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jueves, 21 de diciembre de 2017

La insegura cocina de Navidad por @mherreradef


Por Marianella Herrera


Hoy vamos a conversar sobre un tópico que tiene que ver con un tipo de seguridad: la alimentaria, que de alguna manera tiene que ver con la seguridad personal y cual dilema de Shakespeare se encuentra más  dentro de la paradoja: “como, luego existo”, o “robo para comer y luego existo”.

Lo que hoy es el tema, tiene que ver con la inseguridad alimentaria que hoy se vive, la violencia que genera y las adaptaciones al entorno que suceden. El hambre, la disponibilidad o no de los alimentos, el acceso a ellos y el control de su distribución son problemas antiguos.

Me explico: cuando en el proceso de “la revolución agrícola”  hace unos 10.000 años, los humanos decidieron dar inicio a lo que serían los conflictos armados en la humanidad por el control de los alimentos, la violencia inició su asociación con el hambre, con el instinto por poseer los alimentos que habrían de calmarla, y por el control de la producción, distribución y posteriormente, la manera de comercializar los víveres que aseguran la vida productiva de los individuos.

Siglos, milenios más tarde, en 1996, en una Cumbre Mundial de Alimentación convocada por una organización llamada FAO, se emitiría de manera formal, una definición que cambió el rumbo de los que habitamos en el planeta Tierra.
Se trata de la Seguridad Alimentaria,  definición que habla del acceso en todo momento para todos los individuos a alimentos saludables, nutricionalmente adecuados y obtenidos de manera socialmente aceptable para que un ser humano, o el hogar en que vive, sea seguro desde el punto de vista alimentario y sus integrantes puedan llevar una vida productiva y sana.

Esta definición incluye cuatro dimensiones fundamentales: el acceso a los alimentos, la disponibilidad, la utilización y la estabilidad de las anteriores.


Terminado este preámbulo, voy a comentar algunos elementos que preocupan de manera importante en las fechas navideñas por venir. ¿Cómo afecta la inseguridad alimentaria la vida cotidiana de un hogar? Y por otro lado ¿Cómo se adapta el hogar y quienes allí viven, a la inseguridad alimentaria?

Lo primero que se deteriora es la adquisición de los alimentos, las colas, el recorrer hasta diez o más supermercados hasta conseguir los insumos, encontrar los ingredientes de nuestras hallacas, de ese plato complejo y laborioso que nos hace más venezolanos, hasta con su olor, que al prepararlas impregna la ropa.

Algunos han robado los ingredientes, otros se han peleado, otros caminamos y conseguimos aceitunas verdes luego de hacer la búsqueda en tiempos de escasez e inflación, pero no podemos pagarlas. En las últimas semanas no había carne de res, ni siquiera gallina, tenía el dinero, pero no había, no pude comprar sino muy poco.

De tal manera que lo siguiente que se altera es la cocina, los platos, las recetas, las preparaciones. Hice pan de jamón, pero sin aceitunas, no las conseguí o no pude comprarlas, y con muy pocas pasitas, el kilo salía en más de un millón de nuestro devaluado bolívar.

Las hallacas de mi familia solían llevar almendras, pero no se consiguen, se hicieron sin almendras. Así de sencillo, la cocina se adapta al entorno. Las arepas se han adaptado a lo disponible, ahora tenemos arepas de yuca, de plátano, de ocumo, de ñame, de auyama. Tenemos arepas multicolores.

Ahora cocinamos crema de tallo de brócoli, que es lo que sobra en los mercados y nos lo pueden regalar, antes se desechaba. Alguien me comentaba que amarró las hallacas con “cuerditas” hechas de las mismas hojas de plátano, porque el pabilo estaba muy caro, y prefirió hacer esas “tiritas” (que trabajón pensé yo!)

La cocina y las preparaciones se adaptan, el pan podría no ser más de jamón, las hallacas podrían comenzar a ser vegetarianas, el pernil podría salir de la mesa de navidad, la ensalada de gallina se transformaría a una especie de ensalada “rusa”, es decir, sin gallina.

Se acerca la navidad, tiempo de unión, de encuentros familiares, de las cenas en casa con amigos, y eso que nos hace más criollos que las arepas debe mantenerse. Y los que cocinamos, las madres y los padres (cada vez hay más hombres cocineros en los hogares: me encanta!) entendemos que todo ha cambiado.

Entonces,  no puedo evitar recordar la frase del renombrado chef sueco Magnus Nilsson del restaurante Fäviken en Jämtland, Suecia:  “Para que una tradición culinaria permanezca en el tiempo, debe adaptarse a los cambios de su entorno, solo así, persistirá …..”

Nos toca ahora a nosotros reinventarnos, estoy segura que las tradiciones culinarias persistirán, transformándose, a pesar de la inseguridad (alimentaria) en la cocina, brindando la oportunidad de expresar esa maravillosa creatividad que nos caracteriza a nosotros los venezolanos. ¡Felices fiestas para todos!

20-12-17




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