Por Jonatan Alzuru Aponte
Existen las condiciones
objetivas para la protesta, la insurrección y el voto masivo contra cualquier
candidato del régimen; por los altos costos y la escasez de los alimentos y las
medicinas, por el deterioro del sistema de salud pública, por la imposibilidad
de tener acceso a la información, por el cierre de los medios de comunicación,
por la represión masiva y sectorizada, por la violación de los derechos humanos
de forma sistemática, por la galopante corrupción, por la delincuencia
organizada desde el estado, por la no separación de los poderes, por las toma
de decisiones autoritarias, por la constante violación a la constitución, por
el empobrecimiento galopante de los ciudadanos y el enriquecimiento de la clase
gobernante, entre otras características, totalmente medibles, verificables,
cuantificables.
Sin embargo, las condiciones
subjetivas están disminuidas: no hay deseo de confrontar con distintos tipos de
formas de lucha, ni de organizarse, ni de participar activamente en
movimientos, organizaciones o partidos políticos que confronten al
régimen; eso muestra que en el ámbito práctico se tiene una
autocomprensión de que no nos sentimos capaces de vencer a los gobernantes;
producto obviamente, del conjunto de desaciertos de la dirigencia que se
cometieron en la última quincena dentro de los cuatro meses de protestas y en
los días posteriores. Las condiciones subjetivas disminuidas de nuestro pueblo
se perciben en su repliegue y en el deseo de abstenerse en las elecciones, en
los momentos actuales.
Es una tarea de la dirigencia
transformarse en la levadura, en la sal, en la luz, que saque de ese estado a
nuestro pueblo. Para ello se deben realizar prácticas, acciones políticas, que
tengan como fin potenciar las condiciones subjetivas para que se articule la
protesta, la insurrección y el voto masivo, sea en el momento que sea,
contra el gobierno.
En el foro realizado en la
UCAB, por ejemplo, Freddy Guevara propuso una manera de abordar las citaciones
que realice la Asamblea Dictatorial Constituida que podría ser una práctica
exitosa, para generar las condiciones subjetivas de trasformación de la
sociedad. El Vice- Presidente de la Asamblea Nacional propuso desobedecer
todo llamado de la Asamblea Dictatorial, no asistir a ninguna citación. Tal
acción le implicaría a los diputados citados que, seguramente, tendrían que
asumir la clandestinidad, pero esa decisión podrían acompañarla con fuertes
mensajes en videos, a través de las redes sociales, en el orden ético, como
testimonio de la apuesta por la transformación; por ejemplo: que NO es digno de
un ciudadano dirigirle la palabra a los dictadores y que si se trata de dar
buenas razones y argumentos de sus acciones, solo se las darían al pueblo;
asumiendo, por supuesto, todas la responsabilidad pública de las acciones que
han dirigido, todas la formas de lucha que se hicieron durante los cuatro meses,
pero también, asumiendo las decisiones actuales y, de forma, articulada con sus
organizaciones, convocando al pueblo a la protesta.
Por el contrario, asistir a
las citaciones de la Asamblea Dictatorial podría ser una acción racional y
políticamente también correcta, con la finalidad de ejercer la defensa frente
al poder, pero tales acciones en un contexto donde no existen condiciones
subjetivas para la insurrección, simplemente, se transformarían en una práctica
jurídica de rutina; no desmejora lo existente, pero no contribuye a fomentar el
clima de protesta e insurrección necesario para conquistar el gobierno,
Miraflores; con el agravante que la decisión por parte de la ADC, sería la
misma que en el primer caso.
Para conquistar el gobierno
central en un mediano plazo se hace indispensable, por un lado, no cometer los
errores pasados y por otro lado, innovar en prácticas que coloquen en tensión
al gobierno en la medida que se desafía a su autoridad. Expresado en los
términos clásicos de la lucha, la única forma de generar las condiciones
subjetivas de un movimiento insurreccional es que la dirigencia se transforme
en la vanguardia de la lucha contra el poder.
Es indispensable que la
dirigencia asuma tal papel en el corto plazo para enrumbar y enderezar de forma
articulada la lucha. Maximizar prácticas como la ejemplificada en distintos
órdenes, en distintas circunstancias y con un horizonte común, podría ser un
camino idóneo para transformar el voto, la práctica electoral, en otra forma de
lucha; tal como lo postuló Andrés Velásquez, cuando dio el anuncio que la MUD
participaría en las elecciones regionales.
Realizar elecciones en la
condiciones actuales, aun ganando la mayoría de las gobernaciones, en términos
de la batalla fundamental, retrocedemos porque se transformarían en una
práctica normal, propia de cualquier sistema democrático que es independiente
del contexto de crisis que vivimos; tal normalización posterga la posibilidad
del cambio, en la misma medida que el gobierno avanza en la preservación de su
poder. Obviamente, si el gobierno hace un fraude masivo, las condiciones
de subjetividad podrían variar de la noche a la mañana, pero eso sería apostar
no solo al azar, sino a la torpeza de quienes detentan el poder y, por los
resultados que hemos tenido durante estos años es evidente que aunque no
acrecientan su poder para gobernar y, por el contrario, han perdido todo apoyo
popular; saben cómo conservarlo. Han sido exitosos en esto. Esa constatación
fáctica es indispensable para trazarse los objetivos a corto, mediano y largo
plazo en el terreno de la lucha contra el poder central, cuyo camino es una
articulación entre protesta, insurrección y participación electoral.
02-09-17
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