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jueves, 28 de diciembre de 2017

La hija de los inmigrantes, por @ErikaRoostna



Erika P. Roostna 27 de diciembre de 2017

Me convertí en inmigrante mucho antes de montarme en el avión. Mis circunstancias no comenzaron al aterrizar en Canadá, ni con el descubrimiento de mi nuevo mundo, ni el rompecabezas de un lugar más civilizado, pero ajeno al fin, que me tocaría descifrar durante años. Venezuela, mi hermoso terruño, se desmoronaba económica, política, social y moralmente, sin que yo pudiese hacer nada al respecto, y puso en entredicho mi paz, mi sosiego y hasta casi mi libertad. Fue entonces cuando me atacó la recurrencia de una visión: sentir en carne propia que se repetían acontecimientos de la Historia como una comida mal digerida, entretejida con las crónicas de mis ancestros quienes se refugiaron en esa maravillosa tierra, cincuenta años antes, como emigrantes de guerra y espantados del comunismo.

En La hija de los inmigrantes, no exploro los temas de cultura e identidad que adquirí tras emigrar, sino lo que dejé de ser aun antes de salir de mi patria. Venezuela se ha convertido en el rompecabezas que me urge descifrar, pues su decadencia me fue preparando para el exilio. En mis recuerdos aún están clavadas la imperiosa necesidad de evadir a toda costa que alguien ajeno decidiera mi destino y las penosas preguntas que me hice para convencerme de abandonar la tierra donde nací y con ella, a mis seres queridos y mis sueños en proceso.

Si bien mi historia parece haber comenzado de manera casi imperceptible, fue escalando en una serie de eventos que iban desde la negación de una realidad anárquica hasta las dolorosas decisiones de una nueva visión. Ahora estoy hurgando en el pasado para comprender el comportamiento de la comunidad a la que pertenecí y cómo nos dejamos arrebatar la patria por omisión. Es el trayecto entre una existencia que creí perfecta hasta la certeza de huir sin mirar atrás, de no dejarme tragar por una revolución de la cual nunca quise ser parte, de superar el apego a la tierra para lanzarnos a algo incierto, pero que guardaba promesas.

La hija de los inmigrantes es una recopilación de reflexiones en forma de memorias, rica en detalles y en nostalgias, que resonará con la diáspora venezolana, ―esa que nunca quiso ser―. Es un florilegio sobre mi travesía de negarme a ser peón de una dictadura, de emigrar para darles a mis hijos una mejor vida y honrar el recuerdo de mis antepasados.

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