Trino Márquez 28 de diciembre de 2017
@trinomarquezc
El
símbolo más ominoso de la destrucción de Pdvsa es la falta de gasolina y gasoil
en un país que, al parecer, posee las reservas probadas de crudo más grandes
del mundo. El decreto de racionamiento emitido por el régimen contempla el
consumo de 30 litros en algunos estados. No se sabe si esa cantidad es diaria,
semanal o mensual. Como siempre, la improvisación domina el estilo de mandar,
no de gobernar, que es otra cosa totalmente distinta a la practicada por esos
seres, quienes lo único que saben combinar muy bien es la ineptitud gerencial
con una voracidad insaciable para embolsillarse los dineros públicos.
Luego
de tres lustros de haber acabado con la meritocracia y haber elaborado varios
planes socialistas, el último cubre el lapso 2016-2026, la industria petrolera
se encuentra en la ruina total, al igual que el resto de la nación. El gobierno
de Nicolás Maduro acabó con una empresa que era símbolo nacional y mundial de
eficiencia. Luego de casi dos décadas en manos de los bárbaros, no hay gasolina
para el transporte público, ni para movilizar los alimentos de una región a
otra, ni para distribuir las materias primas, los repuestos y los insumos que
necesitan las empresas para operar con normalidad. No hay combustible para
repartir las pocas medicinas que llegan de otras latitudes o se fabrican en el
país. No hay gasolina ni siquiera para repartir los Clap. La escases y el
desabastecimiento vistos en 2017 serán una tontería a las que se observarán en
2018.
Este
caos no es circunstancial. No se debe a un evento coyuntural que podrá
superarse en el corto plazo, El gobierno no tiene gasolina porque no la produce
y porque el costo de convertir el crudo que se encuentra en el subsuelo en
combustible es muy alto. Estamos en el peor de los mundos. El régimen carece de
divisas para traer gasolina de Brasil, México o Estados Unidos; y tampoco
cuenta con recursos para producir en gran escala la gasolina que se consume
internamente. Esta merma se registra en un período en el cual el consumo de
gasolina y combustibles en general ha descendido por la caída estrepitosa en la
venta de automóviles nuevos y usados, y por la enorme cantidad de vehículos
automotores que han salido de circulación por diversas razones: falta de
repuestos, baterías y cauchos.
En la
Pdvsa profesional, cuando los planes estratégicos eran formulados por
especialistas con una sólida formación técnica y teórica, los desaguisados que
hoy se observan, no ocurrían. La empresa contaba con el personal capaz de
anticiparse a la demanda. Hoy, quienes se encuentran al frente del negocio son
unos chapuceros que hacen gárgaras con vocablos socialistas, pero que carecen
del menor conocimiento acerca de cómo se maneja una industria tan compleja y
que exige un uso de capital tan intensivo. En 2017, Pdvsa tuvo tres presidentes.
Ninguno de ellos jamás se destacó por sus destrezas administrativas y
gerenciales. Los 150.000 trabajadores que muestra la industria en la
actualidad, representan un número infinitamente mayor que los que laboran en
empresas similares en el resto del mundo, y que extraen y refinan muchos más
millones de barriles que la Pdvsa roja. La ineficacia es integral.
El
gobierno está intentando preservar a Caracas de la crisis de la gasolina. Sabe
que la capital es un polvorín que si estalla incendiará a todo la nación.
Cuánto tiempo podrá mantener encapsulada y protegida a Caracas, nadie lo sabe.
Ni siquiera ellos pueden vaticinarlo. Si proyectamos la incapacidad de esos
señores, podemos suponer que la escasez de combustible la afectará muy pronto.
Gracias a la proverbial ineptitud de los rojos, 2018 despuntará con un factor
adicional para lamentarse. A las carencias globales habrá que agregar la falta
de combustible porque el gobierno dejó al país sin gasolina.
PD:
pásenla lo mejor posible este Fin de Año. Luego veremos.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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