Laureano Pérez Izquierdo 02 de mayo de 2019
El plan original tuvo un cambio inesperado
que sorprendió a quienes participaron de su armado. El nombre en clave del
general chavista, un ¿traidor? y un misterioso vuelo a Punta Cana
Rusia
no solo le ordenó a Nicolás Maduro que no abordara avión alguno. También
sostuvo su dictadura. Lo hizo con la ayuda inestimable de la inteligencia
cubana, infiltrada en cada uno de los escalones de poder de Venezuela… ¿y con la
participación de un traidor? Quienes controlan el país obligaron al usurpador
de Miraflores a permanecer oculto todo ese día. Cumplió al conocer, además, la
supuesta amenaza: no habría refugio en Moscú.
Pero
el pacto que estaba precipitándose tenía otros protagonistas. Entre los que
formaron parte de la hoja de ruta para liberar el palacio de Gobierno estaba el
general Vladimir Padrino López, ministro del Poder Popular para la Defensa. El
militar había diseñado el plan junto con funcionarios del Consejo de Seguridad
de los Estados Unidos (NSC, por sus siglas en inglés) un órgano que depende
directamente de Donald Trump y que hoy conduce John Bolton.
El
presidente norteamericano estaba al tanto de todos los movimientos. Pero el
plan no salió como había sido diseñado. ¿Quién dio la directiva de adelantar
los hechos 24 horas? La idea era tomar la base aérea La Carlota en las primeras
luces del miércoles 1° de mayo. Sin embargo, en la madrugada del martes 30 de
abril alguien ordenó liberar a Leopoldo López. Esto generó desconcierto en sus
promotores, entre ellos Padrino López, a quien durante la conjura le asignaron
el nombre en clave Zamuro. Es como llaman a los buitres en Venezuela.
Fue
Bolton quien durante semanas trató de convencer públicamente a Padrino López
para que cambiara de bando y cumpliera sus promesas. El general –el hombre con
mayor ascendencia sobre los oficiales y suboficiales venezolanos– fue quien
diagramó –a la par de la Casa Blanca– las etapas por seguir para terminar con
Maduro. Pero cuando apresuraron la liberación de López, todo cambió.
Fue en
ese capítulo cuando la idea original se derrumbó. Los pasos de una primera
etapa se anticiparon: Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, consiguió
liberar a Leopoldo López de su confinamiento y anunció la lealtad de militares
y la inminente caída del régimen. "Todos dormían", confió a Infobae
un general venezolano que conocía en detalle lo que debía pasar. Su marcha
hacia Miraflores debía estar garantizada, algo que no sucedió.
Para
ello también era vital la participación en la trama del Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) que con una declaración inapelable empujaría al presidente a
dejar el país. Sin embargo, ni Padrino López licenció a sus generales, ni el
TSJ emitió orden alguna para sustituir al dictador. Maduro no abordó su avión.
Rusos
y cubanos confeccionan por estas horas listas para purificar lo más alto del
poder chavista. Son expertos en esa materia. El primero al que alcanzó la
expiación fue Manuel Ricardo Cristopher Figuera, director del todopoderoso
Servicio Bolivariano de Inteligencia, más conocido como Sebin. Fue uno de los
que estuvo implicado en el complot para deponer al dictador. Nada se sabe hasta
el momento de él, solo que estaría detenido. En una maniobra que sorprendió a
muchos, el usurpador de Miraflores nombró a un viejo conocido -sobre todo de
Diosdado Cabello– en su lugar: el general Gustavo González López, quien ya
había sido el patrón del temible organismo entre 2014 y 2018.
Este
militar hace 13 años que forma parte del núcleo duro del Gobierno. Había sido
desplazado en octubre pasado luego del presunto asesinato de un concejal
opositor –Fernando Albán– pero siempre se mantuvo en actividad y cerca de su
padrino. Fue entronizado por Hugo Chávez Comandante de la 5ta. División de
Infantería de la Selva, y en julio de 2011, pasó a conducir la Milicia
Bolivariana. Para el régimen -y sobre todo para los cubanos- es fundamental en
estos tiempos de turbulencia.
Su
designación redistribuye los poderes internos dentro de la cúpula venezolana. Cabello
parece salir fortalecido luego de los sucesos que marcaron la marcha -por ahora
inconclusa- de Guaidó sobre Caracas. Padrino López, de momento, se mantiene
pese a que formó parte de las negociaciones junto al presidente encargado y los
Estados Unidos. Maduro y su futuro son una incógnita.
De
sobrevivir el régimen, cuando la bruma de los gases se disipe, comenzarían las
purgas. El Ejército sufriría bajas sensibles, como también los servicios de
inteligencia y la Guardia Nacional. Incluso podría haber cambios en lo más alto
de la Justicia bolivariana. Maikel Moreno, el oscuro jurista que conduce el
Tribunal Supremo, podría ser uno de los apuntados. También el jefe de la
Dirección de Contrainteligencia, Iván Hernández Dala.
Mientras
tanto, otro misterio rodea las últimas 48 horas. ¿Quiénes abordaron el martes
por la noche en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía un moderno Bombardier
Global Express con matrícula TC-TSR que llegó de Moscú, arribó a Caracas y una
hora después despegó con destino a Punta Cana en la República Dominicana? Una
familia del poder se habría adelantado a los acontecimientos buscando refugio
en sus caribeñas playas.
Los
jerarcas que formaron parte del plan de extirpación de Maduro de Miraflores
llegaron a una encrucijada. Quedaron expuestos e intuyen que podrían ser
degradados de un momento a otro. De caer ahora, su futuro no será otro más que
la oscuridad de una celda. No pudieron o no supieron cambiar a tiempo. Quizás
lo lamenten toda su vida. Mientras tanto, intentarán descubrir quién ordenó
adelantar un plan que había sido repasado varias veces.
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