Fernando Camino 25 de diciembre de 2017
En
algunos países para calcular el valor de la moneda local en relación con el
dólar, se recurre a cálculos menos ortodoxos que los utilizados por los
especialistas. Por ejemplo, el costo de la estadía diaria en un hotel
perteneciente a una cadena internacional, o el más usado: la famosa hamburguesa
de Mac Donald denominada Big Mac. En nuestro país, para medir empíricamente la
inflación del año y el aumento del dólar en el mercado paralelo, podemos
recurrir al precio de los ingredientes de la hallaca o a su valor comercial.
Entre
diciembre de 2016 e igual mes de 2017, el valor comercial promedio de una
hallaca, se disparó al subir de bolívares tres mil a cien mil bolívares.
Asombrosamente este valor coincide con la evolución que ha tenido el costo del
dólar paralelo en igual espacio de tiempo. El valor comercial de la hallaca ha
aumentado debido a la escasez de sus ingredientes en esta época del año, igual
sucede con el dólar: la inestabilidad política y económica de nuestro país,
hace que la demanda de esta divisa supere la oferta.
El
Cendas en su boletín correspondiente al mes de noviembre de este año, señala a
los rubros correspondientes a los ingredientes de las hallacas con aumentos
significativos entre noviembre de 2016 y noviembre de 2017. Estos aumentos
están entre 531% a 1.600%, pero dentro del proceso de hiperinflación a que nos
ha sometido el régimen, estos rubros deben haber aumentado por lo menos un
cincuenta por ciento más entre noviembre y los días que han transcurrido de
este mes. Es el caso de la cebolla que en la primera quincena de este mes
costaba setenta mil bolívares el kilo y al día de hoy cuesta más de cien mil el
kilogramo.
El
valor comercial de la hallaca es un fiel reflejo de lo que sucede en nuestro
país: Un aumento desmedido de los ingredientes nacionales e importados y el
costo de su elaboración que aumenta dependiendo de la acelerada devaluación de
nuestra moneda. El aumento del dólar paralelo se debe a la demanda forzada por
la caída estrepitosa del valor de nuestra moneda.
El
alto costo de la carne está motivado por la disminución del rebaño vacuno, el
cual representa solo un tercio de la existencia para un normal abastecimiento.
Igual sucede con las granjas porcinas y avícolas que se han reducido a un 25%
de su capacidad productiva.
El
elevado precio de la harina de maíz en el mercado informal, tiene su
justificación en la escasez generada por la caída de la producción. En 2016 la
producción de maíz blanco fue de un treinta por ciento de la demanda para la
elaboración de la harina y solo alcanzó para cuatro meses de producción, la
materia prima restante no fue cubierta en su totalidad debido a la
imposibilidad de divisas para importarla.
La
producción de hortalizas, entre ellas la cebolla, el pimentón, cebollín y el
ajo, se redujo en un cinco por ciento en la región andina y a un diez por
ciento en el eje Guárico-sur de Aragua. Debido a la disminución de la
producción y de la productividad, a pesar de la caída del consumo, la poca
oferta ha generado un descomunal aumento de los precios en estos rubros de
difícil importación.
Tanto
en el sector de la producción de cárnicos como de los rubros vegetales, la
disminución de la capacidad productiva se debe al acoso del régimen en contra
de los productores de alimentos. El gobierno ha generado un clima de
inseguridad jurídica mediante el irrespeto a la propiedad privada y a través de
los controles a los precios y a la comercialización.
La
producción también se ha contraído debido a la monopolización por parte del
régimen del agrocomercio, creando escasez de agroquímicos, semillas,
fertilizantes, medicinas veterinarias, repuestos y maquinarias. El monopolio
oficial en la producción de lubricantes y combustibles también afecta el
abastecimiento de alimentos, ya que impide el normal desarrollo de las
prácticas agrícolas y del transporte de insumos, materia prima y de alimentos
de consumo directo.
Hemos
venido señalando que solo mediante un cambio de gobierno, podemos tener una
Política de Estado que garantice la seguridad jurídica y la seguridad ciudadana
a los productores de alimentos. Una Política de Estado que estimule un Plan
Agroalimentario para el Pleno Abastecimiento de alimentos, que sin posiciones
autárticas privilegie la producción nacional. En este escenario no tendremos
sobresaltos cuando apliquemos la práctica empírica de calcular el valor del
dólar libre bajo el “método” de hallaca today.
Fernando
Camino Peñalver
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