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sábado, 18 de noviembre de 2017

El liberalismo del siglo XXI por @cgomezavila


Por Carolina Gómez-Ávila


Las ideologías que tantos adeptos captaron en el siglo XX ya no cautivan a las masas. Los aspirantes a ejercer el poder han acudido al sincretismo para crear nuevos adefesios con los cuales hacer renacer la esperanza -moneda de intercambio electoral- y la fe en el líder -garantía de lealtad sin cuestionamientos.

A finales del siglo pasado, un hombre con un proyecto personalista y totalitario inventó una ideología que insuflara ambas -esperanza y fe- en cantidad suficiente para eternizarse en el poder. Lo logró a través una propuesta siempre inacabada, siempre perfectible, siempre por construir, en la cual acomodaría lo que necesitara para sus fines. La llamó “el socialismo del siglo XXI”.

No fue casual. Este hombre sabía del fuerte núcleo socialdemócrata de la población y observó que sus principales sottocapi se identificaban con interpretaciones variadas y confusas del pensamiento de izquierda. Notó que el socialismo podía ayudarle a canalizar las populares aspiraciones de igualdad y distribución de la riqueza y que el naciente siglo XXI le permitiría incluir todo lo demás que quisiera, incluso si contradecía postulados socialistas, presentándolo como una evolución endógena a través de las variantes bolivariana -para exaltar y fidelizar a militares-, la zamorana -para cebar el odio de clases- y la robinsoniana -para ideologizar desde el sistema educativo a quienes lo sostendrían en el poder.

Antes de devenir en dictadura, el socialismo del siglo XXI sufrió una mitosis. Los Poderes Fácticos que habían entronizado a este hombre invirtiendo ingentes recursos, quedaron fuera de la ecuación de mando a pesar de que les permitieron conservar cuotas de poder económico. Como no obtuvieron rédito político sobre el capital abonado, lo intentan ahora con otro mamarracho ideológico.


Se trata de la antipolítica, siempre pretendiendo llegar al poder sin pasar por el ejercicio partidista que manda la democracia. Con simpleza ha llamado socialismo a la aplicación de una política económica de sometimiento y control, proponiendo el libre mercado como vengador de todo lo que hayamos perdido en los últimos 3 lustros. La antipolítica fundamenta su discurso en el ataque a los políticos, acusándolos de defender oscuros intereses o de no interpretar adecuadamente la realidad social que, sin embargo, está excluida de su propia agenda cuyo centro es la gestión económica. Su objetivo final es que toda decisión política desaparezca y sea sustituida por lo que dicte un mercado sin interferencias. De esta manera, las aspiraciones que la sociedad tenga acerca de la democracia, la legitimidad, la igualdad y la justicia tendrían más relación con la libre competencia y la presión de los monopolios que con los criterios que sólo pueden defenderse a través de la actividad política.

Como la antipolítica se vale del discurso de eficiencia gerencial salpicado con algunos conceptos seudorrepublicanos o seudodemocráticos, es fácil que estas ideas percolen entre compatriotas desesperados y desinformados que no se creen obligados a entender las relaciones de poder, abandonando el ejercicio ciudadano y convirtiéndose en clientes dispuestos a apoyar otro proyecto de dominación igual de cruel, aunque lo llamen “el liberalismo del siglo XXI”.

18-11-17

http://www.talcualdigital.com/Nota/151686/el-liberalismo-del-siglo-xxi


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