María Ramírez y Eyanir Chinea 27 de diciembre de 2017
José
Ramón García, transportista de alimentos en Venezuela, tuvo que detener su
camión por no poder costear neumáticos nuevos a 350 dólares cada uno, o el
equivalente en moneda local a la tasa que marca el mercado negro: unos 90
salarios mínimos.
En un
país con control cambiario que limita el acceso a dólares, una inflación de
cuatro dígitos que fulmina el valor del dinero, así como con escasez de
alimentos e insumos, el caso refleja la creciente dolarización no oficial de la
economía venezolana y los problemas de quienes no tienen acceso a las
codiciadas divisas.
“Es
frustrante, porque te das cuenta que trabajas para comprar dólares y medio
ahorrar, porque no vale la pena tener bolívares”, dijo el atribulado conductor
del sur del país, que pasó a ser un desempleado.
En
tiendas gourmet o de diseño en Caracas, las costillas de cerdo importadas o los
zapatos se venden hasta en 150 dólares. Y aunque estos bienes se reservan a
expatriados o al grupo reducido de venezolanos con ingresos en dólares pagados
en cuentas en el extranjero, recientemente servicios básicos como vacunas y
consultas médicas también se dolarizaron.
Venezuela
tiene una larga tradición inflacionaria, pero este año empezó a experimentar
alzas diarias de precios, un síntoma pernicioso de hiperinflación que ha
obligado a muchos a buscar refugio en otras monedas.
Yoselin
Aguirre, de 27 años, elabora y vende accesorios femeninos, y desde hace poco tiempo
ofrece su trabajo en dólares o el equivalente en bolívares según la tasa que
reporta el sitio estadounidense dolartoday.com, referente del mercado.
“No
puedo pensar en bolívares ya, porque así uno tiene que dar un precio cada hora.
Mientras me están pagando algo por un lado, por otro me están aumentando la
materia prima”, agregó, indicando que compra sus insumos también en dólares.
“Para
sobrevivir, te tienes que dolarizar, así el Gobierno siga en su burbuja”,
sentenció.
El
Gobierno socialista del fallecido Hugo Chávez instauró en 2003 un control de
cambio que impide la libre circulación de divisas, cuyo valor y distribución
controla el Estado.
Su
sucesor, Nicolás Maduro, ha mantenido la política, pero con una tasa altamente
sobrevaluada de 10 bolívares por dólar, con lo que, ante la caída de los
ingresos petroleros, fuente principal de los dólares que se venden a través del
control, el sistema ha hecho aguas.
La
falta de vías legales para que las personas compren dólares empuja al alza su
precio en el mercado paralelo, tasa cada vez más referencial para la economía,
donde un billete verde vale unos 120.000 bolívares.
Maduro
culpa a dolartoday de inflar las tasas como parte de una “guerra económica” de
sus enemigos políticos, y ha jurado que 2018 será el año de la tan ansiada
recuperación económica.
NAVIDAD EN CRISIS
En
tanto, el bolívar pierde valor tan rápidamente que en Maracaibo, capital del
petrolero estado Zulia, decoraron árboles de Navidad en la calle con billetes
de baja denominación.
El
dinero circulante se disparó un 464 por ciento de junio hasta mediados de
diciembre, según el Banco Central. Para los economistas, mientras Maduro no restrinja
la impresión de dinero y ajuste la tasa de cambio, la inflación seguirá al
alza.
En la
frontera sur y occidental, con Brasil y Colombia, los precios de alimentos como
el aceite, huevos y harina de trigo, importados de países vecinos, varían a diario
en función de la cotización del dólar, según un recuento hecho por Reuters.
Y en
Caracas, según el mismo conteo, las arepas con queso, el desayuno tradicional
hecho con harina de maíz, aumentó un 65 por ciento en sólo dos semanas, y en
ese mismo período el kilo de jamón dio un salto del 171 por ciento.
Los
precios incluso impactaron la celebración de la Navidad, que esta temporada se
caracterizó por la escasez de pinos y juguetes, además de carne, pollo y harina
de maíz para la elaboración del plato típico.
Rafael
Vetencourt, trabajador siderúrgico de 55 años, dijo que para una cirugía le
pidieron 250 dólares a fin de traer un equipo importado necesario para la
intervención.
“No
ganamos en dólares, es un abuso el cobro en dólares”, dijo, aunque piensa usar
parte de sus ahorros para la cirugía.
Algunos
venezolanos aprovecharon una bonanza petrolera reciente y acumularon dólares a
precio controlado. Y ante el creciente éxodo de venezolanos debido a la crisis,
algunas familias han empezado a recibir remesas desde el extranjero.
El
banco de inversión Torino Capital estima que “residentes” poseen unos 14.000
millones de dólares en deuda emitida por el país en los últimos años, por lo
que personas de clase media viven de los dividendos en dólares de sus bonos.
Pero
para la mayoría de los venezolanos los dólares todavía son una quimera
inalcanzable.
“Muchas
familias viven con los dólares que les mandan de afuera y pueden comprar
comida, pero cómo hago yo que gano en bolívares y no tengo manera de ahorrar para
comprar divisas”, dijo entre lágrimas Cristina Centeno, una maestra de 31 años,
que está buscando trabajo por internet que pague en dólares.
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