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martes, 3 de abril de 2018

Comentarios al documento Hausmann sobre dolarización, por Miguel Méndez Rodulfo




Miguel Méndez Rodulfo 02 de abril de 2018

Referencia a Ecuador

Cuando en enero del año 2000 Ecuador decidió dolarizar, habían pasado más de dos décadas de inestabilidad económica en las que se probaron todas las medidas que la ortodoxia recomendaba: la guerra con Perú afectó las finanzas públicas y las hizo deficitarias; hubo una caída en los precios del petróleo a finales de los 90; el fenómeno del Niño castigó las cosechas, aumentó la morosidad y afectó al sistema bancario; a sociedades financieras debilitadas se les ofreció la oportunidad de convertirse en bancos que ya nacían comprometidos; la supervisión bancaria se hizo muy laxa, los bancos en vez de adoptar un rol de intermediación financiera, favorecieron sus intereses corporativos, se otorgaron autocréditos y esta práctica desmejoró su solvencia; el Estado le impuso a las entidades financieras la obligación de comprarle deuda pública, estos montos fueron creciendo hasta que el gobierno no pudo pagarlos, con lo cual se afectó la solidez de los balances bancarios; el sistema financiero cayó en crisis y los dos bancos más grandes del país fueron intervenidos; se creó una alta desconfianza en la moneda nacional; el gobierno intentó sin éxito, defender la paridad cambiaria y para ello quemó US$ 1.200 MM de reservas internacionales; se inició un proceso inflacionario tan fuerte que claramente se iba hacia la hiperinflación; las empresas más que producir bienes y servicios se ocupaban del balance financiero, de cómo posicionarse en dólares y como pagar con retardo a sus proveedores; se implementó una Tasa Tobin o impuesto a las transacciones financieras, en sustitución del ISLR, pero la gente comenzó a realizar sus pagos desde el exterior; se aplicó un corralito financiero (congelamiento) durante 6 meses, pero al término de ese período la gente voló a los bancos a convertir sus sucres en dólares; el BCE buscando esterilizar la liquidez emitió Bonos de Estabilidad Monetaria (BEM) a tasas insostenibles de más de 200%; esto hizo que el gobierno aumentara las revoluciones de la maquinita de hacer dinero; el BCE era una entidad sujeta a los designios del Poder Ejecutivo, mediatizada en su independencia, que no velaba por el orden monetario y presta a financiar los caprichos del gobierno; la economía estaba dolarizada en 75%; a finales de 1999 un dólar llegó a costar 25.000 sucres (había aumentado 66% en tres semanas); proyecciones que se hicieron entonces pronosticaron que si no se hacía nada para 2015 un dólar costaría 350.000 sucres.

Para fines de 1999, el precio del oro y el del petróleo había disminuido significativamente en los mercados internacionales. Pero a lo largo del año se había estado discutiendo el tema de la dolarización en las esferas del alto gobierno. El Banco Central Ecuatoriano, en el lapso de esos doce meses nunca pudo llegar a un consenso con relación a implementar la medida. Las consultas que al respeto se le hicieron al FMI no tuvieron buena acogida, ni pronta respuesta. La posición del fondo era que como iban a dolarizar si tenían alta inflación, serios problemas bancarios y graves problemas fiscales (lo mismo que nos dice ahora el Dr. Hausmann). La solución que recomendaba se orientaba al diseño de un programa de ajuste con asistencia de líneas de crédito, en un escenario de recuperación, más adelante, de los precios del petróleo. La verdad es que este organismo multilateral no evaluó adecuadamente la gravedad del problema ecuatoriano y le dio largas al diseño del programa de ajustes. En tanto la gente sentía que el Sucre cada vez valdría menos y se refugiaba en el dólar. En el segundo semestre de ese año 99, hubo una devaluación de 66% en sólo pocas semanas. Lo cierto es que el segundo domingo del año 2000, Ecuador decidió dolarizar, sin informar al FMI, alegando justamente las mismas circunstancias por las cuales el fondo decía que no debían tomar tal medida.

Cuando el Presidente Jamil Mahuad, el 10 de enero de 2000, tomó la decisión de dolarizar el tipo de cambio fue de 25.000 sucres por dólar. Las reservas internacionales eran de US$ 1.276 MM y habían caído 25% en el año 99, en tanto que la capacidad de compra del salario mínimo había disminuido 23% en el mismo período. Lo que el gobierno hizo fue dividir todos los activos internacionales del BCE que tenían la característica de poder convertirse rápidamente en activos líquidos, sin mayores costos o castigos, entre todos los pasivos del Banco Central que potencialmente podían presentarse al canje. Estos pasivos fueron principalmente: monedas y billetes emitidos, depósitos de las entidades financieras (reservas bancarias), depósitos del sector público y títulos emitidos por el BCE.

Las cuentas daban para una paridad de 20.000 sucres por dólar, pero se quiso proteger al sector exportador y darle un colchón, medida que generó inflación y se sumó a la ya acumulada en los dos últimos años. Para llevar los dólares a los confines de territorio, el BCE se apoyó en las rutas, contactos y equipos de Coca Cola.

Cuando el 10 de enero de 2000 se adopta el dólar como moneda para realizar todas las transacciones dentro del Ecuador, existían los antedichos bonos de esterilización (BEM), a 3 meses, que devengaban intereses entre 59 % y 200 %, pero ahora en dólares. Igualmente, los depósitos colocados en los bancos del país devengaban entre 47 % y 70 % de interés y los créditos entre 60 % y 70 %, todo esto en dólares. De no arbitrarse medidas para alterar esta situación, habría ocurrido una enorme e injustificada transferencia de riqueza de los deudores de créditos en moneda nacional hacia los intermediarios financieros y hacia los depositantes, así como también del BCE hacia los intermediarios financieros tenedores de bonos de estabilización monetaria, por eso se adoptó el llamado “desagio” o decisión ejecutiva, mediante resolución del BCE que establecía, por ejemplo, que 200% de interés equivalía a 8% para efectos de dolarización.

El BCE, por su parte, una vez que resignó sus capacidades para hacer política monetaria, redujo el encaje mínimo legal a 4 % del saldo de los depósitos captados por las entidades financieras, porcentaje con el que se buscaba únicamente que se minimizaran las probabilidades de fallos en la cámara de compensación de cheques.

La dolarización se tomó sin ayuda de los Estados Unidos y sin su anuencia; de hecho cuando los rumores corrían, el Secretario del Tesoro norteamericano llamó horas antes de tomarse la disposición al Ministro de Finanzas del Ecuador, Alfredo Arízaga, recriminándole la medida inconsulta. El ministro le respondió que no solicitaron permiso, como tampoco su ayuda, porque Ecuador operaría con los dólares que el país obtuviera del flujo derivado de sus transacciones comerciales internacionales. Tampoco el FMI vio con agrado la medida, ni el Banco Mundial, ni tampoco el BID (Hausmann asesoró a título personal). Todos querían aplicar la receta de austeridad y recuperar la independencia del BCE. Le dieron largas al asunto y no quisieron participar de la dolarización.

Una opción que Ecuador no consideró fue la de probar con la independencia del BCE y mantener al sucre. Treinta años de intentar sin éxito esto, convenció a los técnicos, pero también al equipo político de Jamil Mahuad, que sería inútil tal pretensión. Salvo muy honrosas excepciones, los bancos centrales de América Latina son y han sido un apéndice del gobierno de turno y su cacareada independencia, letra muerta en las constituciones. La medida de dolarizar la tomaron equipos técnicos de alto nivel ajenos al BCE, el instituto emisor siempre se opuso a la medida y la obstaculizó; de hecho el Presidente y la Vice Presidenta del BCE, el día que se tomó la disposición, leyeron un comunicado a las puertas de la institución, augurando toda clase de fracasos.

Ecuador dolarizó sin un plan previo y sin una base legal de respaldo. Así, hubo mucha creatividad bajo presión, mucha resistencia al cambio, sobre todo por parte del BCE, pero también mucho análisis, mucha ponderación y tino. La ley tardó un año en sancionarse y la Constitución, que preveía al Sucre como moneda nacional, tardó más tiempo en modificarse.

Lo que se perseguía con la dolarización era acabar con la desconfianza en la moneda, abatir los altos niveles de inflación, sepultar la devaluación, devolverle el orden a las finanzas públicas y recuperar la confianza internacional. Se buscaba una estrategia de desarrollo a largo plazo para el país y un plan de recuperación que mejorara radicalmente la productividad de los productores nacionales y la competitividad del sector exportador, atraer inversiones nacionales y extranjeras, fortalecer la capacidad financiera del país, etc.

Luego de la dolarización, abatida la tendencia hacia la hiperinflación y desterrada la devaluación, habiendo orden en las finanzas públicas porque se apagó la maquinita de producir dinero inorgánico, el país logró estabilidad y confianza, así como también las exportaciones se diversificaron y se aumentó el valor agregado de éstas; pero como nada es una panacea, Ecuador sufrió durante los años 2000 y 2001, un proceso inflacionario subyacente de la inflación represada hasta 1999: 91% y 21% respectivamente. A partir de 2002 la inflación fue de un dígito. Los precios y los salarios sufrieron un proceso de reajuste relativo, en que se fueron estabilizando. Algo que vale la pena destacar es que como siempre, la devaluación y la inflación castigan mayormente a los más débiles; así hubo salarios que quedaron hasta en 7 dólares. En promedio los salarios se ubicaron aproximadamente en 40 dólares; no fue sino algunos años después que estos emolumentos recuperaron su capacidad de compra y se colocaron en casi 400 dólares. El valor real de los salarios aumentó sostenidamente. No obstante, hay que decir que si hubiesen continuado igual las cosas, los salarios se habrían reducido más cada año, en vez de estabilizarse e iniciar un proceso progresivo de aumento, como ocurrió con la dolarización.

El sistema financiero internacional aceptó el desagio de los bonos BEM y permitió renegociar la deuda externa del Ecuador. La banca ecuatoriana se disciplinó, incluso hoy cumple en exceso las normas de Basilea, de manera que se cuenta con un sistema bancario fuerte y sólido al cabo de 18 años de dolarización. Las empresas se dedicaron a producir y dejaron la especulación financiera con la moneda. En estas casi dos décadas, ha habido problemas y crisis, pero a pesar del golpe de Estado casi inmediato contra Mahuad, de la resistencia de Noboa y de la oposición de un populista recalcitrante como Correa, el dólar sigue campeando en Ecuador. No han podido con él. La gente lo prefiere mayoritariamente. Había una pinta en Quito que decía: “Chao dólar… chao Correa”.

El Salvador, en condiciones de estabilidad, sin la crisis de Ecuador, dolarizó en 2001. Panamá tiene 100 años dolarizada. La Unión Europea tiene al euro y ningún país está reclamando su moneda propia. Como dice Steve Hanke, experto mundial en hiperinflación que recomienda ampliamente esta medida para Venezuela: “Comparados con aquellos países que tienen bancos centrales y emiten moneda local, la naciones que están dolarizadas oficialmente producen bajas tasas de inflación, menos variabilidad, así como tasas más altas y estables de crecimiento económico.” 33 países en el mundo tienen al dólar como su moneda, en tanto que 70% de los billetes verdes circulan fuera de EEUU. Ningún país se ha devuelto a su antiguo signo monetario.

Consideraciones de Hausmann

El reputado economista de Harvard comienza diciendo: “desafortunadamente, la dolarización es una buena solución para problemas que no tenemos, pero no resuelve –sino más bien agrava– los que sí tenemos… y nos desvía de cosas importantes que deberíamos estar discutiendo” Además agrega: “Pero las razones por las que era conveniente dolarizar el Ecuador en 1999 se parecen poco a la realidad actual de Venezuela”

A continuación, contradiciéndose, argumenta: “La dolarización puede ayudar a bajar la inflación rápidamente y prácticamente sin costo”. Si quedamos, como él dice en el párrafo de arriba, que la medida resuelve problemas que no tenemos, y evidentemente la hiperinflación es nuestro mayor problema como país ¿cómo quedamos entonces? Porque es claro que la dolarización si resuelve un problema que tenemos y que es el más grave que nos asola.

Continúa nuestro admirado Dr. Hausmann argumentando que la dolarización si operaría rápida y efectivamente, pero sólo cuando ella responda a: “una deuda pública interna grande en moneda nacional y la moneda no goce de confianza.” La verdad es que la inflación que padecemos no obedece a una pesada carga de deuda pública interna, pero tampoco es cierto el ejemplo que cita, ya que la inflación ecuatoriana no obedeció solamente a la deuda pública interna. Como ya vimos al inicio de este documento, las causas fueron múltiples, pero sobre todo la principal era la falta de independencia del BCE. Tampoco creo que sea cierto que la razón fundamental, como lo dice Hausmann, para emitir dinero inorgánico en Ecuador fue el servicio de la deuda interna.

Ya la guerra con Perú se financió con dinero inorgánico, al igual que el salvataje del sistema bancario, así como la desconfianza en la moneda y la propia erosión de los salarios; de manera que la deuda interna fue una razón para prender la maquinita, pero no la única.
Creo que la inflación primero y la hiperinflación después, tuvieron múltiples causas en nuestro país, no una sola. Eso mismo ocurrió en Ecuador. Algo que no se explica en el texto del Dr. Hausmann, pero que se dice tajantemente es que la dolarización funcionaría sólo si ésta obedece a un problema de deuda interna grande. La verdad eso no lo entiendo. Ahora bien, es claro que el segundo supuesto para que funcione la dolarización, que no haya confianza en la moneda, eso sí es común a ambos países.

Creo que la emisión de dinero inorgánico y el déficit fiscal no ocurren solamente por causa de la deuda interna. En Ecuador no fueron solamente los BEM y sus altas tasas para esterilizar la liquidez, los únicos los causantes del déficit fiscal y del encendido de la maquinita de hacer dinero. Igual que aquí, en Ecuador hubo un gran desorden fiscal y monetario, así como un rechazo a la moneda nacional, cosa que se corrigió efectivamente con la dolarización. Luego, es muy probable que aquí ocurra lo mismo.

Luego continua su argumentación añadiendo un párrafo que reconoce las bondades de la dolarización: “De esa forma, la deuda se convierte de inmediato a dólares, las tasas de interés bajan y el déficit fiscal desaparece como por arte de magia y con él, la necesidad de emitir dinero y depreciar la moneda. Este mecanismo es el que explica por qué, entre los países que bajaron la inflación de más de 1.000% a menos de 100%, los que dolarizaron o fijaron el tipo de cambio lo hicieron en promedio más rápido: se beneficiaron de una caída más acelerada de las tasas de interés”. La verdad es que nuestra hiperinflación como lo expone Hanke, no es de 1.000% sino de 8.000% anual; ahora bien, si algún mecanismo nos saca de este círculo infernal, yo creo humildemente que sería bienvenido por la inmensa mayoría de los venezolanos.

Añade el economista de Harvard: “La situación actual de Venezuela no podría ser más distinta. En nuestro país, la deuda interna es totalmente insignificante…” Estamos de acuerdo que eso es totalmente cierto, pero el resto de las variables no son tan diferentes y hay mucha semejanza; de manera que tanto aquí como en Ecuador en su momento, las reservas internacionales son exiguas, los salarios han caído abruptamente, el banco central es inoperante, el sistema financiero no funciona a cabalidad, la gente rechaza la moneda nacional, está instalada una hiperinflación, etc. En lo que si hay diferencias, es en cuanto a la crisis del sistema bancario, la dependencia de las importaciones y la destrucción del aparato productivo nacional.

De seguidas se pregunta nuestro economista: “Con la dolarización, ¿qué ocurriría de manera automática con el déficit fiscal? Nada. Quedaría un déficit fiscal gigantesco. Y, ¿cómo haría el gobierno para pagar sueldos, pensiones, bonos y transferencias a gobiernos sub-nacionales? Buena pregunta, pues con la dolarización se acaba la forma actual en la que el gobierno hace esos pagos –la emisión inorgánica–, pero no se crea una fuente alternativa”. A continuación agrega: “La teoría que a menudo se esgrime en estos casos es que el gobierno se verá obligado a ajustar su déficit fiscal a lo que pueda pagar”. Pero él mismo se responde: “Es algo así como pensar que, si uno se compra la ropa tres tallas menores a la que a le corresponde, perderá peso. Cuando los gobiernos provinciales de Argentina enfrentaron esta situación en 2001, comenzaron a emitir monedas locales. Al final, Argentina tuvo que abandonar la convertibilidad. Zimbabwe, a los 10 años de la dolarización, es 32% más pobre que hace 20 años”.

Comencemos por el último argumento. Argentina nunca estuvo dolarizada, llegó a asumir la “Convertibilidad” un sistema muy laxo que permitió al gobierno, luego de unos años de austeridad, seguir con la indisciplina fiscal; en tanto que Zimbabwe dolarizó, pero tiempo después Mugabe se inventó su propio dólar. De manera que ambos no son ejemplos de dolarización, como lo son Ecuador, Panamá o El Salvador. Por otra parte, en Venezuela está vedado que nadie, salvo el BCV, pueda emitir moneda.

Con relación al argumento referido a que hay que gastar hasta donde nos alcance la cobija; esto es una sacrosanta verdad. Y no cumplir este precepto es la causa fundamental de nuestros males económicos. En razón de esto no entendemos el argumento esgrimido acerca de que luego de la dolarización el hueco fiscal queda incólume, ya que como se cerró la fuente del financiamiento para pagar sueldos, pensiones, transferencias, etc., no se abren otras opciones para cumplir estas obligaciones.

A ver si entiendo y si me puedo explicar. Si hemos dolarizado, se acabaron las devaluaciones y la maquinita se apagó. Luego la hiperinflación debe bajar radicalmente. Todos estaremos aliviados de que nuestros ingresos y gastos se hayan estabilizado y no puedan ser devorados por el mecanismo perverso que los pulverizaba. Pero en función de los activos y pasivos del BCV se establecerá un tipo de cambio, al cual se tasarán nuestros ingresos. En Ecuador, el promedio de salarios fue de 40 dólares. A esta cifra u otra parecida se promediarán los salarios en Venezuela. De manera que no es que porque la depauperización inflacionaria hizo trizas los salarios, con la dolarización vamos a aumentar la remuneración de trabajadores y empleados, en un acto de justicia social. Ese deseo noble es un lujo que no se puede dar el país. En Ecuador tardaron algunos años para que los salarios se recuperaran de 40 a 400; pero siempre se recobraron, nunca volvieron a caer.

El argumento citado a renglón seguido es que: “6 millones de familias dependen directamente de lo que les paga el Estado. En el mes de febrero, la recaudación no petrolera representó 57 millones de dólares calculado al tipo de cambio en Cúcuta y unos 180 millones de dólares al tipo de cambio propuesto de 70.000 bolívares. Si fuésemos a utilizar el 100% de esa recaudación para remunerar a los 6 millones de empleados y pensionados del Estado, da para pagarles un sueldo de $9.5 al tipo de cambio de Cúcuta o $30, si lo calculamos a 70.000 Bs.F/$. Esos serían salarios y pensiones de hambre, pero la dolarización no genera ingresos fiscales para pagar mejor”.

Dos cosas no entiendo de este argumento (y puede deberse a mi ignorancia en la materia). Uno, que sólo se considere la recaudación no petrolera, y dos que se piense que la dolarización deba generar ingresos fiscales para pagar mejor. Si aún somos un país petrolero, lo lógico es que esos ingresos se sumen al pago de la nómina pública. Según creo, justamente la dolarización acaba con los trucos y las magias contables para darle más dinero al gobierno, entonces ¿cómo es que va a generar ingresos para pagar mejor? Eso no lo comprendo.

Seguidamente se esgrime lo siguiente: “el déficit fiscal y la inflación son consecuencia y síntomas de la crisis, no su causa. La dolarización no ataca a la enfermedad, sino a la fiebre” De acuerdo con esto, pero creo que la dolarización hace lo suyo; sin embargo, no tiene que resolver todos los embrollos de la economía nacional. Para abordar todo eso hay otras medidas y políticas. Por ejemplo, en Ecuador se dolarizó, pero Correa buscando una gotera creó dinero electrónico como medio de pago. Esta medida era potencialmente inflacionaria y podía afectar la dolarización; al final no la aplicó con rigor. Pero el gobierno ecuatoriano emitía deuda externa, más allá de lo aconsejable, mantuvo el subsidio a la gasolina que beneficiaba más a los ricos y la clase media, etc. Lo correcto sería decir que la dolarización ataca una enfermedad, pero no cura al cuerpo de otras dolencias; sin embargo, visto el infierno que vivimos, yo diría que la dolarización nos curaría de un cáncer, aunque no de la diabetes, o de la tensión alta. ¡Lo cierto es que nos habría salvado de la enfermedad más terrible!

Por otra parte se pregunta el reconocido economista: “¿Qué le haría la dolarización a la capacidad de importar? La dolarización per se no cambia la capacidad de exportar petróleo. Tampoco reduce ni el servicio de la deuda ni nuestros índices de sobreendeudamiento. Pero la dolarización va a requerir usar los pocos dólares que tenemos, no para importar insumos, materias primas y repuestos, sino para hacernos de medios de pago”. A ver si no interpreto mal: nosotros vamos a dividir, por una sola vez y al inicio de la dolarización, los activos del BCV (incluidas las reservas internacionales) entre los pasivos potencialmente canjeables, para obtener el tipo de cambio y posteriormente cambiar los bolívares por dólares. Pero los ingresos subsiguientes que produzca la economía, por venta de hidrocarburos, otras exportaciones, cobros de impuestos, préstamos internacionales que consigamos de las multilaterales, etc., los vamos a usar para las importaciones y el pago de salarios, pensiones, compromisos, etc. De manera que por efecto de la dolarización no es que no podamos importar insumos. Eso no creo que sea verdad.

Las disertaciones siguientes, relativas al establecimiento del tipo de cambio y la cantidad de dólares necesarios para canjear los bolívares: US$ 3.571 MM y 110 dólares calculados al TC de 70.000. Al respecto creemos que como la dolarización tumbaría a la mitad el valor del dólar, una cifra de 130 (al día de hoy) sería más lógica.

Sigue su línea discursiva nuestro bien ponderado economista, esta vez argumenta: “Por eso, la dolarización no va a generar ahorros fiscales como en Ecuador y tampoco va a aligerar la escasez de divisas –es decir, la causa principal del colapso de la producción y de la recaudación fiscal en Venezuela–, sino que la agravará en el corto plazo”. En Ecuador se paró de golpe la maquinita y además ya no se pudo devaluar, no sé qué ahorro fiscal produjo eso. Lo que sí sé es que trajo orden y estabilidad monetaria. Un logro que todos anhelaban. Que se dejó de emitir bonos BEM, es verdad; pero estos se pagaban con dinero inorgánico. Tal emisión ya no sucedería más, pero no significa, a mi modesto entender, que hubo un ahorro fiscal. Por otra parte, no creo que la escasez de divisas sea la causa principal del colapso de la producción y de la recaudación fiscal en Venezuela. Esto es atribuible al modelo económico y político que el chavismo nos impuso en estos 19 años.

Luego se expresa que la comunidad internacional no apoyaría tal medida: “pues la interpretará como un incremento en los compromisos financieros de un gobierno que no puede con los que ya tiene” No estoy de acuerdo: Venezuela, se ha demostrado sin duda, es estratégica para Occidente, no solamente por sus enormes reservas de petróleo pesado, sino por el contexto geopolítico y para impedirle a chinos y rusos que constituyan un enclave en el continente, amén de evitar que seamos una base del narcotráfico o del terrorismo internacional. Venezuela es importante y estratégica incluso para sus propios vecinos. El caso Ecuador que al principio no fue bien comprendido, pero cuya trayectoria demostró que se estuvo en la senda correcta, nos ayuda. Por otra parte, al contrario, la disposición de ayudarnos humanitaria y financieramente, hace poco probable que haya problemas al respecto.

Aunque hasta este punto, los argumentos del Dr. Hausmann, habían eludido la cantaleta de los economistas del patio (el señoreaje, el rol de prestamista de último recurso, jugar la carta de la devaluación, etc.), finalmente hace causa común con ellos y esgrime el argumento de la camisa de fuerza. Al respecto, Panamá en 100 años y Ecuador y El Salvador, en más de tres lustros, no han quedado inmovilizados por la fulana camisa. Hacer las cosas bien, manejar la austeridad y tener un manejo responsable de las finanzas públicas es la mejor manera de no ponerse el saco de hierro.

La exposición siguiente, referida a la necesidad de renegociar la deuda externa, contar con líneas de crédito internacional y mejorar la producción petrolera, son temas ampliamente compartidos por nosotros.

Con respecto al siguiente punto sobre que la dolarización es afectada por: “los salarios en Venezuela, medidos en dólares, pueden ser relativamente estables a lo largo del tiempo… Demostramos que esta variable es en promedio 3 veces más volátil en países en desarrollo con respecto a países desarrollados” Esto no ocurrió ni en Ecuador, ni en El Salvador, ni en Panamá, luego no hay que ser determinísticos. Pareciera más bien que los países subdesarrollados que han adoptado el dólar, se hacen inmunes a ese mal.

Que “Kazajistán, un país que tenía, hasta el colapso reciente de Pdvsa, una producción petrolera per cápita similar a la de Venezuela, y unas reservas internacionales per cápita 20 veces superiores a las nuestras, no ha sido capaz de mantener un tipo de cambio estable”. Primero hay que aclarar que este país euroasiático no está dolarizado y segundo hay que decir que el manejo responsable o no de las finanzas públicas, determina la suerte de la moneda, de las reservas internacionales y de la economía. Cada país sella su destino cuando toma decisiones en materia económica.

La última batería de argumentos esgrimida, y en donde se carga la mano contra los que estamos a favor de la dolarización, es la que sigue, pero como a lo largo del documento hemos ido dando nuestra opinión de simple ciudadano, no vamos a seguir abundando al respecto. Creemos que estas preguntas ya se respondieron: “El que proponga la dolarización en Venezuela nos tiene que decir, en detalle, cómo va a hacer para cuadrar las cuentas fiscales, pues la dolarización va a hacer esa tarea más difícil. Nos tiene que decir, en detalle, cómo va a aumentar la capacidad de importación del país, porque la dolarización nos lo hará más difícil. Nos tiene que decir, en detalle, como va a obtener financiamiento externo, si la comunidad internacional se opone, como probablemente lo hará, a apoyar la dolarización. Y nos tiene que decir, en detalle, qué reformas a las actuales leyes laborales y de seguridad social van a proponer para hacer que los salarios y pensiones puedan adecuarse en el tiempo a los vaivenes de una economía tan volátil como la nuestra”.

Antes de terminar, me permito un comentario. El Dr. Hausmann había dicho al principio de su documento que la dolarización: “Nos distrae de las cosas importantes que debemos estar discutiendo”. Al respecto quiero decir, con todo respeto que en el país tenemos mucho tiempo discutiendo que vamos a hacer con la industria petrolera, con el sector eléctrico, con el tema del agua potable y saneamiento, con el tema económico, etc. Y se han elaborado documentos de Políticas Públicas, pero también documentos para afrontar la Transición, incluso se han producido documentos de Visión País y papeles sobre la conformación de Acuerdos Nacionales, para no hablar de los Lineamientos Programáticos de la MUD del año 2012.

Argumentos de Guillermo García

Países que han sufrido crisis hiperinflacionarias con establecimiento de programas de estabilización ha tomado entre 9 y 12 años llevar a un dígito la inflación. Nosotros no podemos darnos ese lujo

Los activos no se limitan solamente a las reservas internacionales en el BCV, sino en otros activos que se registran en dólares y que pueden ser utilizados y aplicados para aumentar las disponibilidades en dólares, como para esterilizar y destruir base monetaria y liquidez en bolívares.

Otra objeción a la dolarización es que eliminaría la capacidad del BCV para actuar como prestamista de última instancia. Contrariamente a lo que piensa la mayoría de los individuos, no es deseable tener un banco central como prestamista de último recurso.

La evidencia tanto en Venezuela como en Argentina registra rescates costosos de los sistemas bancarios y que han ocurrido bajo la tutela de bancos centrales y, de hecho, tienen el récord de los rescates bancarios más caros en proporción al tamaño de su economía: la crisis bancaria de 1984 en Venezuela y 1980 en Argentina.

Afirman que la dolarización pone en riesgo la capacidad de crecimiento de la economía y de una pérdida de competitividad al no tener una propia moneda para ajustar y hacer competitivo el tipo de cambio para exportación. Esto no es del todo cierto. El tipo de cambio es solo un elemento, la variable fundamental no es el TC, sino la productividad. Si fuese así, Venezuela sería el país con mayores exportaciones de América. Al establecerse un esquema de dolarización el riesgo devaluación desaparece, lo que alentará la inversión extranjera y nacional de largo plazo por la estabilidad monetaria y baja inflación que se genera, y potenciará fuertemente la posibilidad de inversiones  petroleras, agroindustriales, agrícolas, turismo y de manufactura de los países del Mercosur, América Latina, Estados Unidos y Europa. A esto hay que añadir, la muy posible repatriación de capitales que de seguro vendrán al país con un esquema de dolarización plena. A la dolarización plena ($) le llegó su momento.

Corolario
Como aquí los precios ya han descontado la inflación, lo más probable es que con la dolarización el dólar today caiga a la mitad.

Por otra parte si va a haber inflación en los dos años siguientes, pero no una endemoniada como la actual, debido a la inflación represada de los últimos años y al reajuste gradual pero dinámico de salarios, sueldos, alquileres y servicios públicos.

Muy probablemente la comunidad financiera esté presta a renegociar y reestructurar la deuda externa, lo que aliviaría las finanzas públicas.

La industria petrolera nacional debe abrirse al capital internacional de una manera franca; pero hay que advertir que aumentar sólo un millón de barriles la producción, tomará por lo menos un lustro.

Venezuela debe recibir ayuda humanitaria en alimentos y medicinas durante un tiempo que será corto, pero también debe recibir fondos de créditos multilaterales (el mismo Dr. Hausmann ha hablado de US$ 60.000 MM). Además de que caído este régimen nefasto, muchos inversores nacionales se apresurarán a retornar sus capitales, al igual que lo harán los inversionistas internacionales.

Una cosa que será clave, pero muy factible, es que los proveedores internacionales de alimentos, materias primas, suministros y repuestos, nos reabran sus líneas de crédito.

Hay que privatizar una serie de empresas públicas y eliminar otras.

Hay que achicar el tamaño del Estado y reducir en forma progresiva, pero dinámica, la nómina pública. Esto se puede hacer transfiriendo a las alcaldías muchas funciones centralizadas.

Hay que acometer muchas obras públicas mediante APP.

Las grandes inversiones que se necesitan para levantar los servicios públicos requieren de alianzas con el capital privado, de conformación de APP y de la existencia de tarifas justas y razonables que hagan viable la prestación con calidad de los servicios.

Hay que implementar la Taquilla Única

El combate frontal contra la corrupción nos brindará ahorros que podemos aplicar en mejorar la calidad de vida de los más pobres.

Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 1 de abril de 2018

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