Gabriela Ponte 26 de mayo de 2019
Su
irreverencia se refleja en el mural pintado a la entrada al barrio. Un grafiti
de Jesucristo con una corona de espinas, empuñando un fusil y, a su lado, la
Virgen de Coromoto –patrona de Venezuela– con el niño Jesús
sosteniendo una escopeta intimida a los viandantes que se acercan al lugar. «La
Piedrita venceremos», se lee sobre las imágenes religiosas que dan la
bienvenida al barrio 23 de Enero, considerado uno de los sectores populares más
peligrosos de Caracas. Allí donde se encuentra el mausoleo con los
restos del fallecido expresidente Hugo Chávez comenzaron a
gestarse hace más de dos décadas varios movimientos sociales que se encargaban
de reclutar jóvenes para formar grupos de defensa y servir de guardianes del
barrio.
Con
los años esos grupos se fueron radicalizando y empoderando con la venia del
Gobierno. El intento de golpe de Estado contra Chávez en 2002 sirvió como
excusa perfecta para suministrarles armas para la protección del chavismo. Son
los «colectivos», los paramilitares que se cubren con capuchas, llevan
armas largas y disparan desde sus motos o sus escondites contra los
manifestantes que se protestan contra el regimen. La oposición venezolana los
considera como grupos paramilitares que «actúan al margen de la ley». En
definitiva, son el brazo armado del chavismo apoyado en su momento por Chávez
y, ahora, por Nicolás Maduro.
«Yo
entregaría con honor mi vida por defender el proyecto y legado de mi
presidente, el Comandante Hugo Chávez», asegura a ABC Valentín Santana,
jefe del colectivo La Piedrita, a quien no le tiembla el pulso para grabar sus
mensajes en las redes sociales a cara descubierta y fusil en mano. En 1989,
Santana fundó el colectivo tras los sucesos violentos del Caracazo, que
ocurrieron por el aumento del precio de la gasolina y degeneró en un paro del
sector de transporte y saqueos masivos en todo el país. Más tarde, en 1998
respaldó la campaña de Chávez a la presidencia. Es un auténtico líder popular,
tiene poder y es visible dentro de la zona, una llamada suya basta para sacar a
las calles a cientos de motociclistas, especialmente los días en que la
oposición venezolana protesta contra el Gobierno de Maduro. De hecho, los
medios de comunicación los han grabado reprimiendo a los manifestantes junto a
la Policía y a la Guardia Nacional.
En el
país sudamericano operan centenares de colectivos, entre los más activos se
encuentran La Piedrita, Tres Raíces, Alexis Vive, los Tupamaros y Carapaica.
Proliferaron por todo el territorio tomando como referencia las Brigadas de
Respuesta Rápida de Cuba. De dónde proceden sus es «una pregunta prohibida»,
según Valentín Santana, pero como ha podido saber ABC el Gobierno los financia
a través de los Claps, las bolsas de comida que se vende a la población que
simpatiza con el chavismo a un precio inferior al mercado.
Maduro
consiente que las ayudas sociales que ofrece a la población a través de los
Comités Locales de Abastecimiento y Producción, conocidas como las cajas de
comida Clap –proyecto que coordina Freddy Bernal– sirva para
financiar a estos grupos paramilitares. Este diario pudo saber que los
integrantes del colectivo Tres Raíces revenden estas cajas de comida con la
complicidad y apoyo de altos cargos del régimen. Lo hacen en la zona E del
barrio 23 de Enero, donde tienen varios galpones y casas en las que guardan
grandes lotes de alimentos importados desde México y Brasil. La zona es
custodiada por los colectivos y la Policía tiene prohibido acercarse al lugar.
El
precio oficial de la caja de alimentos a las familias es de 2.500 bolívares,
pero el colectivo las revende en 52.000 bolívares –un litro de leche cuesta
20.000 bolívares–. El pago se hace en efectivo y se aceptan bolívares, dólares
y euros.
La traición
¿Por
qué consiente Maduro que ocurran estos cambalaches? ABC pudo saber que los
principales colectivos se enteraron de que en las recientes «negociaciones»
de Oslo entre el Gobierno y la oposición , el representante del
presidente encargado, Juan Guaidó, exigió el desmantelamiento de
estos paramilitares. Fue una exigencia que el chavista aseguró que Maduro la
aceptaría. Desde entonces, la desconfianza y el malestar de los colectivos
hacia Maduro, que al fin y al cabo no es Chávez, va en aumento y así el
presidente intenta calmarlos.
«Allí
se maneja más dinero que en una agencia bancaria», explicó a ABCuna mujer que
vive en la zona E. «La reventa de los productos subsidiados es un secreto a
voces, todos lo saben, pero nadie dice nada», comentó. Se sabe que a través de
la venta de estos productos el colectivo Tres Raíces consigue los recursos para
financiar sus actividades, pagar el salario de sus integrantes e incluso para
comprar armas.
Orlando
Reyes es el nuevo líder del Colectivo Tres Raíces. Hay que
consultar con él cualquier cosa que se quiera hacer en el barrio. Después de
varias semanas de gestiones ABC consiguió hablar con él. Hace un año, el nombre
de este colectivo saltó a los medios de comunicación de medio mundo porque el
que era entonces su líder, Heiker Vásquez, participó en las
operaciones para capturar y matar a Óscar Pérez, un policía,
exmilitar y actor, acusado de terrorismo por parte del Gobierno, que robó un
helicóptero, sobrevoló Caracas y lanzó dos granadas que no llegaron a explotar
sobre instituciones públicas. Vásquez, además de jefe de Tres Raíces, vestía
uniforme de la Policía Nacional Bolivariana y junto con las Fuerzas de Acciones
Especiales, FAES, rodearon Pérez y sus seis acompañantes. En la refriega
Vásquez murió y al verse rodeado tras perder a sus compañeros Óscar Pérez se
rindió pero, a pesar de ello, fue asesinado a tiros y luego rematado, tal y
cómo confirma a ABC uno de los líderes de Tres Raíces.
La
muerte de Vásquez fue confirmada por Freddy Bernal, el coordinador de los Claps
y presunto jefe nacional de estos colectivos. La exfiscal general, Luisa
Ortega Díaz, ahora perseguida por el regimen y ahora exiliada, señaló que
sobre Vásquez pesaban cinco expedientes por diferentes delitos y que tenía una
orden de arresto que nunca llegó a ejecutarse.
Aliados y rivales
Entre
los colectivos existen rivalidades que muchas veces se saldan con
enfrentamientos armados y muertes. El barrio 23 de Enero tiene una superficie
de dos kilómetros cuadrados y acoge a casi 300.000 habitantes. El territorio
está dividido entre los colectivos que operan en el lugar. Tres Raíces tiene su
radio de acción en las zonas de El Observatorio y las zonas más cercanas al
palacio de Miraflores. Además, controlan varias infraestructuras como un
estadio, un centro de educación, dos ambulatorios y tienen sus oficinas en la
planta baja de dos edificios. «Estoy dispuesto a morir por defender la patria»,
se despide Reyes, líder de Tres Raíces.
Otro
de los colectivos formado bajo la tutela del gobierno venezolano es «Ana Karina
Rote», que domina la zona de Caricuao al oeste de Caracas, en donde se ha
instalado un campo de entrenamiento de personal civil para la defensa de la
patria en caso «de alguna invasión armada por parte de Estados Unidos», según
uno de sus miembros.
El
campo de entrenamiento se ubica en una zona de montaña, en un sector denominado
UD-5, en donde «reclutas» aprenden a formar y desfilar, leyes vigentes,
ejercicios militares y el uso de armas de guerra. Diosdado Cabello,
presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, mostró en su programa «Con El
Mazo Dando», esos entrenamientos con armas y el manejo de motos de altas
cilindradas. «Nosotros nos estamos preparando para defender la revolución en
cualquier terreno», señaló el número dos de Maduro.
Uno de
los líderes del colectivo Ana Karina Rote explica a ABC que, además de
Caricuao, están presentes en otros sectores de Caracas, en donde ofrecen
talleres de educación para el trabajo, enseñan la agricultura urbana y
promueven la convivencia. «Atendemos temas sociales de la población, pero
también somos un grupo armado que reconocemos a Nicolás Maduro como nuestro
único presidente y tenemos la misión de neutralizar, por cualquier medio, las
acciones de calle violentas que pretendan realizar los representantes de la
ultraderecha, que quieren fabricar las condiciones necesarias para que Estados
Unidos nos invada. Aquí hay un pueblo que se moviliza con las armas», aseguró.
Batallón de Vanguardia
Igual
que en el 23 de Enero, los integrantes del colectivo Ana Karina Rote están
armados, pero no dicen quien les provee las armas. De este colectivo ha surgido
un nuevo grupo denominado Batallón de Vanguardia, integrado por líderes
comunitarios, con el fin de diseñar nuevas políticas de acción ante la tensa
situación que atraviesa el país. «Estamos articulados con los demás colectivos
de Caracas y de todo el país; queremos la paz y la defenderemos a toda costa,
si es necesario con las armas», subraya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico