Luis Manuel Esculpi 21 de mayo de 2019
@lmesculpi
En
círculos cercanos a Miraflores y a la cúpula del PSUV, pareciera que cada vez
más crece la convicción de la incapacidad e imposibilidad de Maduro para
enfrentar la actual crisis. El querer aparentar fortaleza y tranquilidad en sus
apariciones públicas, no supone la existencia real de ese estado de ánimo y
menos aún le es trasmitido a su cada vez más reducidos fieles seguidores.
La crisis
es un importante protagonista de la coyuntura, junto a los actores políticos
principales y el importante rol que ha venido cumpliendo la comunidad
democrática internacional. La conjunción de estos y otros factores conforman un
complejo marco imprescindible de considerar cuando se analiza la situación
política actual.
El
estribillo “todas las opciones están sobre la mesa”, inicialmente difundido con
la intención de apuntar una “amenaza creíble”, en un sector extremo produjo una
lectura de opción exclusiva, por supuesto, la de su preferencia, tras ella
arrastró a gente que en medio de la comprensible desesperación, solo concibe
como opción la intervención militar foránea.
Con el
propósito de fundamentar tan insólita posición han pretendido apoyarse en el
texto constitucional, haciendo una particular interpretación del artículo 187
numeral 11 de la Carta Magna; uno de los mas difundidos recientemente. Me ha
correspondido polemizar con tan alegre visión en diferentes escenarios, en
asambleas y reuniones políticas entre otras zonas como El Valle, San Bernardino
y La Pastora. Ese texto ya estaba contemplado en la Constitución del año 61 por
la cual se rigió la República civil, así funcionó en nuestro país una misión
militar norteamericana, desde ese tiempo hasta principios de los años dos mil y
enviamos misiones a cumplir diversas tareas en otros países; sin ser invadidos
y sin nosotros protagonizar ocupaciones en esos lugares. Si la interpretación
que algunos hacen del referido artículo, fuera la pretendida seríamos un caso
único en el planeta, al contemplar en el texto constitucional, la indeseada
posibilidad de ser invadidos militarmente por una nación extranjera.
Si son
“todas las opciones”, son en verdad todas, y por supuesto no se puede excluir
la negociación, sobre todo cuando ella ha constituido en muchísimos casos una
herramienta para la resolución de conflictos semejantes e incluso de mayor
confrontación que el nuestro. Quienes a menudo citan a Mandela como ejemplo de
resistencia, parecieran olvidar su participación en el proceso que lo condujo a
la presidencia, igual sucede con quienes apelan al ejemplo chileno o español.
Además de tantos otros casos donde la transición de un régimen a otro fue en
buena medida negociada.
Se
argumenta, con razón, que al proponerse negociar se debe estar en las mejores
condiciones para poder salir fortalecido en sus eventuales resultados. Si se
observa la lucha social y política como un proceso continuo y no
episódicamente, con sus altos y bajos, sus aciertos, falencias y errores,
diversas variables incidirán en el momento de iniciar la exploración. Sin duda,
más allá de uno que otro capítulo. hoy la oposición está en mejores condiciones
que hace un año para abordar esa opción. El que algunos pensaran debía
iniciarse antes no niega el que se haga hoy, especialmente cuando las fuerzas
representadas en la Asamblea Nacional, siempre sostuvieron en su estrategia que
en última instancia esa sería la alternativa para resolver la crisis política.
El anclarse en el debate de la justeza o no de la conducta asumida en torno a
las elecciones de hace un año, en nuestra opinión, hoy por hoy carece de
sentido. El que en el discurso opositor el énfasis no estuviera colocado en ese
aspecto, más allá de algunos desacuerdos puntuales, siempre lo interpreté como
el empleo legítimo de una de las tantas formas de mantener la presión interna
al lado de la convocatoria a la sociedad a movilizarse.
El que
intentos de diálogo hayan fracasado anteriormente, no niega la conveniencia de
asistir a Noruega, después de haber participado, como es lógico, en reuniones
preliminares. En esta oportunidad, se cuenta con un amplio respaldo
internacional, con un liderazgo que une a fuerzas decisivas de la oposición, un
adversario debilitado y rodeado de presiones a su interior por sectores en
búsqueda de alternativas a la crisis. Entre otras muchas razones justifican
plenamente concurrir al encuentro en Oslo.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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