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viernes, 8 de septiembre de 2017

Resistir es organizarse por @edmatute


Por Eduardo Matute


La arremetida desde el régimen, ya lo ha perfilado. Ha dado el paso de un régimen muy poco democrático a una dictadura abierta. Un autoritarismo con unas variables particulares, ya que se impone desde la represión, la corrupción y la escasez.

Diversas voces hablan ya de la resistencia. Se dice que hay que insistir y resistir. Sin embargo, se plantea esta opción desde la acción política. Preservar y ampliar los espacios democráticos, denunciar los actos dictatoriales y exigir el cumplimiento de la Constitución. En esa resistencia, el ciudadano común, tiene un escenario de participación limitada.

En el día a día, la resistencia se expresa en la organización de la población. Organización que se puede realizar desde los espacios de la sociedad civil. Es un mecanismo idóneo para hacer resistencia a un poder cuya misión es el copamiento de los espacios democráticos, tanto en la actividad política como en el resto de las actividades de la sociedad.

Estas organizaciones son variadas, y en algunos casos, como las escuelas, están directamente relacionados con el aparato estatal. En otros, se puede funcionar de manera autónoma o semiautónoma. Éstas deben responder a las necesidades, urgentes o no, de la población que se agrupa. Tal vez, la más importante en estos momentos es la referida al abastecimiento de productos alimenticios.

Ya hay experiencias anteriores, que en gran medida han visto disminuida su capacidad de acción en estos últimos 18 años. Sin embargo, muchas de ellas aún continúan su actividad, en ciudades de poblaciones mediadas.


Una de ellas, las uniones de compra, desarrolladas en los años noventa, en el oeste de Caracas, puede ser un modelo interesante de explorar. Organizadas a partir de la primera feria caraqueña de hortalizas y verduras en Carapita, dos meses después del Caracazo, las unidades de compra que adquirían productos en conjunto con esta feria presentaban las siguientes características: 1. Reunían un número no menor a 10 familias, con compras semanales. 2. Se elaboraban listas de productos a adquirir a partir de las necesidades familiares comunes, tanto de productos hortofrutícolas como procesados. Estas listas eran enviadas vía fax (algunos se acordarán de esta innovación tecnológica) a más tardar los días lunes de cada semana al equipo encargado de reunirlas y hacer las compras. 3. Cada unidad anticipaba el valor de la compra conjunta que solicitaba con un depósito bancario. 4. El equipo de compras conjuntas los días viernes recibía los días viernes a los representantes de cada unidad para que éstas se abastecieran (en un primer momento en la sede de la escuela donde se realizaba la feria, y posteriormente, en un espacio arrendado que fungía de depósito) y 5. Los sábados y domingo, en cada comunidad, las familias recibían y cancelaban los productos, se recibían y unificaban las diferentes listas familiares y se trataban otros temas. Era un encuentro semanal de actividad y conversación.
A los dos años, 15 uniones trabajaban en común sus compras. 160 familias se encontraban organizadas en un esfuerzo solidario. Al final, estas uniones dieron origen a la Cooperativa Metropolitana de Caracas, quien asumió adicionalmente, la realización de las 3 ferias de Hortalizas (las Ferias de Consumo Familiar) que existieron en Caracas, hasta el año 2006.

Algunos aprendizajes de esta experiencia que pueden ser útiles en nuestra actual coyuntura: 1. Un mayor poder de compra, para poder llegar a productores y distribuidores, que en situaciones de escasez posibilita su adquisición. 2. Un reparto de tareas repetitivas entre más personas. 3. Vinculación con otras familias y grupos que realizan iguales actividades en un esfuerzo común y con otras operaciones similares o derivadas de este esfuerzo. 4. Un mecanismo de difusión de información y aprendizaje colectivo. 5. Una menor dependencia del avasallamiento del aparato oficial.

08-09-17




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