Por Antonio Ecarri Bolívar
¡Oh sorpresa, sí hay presos
políticos en Venezuela! Lo acaba de desvelar al mundo el gobierno, la
fraudulenta ANC y los tribunales, todos integrantes de un régimen que tiene 19
años negando su existencia. Este es el primer triunfo que obtiene la oposición
en la negociación iniciada con el gobierno en República Dominicana: el
reconocimiento de que tienen las cárceles llenas de gente secuestrada por
pensar diferente y ejercer su derecho de decirlo, todo lo cual está en abierta
violación a lo consagrado en la Constitución de la República y en todos los
tratados de derechos humanos suscritos por Venezuela convertidos, por ello, en
normas jurídicas supraconstitucionales.
El segundo triunfo de los
demócratas en la mesa de negociación es una paradoja, pues obligar a los presos
a concurrir a la inconstitucional ANC, como tributo para su liberación,
demuestra que nada va a legitimar a ese esperpento creado
inconstitucionalmente. Grave error del gobierno porque se demuestra, una vez
más, lo que hemos venido sosteniendo: la elemental concepción jurídica que
establece que no hay acto particular o general que pueda legalizar lo que nace
como un acto írrito e inconstitucional. En consecuencia, la juramentación a
juro de gobernadores, alcaldes y la concurrencia obligada de los presos
políticos recién liberados ante la ANC no constituye reconocimiento alguno, de
parte de la oposición venezolana, a ese bodrio que nació violando las normas de
la Constitución de la República.
Cualquier otra interpretación
que se pretenda hacer es por ignorancia jurídica o por mala fe política con
propósitos de descalificación de los gobernadores, alcaldes y presos políticos,
todos los cuales han derrotado al gobierno con sus valientes posiciones, en las
diversas instancias de confrontación.
El desacato de parte de
candidatos a gobernaciones y alcaldías a la línea de no participación decidida
por los respectivos partidos políticos en los que militan es una cosa diferente
que tiene consecuencias disciplinarias internas; a eso no me refiero, lo que
quiero destacar es el hecho de que ninguno de esos actos de asistencia a ese
bodrio de la ANC contra la voluntad de sus concurrentes significa legitimación
ni reconocimiento de nada, solo trámite ilegal, similar a las exigencias
conminatorias y bajo presión de los secuestradores y atracadores con sus
víctimas. Estas siempre se deben someter, para preservar la vida, a las
exigencias ilegales de sus atacantes y ello, para nada, constituye legalización
o justificación del acto contra legem.
Es doctrina y jurisprudencia
unánime, pacífica y reiterada en todos los países civilizados del mundo, que un
acto contra legem es una manera de aplicar la ley como si se estableciera otra
cosa que lo que ella realmente dispone o aplicar caprichosamente un
derecho imaginario o inexistente, caso en que la sentencia o la decisión
contraria a derecho resultaría teñida por la arbitrariedad y jamás será reconocida.
Exactamente a lo acontecido con todas y cada una de las decisiones de una ANC
convocada inconstitucionalmente, por lo que adolece de un vicio de origen que
es incorregible por actos de terceros. Es lo ocurrido en estos tres casos
mencionados y por ello sostenemos que se trata de otro triunfo, paradójico, de
los opositores a este régimen de actitudes y acciones protofascistas.
En definitiva, el gobierno
sabe que la única salida a su propia trampa es desmontar esa ANC que nadie en
el mundo reconoce, asumir que la Asamblea Nacional, elegida por más de 11
millones de venezolanos de todas las tendencias políticas, es el único órgano
legítimo de legislación y control en Venezuela. Esta es la manera cómo el
gobierno tiene para poder refinanciar la colosal deuda pública contraída,
conseguir recursos para paliar la inmensa crisis de desabastecimiento que
agobia al pueblo y terminar su mandato sin el sobresalto de ser
considerado, erga omnes, como gobierno forajido, con las consecuencias
futuras de responsabilidades personales y colectivas que toda esa ilegalidad
permanente implica. ¡Ah! y nunca olviden a Pinochet, Fujimori o Jaruzelski, muy
malos ejemplos.
aecarrib@gmail.com
29-12-17
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