Por Brian Fincheltub
Érase una vez tres barcos que
venían de muy muy lejos cargados de millones y “millonas” de perniles. Viajaban
hacia un reino donde su valor podría sobrepasar el oro y la gente era capaz de
hacer todo por obtenerlos, incluso hasta vender su dignidad. Según los relatos
de la corte, durante meses estos barcos lograron sortear todo tipo de
dificultades y conspiraciones: tormentas, huracanes, monstruos marinos,
tsunamis y hasta lluvia de fuego. Penurias que iban siendo superadas una a una por
la valentía y coraje de sus tripulantes.
Mientras mar adentro se
libraba supuestamente una batalla digna de una epopeya griega, en tierra firme
los pobladores del pequeño reino comenzaban a desesperarse. El rey había
prometido un pernil para cada súbdito y eso lo había convertido en el más
popular de los soberanos, ganaba todas las elecciones de la corte con 99% de
los votos y comenzaba a generar la envidia en los dominios vecinos, cuyos reyes
empezaron a considerar la cría de cochinos como el elixir del poder eterno.
Para calmar la impaciencia de
la gente el rey lanzaba las sobras de sus banquetes a quienes se mostraban más
inconformes con el retraso de su promesa. La multitud corría a pelearse por los
huesos y había quienes elevaban en vítores al rey agradeciendo su generosidad.
“Su majestad, usted es bueno y generoso, usted no merece más que nuestra
lealtad. Pero sus funcionarios lo están engañando”, exclamaban entre lágrimas
algunos súbditos. A lo que el rey siempre respondía: “Les cortaremos la cabeza”.
Pero ni las cabezas de los
funcionarios señalados llegaban ni tampoco los perniles. El rey que se había
quedado sin excusas, envió pollos de plástico a la gente siguiendo la
recomendación de un mago que le había asegurado que al primer canto del gallo se
convertirían en pollos en brasa, pero eso tampoco pasó.
Lamentablemente, no podemos
relatarles el resto porque no lo conocemos, todo depende si los pobladores de
este reino aceptan que esto sea una “conspiración” más o deciden darle otro
final a esta historia. Esperemos.
Fincheltubbrian@gmail.com
30-12-17
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