Por EFE Caracas
El Niño Jesús no llevará
regalos a muchos de los hogares de escasos recursos de Venezuela, pese a los
millones de juguetes que el Gobierno de Nicolás Maduro ha asegurado que
repartirá en todo el país, pues las familias dicen sentirse abandonadas y
sumergidas en la crisis económica y social.
La inflación cerrará 2017 en
más del 2000%, según el Parlamento venezolano, y las posibilidades de que el
Niño Jesús no desvíe sus esfuerzos hacia la compra de alimentos, medicinas o
ropa es cada vez más complicada, una realidad que empeora cuanto más humilde es
la familia o la zona de la capital.
Al barrio 5 de julio de
Petare, la megafavela que inunda los cerros del este de la capital venezolana,
se accede después de serpentear varios minutos por carreteras por las que
apenas pasan dos coches pequeños al cruzarse y tras superar una pendiente solo
apta para escaladores.
En una de las casas de
ladrillos vive Paula Navas, una mujer menuda cuya apariencia frágil engaña:
crió sola a 7 hijos propios y 2 más de los que se tuvo que hacer cargo. El
último de ellos es Sofía, su nieta de 4 años, de la se responsabiliza tras la
muerte este año de su madre por, dice entre leves sollozos, "falta de
insulina".
"Este año no hay nada, de
verdad que no hay nada. Los juguetes de los niños, eso es mentira que le
llegaron por los consejos comunales. Todo lo que han dicho es mentira",
afirma Navas sobre el anuncio del presidente, Nicolás Maduro, de la entrega de
juguetes a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Los CLAP fueron creados el año
pasado para que las ventas de comida subsidiada casa por casa se organicen a
través de las comunidades, un sistema que se amplió después con el 'Carnet de
la Patria', un censo paralelo que ya es indispensable para acceder a varios
beneficios sociales.
Y mientras el Gobierno dice
que la escasez de juguetes es culpa de una "guerra económica" en su
contra, desde el Consejo Nacional del Comercio señalan que las pocas
importaciones que se hacen son a través del dólar paralelo, 40 veces más alto
que el oficial, controlado por el Ejecutivo.
Sentada en la entrada de su
casa de ladrillo y techo de metal, Navas reconoce sus problemas para que el
Niño Jesús pase por su hogar a no ser que llegue ayuda desde los CLAP, y que
esta situación se repite en su zona.
"Hay muchas mamás que me
han preguntado cómo vamos a hacer, que no hay juguetes para los niños",
cuenta.
Sin embargo, la solidaridad de
los habitantes de los barrios venezolanos a pesar de la acuciante situación
económica y falta de alimentos sale a relucir a cada instante, donde se ofrece
café a los visitantes y los vecinos se protegen.
Asegura firme que si el Niño
Jesús le deja un regalo a Sofía no le permitirá que lo saque de la casa
"porque eso es demasiado frustrante para los demás niños que no tienen ni
siquiera muchas veces para comer".
Uno de esos niños bien podría
ser Reichell, Yeiderson y Luis, que ríen y pintan junto a la casa de Paula,
ajenos a todo.
Yeiderson, de 9 años, cuenta
que quería un carro a control remoto pero que su madre ya le dijo que el Niño
Jesús "no tiene plata".
A Reichell, de la misma edad,
le regalaron un "spinner" en la iglesia cerca de su casa y asegura
haber escuchado al presidente Maduro y su promesa de juguetes en el barrio.
"¡Claro! Nosotros lo escuchamos todo el tiempo", dice risueña.
Unas casas más arriba, Pedro
Planchart reconoce que hace semanas que tiene un Carnet de la Patria pero
asegura que "no sirve para nada".
Planchart, un hombre espigado
de 65 años con un cuerpo endurecido por años de trabajo de obrero en
construcciones, asegura que a pesar de los anuncios del presidente Maduro a su casa
no se ha acercado "ningún integrante del CLAP" y menos por el tema de
los juguetes.
Actualmente desempleados él y
su mujer, ven muy difícil que el Niño Jesús llegue a su hogar, donde viven 8
personas, incluyendo dos niños de cuatro y un año y medio.
"¿Cómo pueden tener
juguetes? Es que no tengo esperanza de nada", comenta indignado.
24-12-17
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