercicio de sus atribuciones
y negándole los recursos que le corresponden. Tratemos de ganar las
candidaturas exhibiendo nuestros méritos y no descalificando a quienes compiten
con nosotros.
Al
final, todos debemos seguir unidos. No olvidemos que nuestro adversario real es el gobierno
nacional.
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