ALONSO MOLEIRO 28 de diciembre de 2017
La
escasez en Venezuela no perdona ni a los más fieles al régimen Nicolás Maduro.
Las protestas han llegado a barrios chavistas dos días después de que no
pudieran celebrar la Navidad con la bolsa de comida y el pernil de cerdo que el
Gobierno les ha había prometido en los últimos comicios. Los más pudientes, los
que aún pueden permitirse usar el avión, tampoco han podido trasladarse para
celebrar las fiestas por la reducción del servicio aéreo en más del 50% a causa
de la falta de combustible, que también ha afectado a los que se tenían que
conformar con el autobús. Y, como es habitual, la responsabilidad siempre es de
otro. No hay pernil en las mesas venezolanas por culpa de dos países. “Por el
saboteo de Portugal, que no cumplió los convenios, y de los Estados Unidos, que
nos han impuesto las sanciones que pedían sus lacayos”, dijo la noche del miércoles
el presidente Nicolás Maduro en un discurso televisado.
Las
revueltas comenzaron dos días después de la noche de Navidad, en las barriadas
populares de Catia y La Vega, al oeste de Caracas, alguna vez de mayoría
chavista. Protestan por el retardo en la llegada los denominados CLAP (por los
Comités Locales de Abastecimiento y Producción); bolsas de comida que el
Gobierno de Nicolás Maduro reparte de forma quincenal a precios subsidiados en
sectores populares, como alternativa al comercio capitalista, y que distribuyen
como programa social y señuelo electoral.
Los
CLAP de estas navidades venían con la promesa realizada en las recientes
elecciones municipales de incluir pernil de cerdo, uno de los elementos
tradicionales de la mesa navideña en Venezuela. Con el salario triturado por
una violenta escalada hiperinflacionaria y un panorama de escasez crónico, que
conoce picos de gravedad notorios, la demora de la ayuda gubernamental agudiza
las carencias cotidianas y el panorama de protestas en Venezuela, país que en
este momento ve pasar frente a sí las pascuas más opacas y desesperanzadas de
su historia contemporánea.
“¿Qué
pasó con el cerdo? Nos han saboteado. Y puedo señalar a un país: Portugal.
Compramos todo el pernil que había en Venezuela. Todo, lo compramos. Pero
teníamos que importar y así di la orden y firmé los pagos. Pero nos
persiguieron las cuentas bancarias", dijo el mandatario. Lisboa replicó de
inmediato: "El Gobierno portugués no tiene, con seguridad, ese poder de
sabotear jamones”, respondió el ministro portugués de Exteriores, Augusto
Santos Silva, en una entrevista con la emisora lusa TSF, en la que recordó que
Portugal vive "en una economía de mercado y las exportaciones competen a
las empresas".
La
irritación popular en Venezuela, todavía focalizada, pero creciente, ha
conocido capítulos no exentos de dramatismo. En Ciudad Bolívar, ubicada en la
zona más angosta del Río Orinoco, 590 kilómetros al sur Caracas, los motines
populares en demanda de comida produjeron 20 detenidos y la militarización
completa de la ciudad el mismo día de la nochebuena de Navidad. En el poblado
de San Félix, a una hora de distancia, manifestantes trancaron las vías que
comunican con la vecina Upata por cuarta vez en lo que va de semana, exigiendo
las bolsas de comida, medicinas y servicios de gas doméstico.
Parte
importante de quiénes protestan en esta ocasión son militantes chavistas,
organizados en Comunas que promueve el Gobierno, a quiénes se les tenía prometida
su asignación para las fiestas. Al reconocer que había fallas en la asignación
de “la proteína animal” (es decir, la carne de cerdo), el gobernador del estado
Trujillo, Henry Rangel Silva, -militar retirado, General en Jefe; militante
chavista--, afirmó que el retardo obedece a “un sabotaje de la derecha fascista
nacional e internacional”.
Las
virulentas dimensiones de la crisis han estropeado el asueto navideño de los
venezolanos, incluso de los que tienen recursos, muchos de los cuales se han
visto impedido de verse con sus familiares en las pascuas a causa de las
dificultades actuales para desplazarse dentro del país. Las aerolíneas
comerciales han tenido que reducir en 70% sus vuelos por la escasez de
repuestos y combustible. Algo similar ocurre con los autobuses del ámbito
urbano y extraurbano. Miles de personas han tenido que pernoctar hasta por 48
horas en los terminales terrestres de Oriente y La Bandera, en Caracas, para
procurar obtener un pasaje aunque sea en reventa.
Las
insuficiencias en los servicios estatales se han expresado, con sus variantes,
en otras entidades federales. El servicio de gasolina sigue presentando fallas
en los estados Amazonas, Apure, Mérida, Táchira, Barinas, Cojedes, Portuguesa y
Trujillo. En estas zonas, que integran parte importante del Occidente, el
combustible se ofrece racionado; en algunos estados, el 20% de las estaciones
de servicio están totalmente cerradas. En la turística Isla de Margarita, es
difícil conseguir gasolina de 95 octanos. La jornada de la víspera de la
Navidad, y la propia Nochebuena, pillaron a Maracaibo, segunda ciudad del país,
con un corte de luz que duró siete horas.
A
diferencia de lo que normalmente sucede, estas fiestas transcurrieron en medio
de un espeso silencio en Caracas. En las zonas comerciales y acomodadas de
Altamira, La Castellana o Las Mercedes muchos negocios han visto pasar las
fiestas cerrados. Los centros comerciales, aquejados por una inflación
indomable, reportan bajas en las ventas. Los hoteles han cancelado sus tradicionales
recepciones de Navidad.
Muy
poco antes de la Nochebuena, en una de sus comentadas “contraofensivas contra
la guerra económica”, la Superindentencia Nacional para la Defensa de los
Derechos Socioeconómicos (Sundde), obligó a los comercios del bulevar de Sabana
Grande, una de las arterias más concurridas de la ciudad, a bajar, de forma
inmediata, los precios de todos sus productos, sin tomar en cuenta variables
como los costos de reposición o los pagos pendientes a proveedores. De acuerdo
a la interpretación oficial, el aumento de los precios guarda una relación
directa con el acaparamiento y la especulación de los comerciantes. Algunas de
estos expendios, como ha sucedido en otras ocasiones, tuvieron que cerrar sus
puertas indefinidamente.
DIOSDADO CABELLO PROPONE ESTATIZAR BANESCO
A. M.
El
segundo vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado
Cabello, planteó ayer la posibilidad de nacionalizar el banco privado Banesco,
uno de los más grandes del país, propiedad de Juan Carlos Escotet. En su
programa televisivo, Con el Mazo Dando, Cabello acusó a la entidad de querer
comprar acciones del Estado a precios de saldo. “El Gobierno tiene el 2,34% de
las acciones, y ellos le quieren comprar, con todas las trácalas (trampas) que
pueden, ¿no?, ese 2,34% y nos quieren pagar 387millones de bolívares",
dijo. “Está bien, me parece que está bien. Al cambio de ellos, de ese dólar que
a ellos les gusta, (el dólar del mercado negro) nos van a dar 3.225 dólares.
Está bien, ¿verdad? Es justo, precio justo.”
Cabello
se dirigió directamente a Escotet, venezolano de ascendencia española: "Te
lo vamos a comprar al precio que tú querías comprar las acciones del Estado”.
Para después llamar al gerente de Banesco pillo y acusarle de “organizar y
alimentar el crecimiento de una corporación en el exterior con el dinero de los
ahorristas”. El vicepresidente también le reclamó “tener el descaro de hacer un
aumento de capital". Y prometió investigarlo para establecer su
responsabilidad en el contrabando de billetes en la frontera con Colombia.
Las
amenazas de Cabello se producen en un momento de enorme contracción económica
que dura ya cuatro años y tiene las características propias de una depresión.
El presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria),
Juan Pablo Olalquiaga, alertó de que el 27 % de las 3.800 industrias que quedan
en el país podrían desaparecer en 2018 de seguir la crisis económica. El
Coordinador de la Federación Nacional de Trabajadores del Sector Público,
Servando Carbone, cifró el miércoles en casi cuatro millones los puestos
laborales que se han perdido en el sector privado desde la llegada a la
Presidencia de Nicolás Maduro, en 2013.
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