Por Ibis León
Tras 122 días de
intensa protesta social, la oposición vive un proceso
de desmovilización en las calles. Una etapa que a juicio de la doctora en
psicología social y profesora titular e investigadora de la Universidad Simón
Bolívar (USB), María Teresa Urreiztieta, “no es de rendición sino de
reacomodo y redefinición de la fuerza democrática”.
“La protesta tiene un ciclo
que comprende el desarrollo, el pico de expresión plena y luego un declive
natural. No puedes mantener a las personas tres, cuatro o cinco meses
protestando en las calles sin un objetivo claro y una conducción
estratégica porque la lógica de la sobrevivencia agota y merma la
participación”, señala.
La dirección errática del
liderazgo político, la débil organización de la sociedad civil y la represión
de los funcionarios de la Guardia Nacional y de la Policía Nacional son
elementos que enumera Urreiztieta como mitigadores de la protesta.
“La MUD ha hecho todo el
esfuerzo posible, pero muy mal direccionado. La plataforma de partidos ha
tenido un pésimo mecanismo de comunicación y la gente percibe a la
dirigencia como errática. La violencia también fue un factor fundamental en la
desmovilización porque los ciudadanos no quieren exponerse, se espantan y se
desarticulan. En los casi cuatro meses de protesta hubo 133 víctimas, 101
asesinadas en el contexto de las manifestaciones”, explica.
La merma de las protestas
coincidió con la imposición de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un
órgano que el gobierno del presidente Nicolás Maduro define como
“supraconstitucional” y “plenipotenciario”.
“Esta etapa de latencia y de
aparente desmovilización la aprovecha el Gobierno para avanzar en su proyecto
autoritario. La arremetida con la instalación de la ANC
busca desalentar a las fuerzas sociales; desanimar para
quitarle la vida a la democracia y descabezar a los partidos políticos y
organizaciones sociales; desmoralizar haciendo todo lo necesario para
que la sociedad civil se rinda y crea que no hay vuelta atrás;
y desmovilizar para paralizar el ejercicio democrático del reclamo
ciudadano”, afirma.
¿El riesgo de que ocurra un
estallido social sigue latente?
– “Las tendencias señalan
que es probable que venga un nuevo ciclo de protestas. Pero hay un tercer
actor que entra en juego: el hambre. El hambre de justicia, de condiciones
mínimas para vivir, de respeto, y este factor que produce sufrimiento y
desesperanza aumenta los niveles de riesgo de que se desate la furia
colectiva”, advierte la psicóloga.
Para evitar el desbordamiento
social, Urreiztieta explica que los ciudadanos deben organizar una
resistencia civil pacífica en defensa de sus derechos constitucionales.
“La manera de contribuir al
cambio es no resignarse. Hay que alentar la esperanza frente a un
adversario que es enemigo de la democracia. Hay que organizar el descontento y
sumas voces, talentos y fuerza para democratizar los
espacios, despolarizar, hablar de justicia, construir un diálogo social
que genere espacios de encuentro y de reconocimiento de las diferencias para
convocar, interpelar, defender, exigir, reclamar y contener el proyecto
autoritario”, concluye.
Foto: usbnoticias.info
05-09-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico