Ramón Antonio Pérez 22 de diciembre de 2017
La nueva beata venezolana sanó
el brazo paralizado de una médica cirujana que sufrió una descarga eléctrica
mientras operaba a un paciente en Caracas
Aquél
20 de mayo de 2003, Trinette Durán de Branger, que durante muchos años ejerció
como médica cirujana en el hospital “Miguel Pérez Carreño” de Caracas, no podía
dar crédito a lo que vivió, mientras operaba a un paciente de tumor de colon
como cirujano principal. En el quirófano del centro médico, se desprendió un
cable sin protección que estaba pegado a la mesa quirúrgica, recibiendo la
doctora una fuerte descarga eléctrica en el brazo derecho que quemó su guante y
los dedos índice y pulgar.
El
paciente estaba protegido con una colchoneta plástica y debido al aislante no
sentía la corriente eléctrica que torturó por momentos a la profesional de la
salud.
Los
médicos que acompañaban a Trinette después de prestarle los primeros auxilios,
sin tener idea del alcance de la descarga procedieron a trasladar al paciente a
otro quirófano porque ya estaba entubado. Luego, como responsable de aquella
cirugía, la valerosa mujer continuó con la operación, a pesar del
“corrientazo” recibido en su brazo derecho.
Desde
ese día, la doctora Trinette sufrió un dolor intenso en todo el brazo, pérdida
de fuerza y quedó totalmente inmovilizado. Tres dedos de su mano derecha
también estaban paralizados. Estos sufrimientos la hacen portadora del milagro
que elevó a los altares a la Madre Carmen Rendiles Martínez, la tercera
religiosa venezolana que alcanza este nivel, de acuerdo con lo anunciado por la
Congregación de la Causa de los Santos, y cuyo decreto fue firmado
recientemente por el papa Francisco.
Cuenta
la misma doctora, que durante dos meses, luego de ocurrido el accidente, pasó
por las manos de casi 20 médicos sin lograr la más mínima mejoría. “Al
contrario, todo empeoraba a pesar de seguir responsablemente las prescripciones
médicas a base de sedantes, relajantes, anti inflamatorios y otros”, describe
el testimonio presentado a la comisión investigadora que llevaba la causa de
la Madre Carmen Rendiles.
“Nada
calmaba aquel dolor noche y día, no podía conciliar el sueño y la inhabilidad
del brazo aumentaba rápidamente”, dice en el testimonio. Por supuesto, esta
situación le impedía continuar con su labor como cirujano. El diagnostico no
podía ser más temerario: “atascamiento del nervio mediano y cubital desde la
mano hasta la axila”.
Los
médicos recomendaron operar para mejorar la sintomatología, más no para
recobrar la movilidad del brazo y continuar ejerciendo su profesión. La
operación estaba pautada de emergencia para el 18 de julio de 2003. Trinette
estaba preocupada de perder su brazo cuando estaba dedicada a una labor social
tan hermosa en aquel hospital.
Según
el testimonio, refiere que iba a ser operada en el Centro Médico de Caracas.
Sin embargo, cuando se dirigía a la clínica para ser hospitalizada decidió
pasar por el Colegio Belén, que atienden las Hermanas Siervas de Jesús, en la
urbanización Los Palos Grandes de Caracas. Trinette quería rezar para
pedir la sanación de su brazo.
Luego
de pasar por la capilla mayor, una hermana la condujo hasta el oratorio en
donde la comunidad de religiosas estaba en oración. Allí habló con la madre
María San Luis, hermana de sangre de Madre Carmen.
Después
de orar juntas, la monja le dijo que la Madre Carmen la curaría de su
dolencia. Enseguida ambas se dirigieron a una habitación, cercana al
oratorio, en donde la Madre Carmen en vida reposaba algunas veces. Allí
estaba un cuadro de la hoy beata Madre Carmen que la hermana San Luis quería
que Trinette Durán de Branger pintara.
Aquí
ocurre el hecho no explicable por la ciencia y los hombres. Al ver el cuadro e
implorar interiormente su curación, salió del borde del cuadro como “un hermoso
rayo de luz que alumbró toda la habitación y llegó hasta su hombro”, dice el
testimonio de la sanación presentado ante el Vaticano. Trinette sintió un
intenso calor entrar por su cabeza y penetrar en su brazo, y fue tan impactante
el momento que perdió por un momento el conocimiento y en el mismo instante su
brazo quedó restablecido totalmente. Ya no usó más férula, ni fue realizada la
operación.
El
domingo siguiente en una misa del Colegio Belén se reunió toda su familia para
dar gracias a Dios ante el gran favor recibido por intercesión de la nueva
beata. En la homilía el sacerdote que oficiaba se refirió a la falta de un
brazo de la Carmen Rendiles y fue cuando la familia de Trinette se enteró que a
la religiosa siempre le había faltado un brazo. La doctora Trinette
Durán de Branger da testimonio de su curación súbita, también los médicos que
la trataron, su familia y demás conocidos.
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