Por Tulio Ramírez
Estimado Nicolás, un gusto
saludarte. No creas que me ha sido fácil enviarte esta carta. Los ángeles que
siempre me acompañan, no estuvieron muy de acuerdo con esta iniciativa
celestial. Tuve que recurrir al Viejo para que, con su bondad infinita, los
convenciera de que, para algunas cosas, lo cortés no quita lo valiente. No
pretendo iniciar un dialogo contigo, ya que sería infinito e inútil. Asume esta
misiva como un debut y despedida, como aquél ministro de economía que nombraste
y duró solo horas en el cargo porque dijo que la inflación era solo una ilusión
óptica de burgueses y escuálidos. Así pues, con la venia del Viejo y el
escepticismo de mis fieles ángeles de la guarda, procedo a comentarte lo
siguiente.
Es duro echártelo en cara, y
sobre todo si esto que te voy a decir sale de quien por miles de años se ha
encargado de alegrar a los más pequeños cada diciembre. Por tu torpeza y mal
gobierno has logrado que los niños de tu país no necesiten juguetes en navidad
sino comida. Como sabes, ese no es mi departamento. Los encargados de crear las
condiciones para que un país genere riquezas y alimentos son sus gobernantes y
ciudadanos a través de acertadas políticas, estímulos, inversión, educación y
cultura del trabajo. Eso es lo que hace felices a los pueblos, y en
compensación el Viejo y yo los retribuimos llevándole alegría a los chamos cada
vez que celebran mi nacimiento. Fíjate que no por casualidad se presenta esta
especie de ecuación histórica: Gobiernos Comunistas + Control total por parte
del Estado + Anulación de Libertades = Proscripción de las Navidades.
Tal ecuación no es como la de
la Teoría General de la Relatividad, que todavía genera dudas en algunos. Esta,
por el contrario, no ha sido refutada nunca. Cada vez que hay un experimento
social como el que implementas en Venezuela, se requeteconfirma. Recuerda lo
que fue la extinta Unión Soviética y los países del Este, o voltea y mira hacia
Cuba y Corea del Norte, donde obligan a los niños a alabar a los líderes desde
que están en los primeros grados de la escuela, creyendo que con eso los hacen
felices. En esos países proscribieron la navidad por el temor a que los más
pequeños se confundan y celebren el nacimiento, no de su líder, sino el de un
niño humilde que nació en Belén y creció sin odios ni resentimientos hacia el
otro.
Estoy muy molesto contigo. Se
que poco te importa. Total, ni siquiera represento un voto por ser menor de
edad. Mi molestia ni siquiera es porque has convertido a las fiestas navideñas
en un suplicio para los venezolanos que no tienen como celebrarla. Ya vendrán
mejores tiempos, no hay mal que dure cien años ni país que lo resista. Lo que
me acojona, y perdona tan prosaica expresión, es lo que le hiciste a esos más
de 120 niños que querían pasar las navidades con sus padres en el exilio.
Se los impediste de la manera más cruel, anulando sus pasaportes y haciendo
caso omiso a sus permisos de viaje. Mataste la alegría de esas criaturas y eso
no te lo perdono.
No quiero ni imaginar los
delitos que se le inventaran a esos niños, para justificar tan vil acción. No
te pediré una explicación. Además, se bien que ni el Viejo ni yo somos santos
de tu devoción, así que tampoco tienes porqué dárnosla. Anda y celebra con tus
amigotes, sé que no te remorderá la conciencia. Pero recuerda, el poder no es
para siempre y gobiernos como el que presides han durado menos que vomito de
borrachito desnutrido. Bueno Nicolás, que el Viejo te bendiga, porque dudo que
tus compatriotas lo hagan. No te molestes en contestar. Con mi más profundo
deseo de que rectifiques, me despido con aprecio, Jesús.
25-12-17
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