Lester Toledo 16 de mayo de 2019
@LesterToledo
Sin
respetar la inmunidad y con total impunidad, el régimen del usurpador Nicolás
Maduro ha atacado y amputado a la Asamblea Nacional venezolana, una instancia
que para sus ciudadanos y el mundo, representa el único poder legítimo en
Venezuela.
Este
parlamento lo elegimos el domingo 6 de diciembre de 2015, en el último proceso
comicial considerado legítimo en el país y en el que participaron 14.385.349 de
electores.
De
esta histórica participación, ocho millones de venezolanos reclamaron el
cambio, le gritaron al régimen con sus votos la necesidad imperativa de cambiar
el rumbo pero lamentablemente, a este reclamo de hace ya cuatro años, Nicolás
Maduro hizo oídos sordos.
Aquel
día el régimen sufrió una herida mortal, de 167 curules, 112 escaños quedaron
representados por la Unidad mientras que el oficialismo, alcanzó apenas 55. A
partir de ese hito, el régimen juró vengarse y hoy estamos viviendo las
consecuencias.
Elecciones
fraudulentas, la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente irrita,
decisiones de un Tribunal Supremo de Justicia complaciente del régimen, asedio,
ataques violentos, asesinatos, persecución y prisión para los diputados, son
solo algunas de las acciones emprendidas por el régimen para llevar a cabo su
venganza.
Al día
de hoy más de 30 diputados han sido sometidos a la violencia institucional del
régimen, a 8 de ellos le han allanado la inmunidad, 3 han sido destituidos por
el ilegítimo TSJ, 13 han tenido que asumir el exilio, 5 se encuentran en
embajadas o residencias diplomáticas de otros países en Venezuela y 3 de ellos
hoy están injustamente encarcelados. Los más recientes casos de detención y
secuestro demuestran al mundo, el carácter criminal de la dictadura de Nicolás
Maduro.
Ponemos
el énfasis en tres de tantos casos, todos graves, hablamos de los diputados
Juan Requesens, Gilber Caro y Edgar Zambrano, detenidos sin orden alguna y a la
fuerza, a quienes se les violó flagrantemente su inmunidad parlamentaria,
quienes hoy se encuentran tras las rejas del SEBIN, como el diputado Requesens
o, se mantienen desaparecidos, tal como es el caso de Caro y Zambrano, de
quienes sus familiares y abogados no saben nada luego de sus arbitrarias
detenciones y por los que hoy se exige una fe de vida.
El
parlamento es en esencia la casa del pueblo, allí cada región está representada
en sus diputados. Hoy el régimen del usurpador Nicolás Maduro, en su afán de
mantener el poder a toda costa, insiste secuestrar el Palacio Federal
Legislativo y el edificio administrativo de la Asamblea Nacional, produciendo
escenarios que le permitan justificar la militarización por los cuatro costados
y prohibir el acceso de nuestros diputados y de los medios de comunicación.
Por la
vía de la fuerza han pretendido impedir que nuestros diputados ejerzan el
mandato que les ha dado el pueblo venezolano, irrespetando todas y cada una de
las prerrogativas del Poder Legislativo, tales como la inviolabilidad, la
inmunidad y la autonomía reglamentaria.
Lo que
Maduro pasa por alto, en su empeño por defenestrar al único poder reconocido
por más de 54 naciones e instituciones del mundo, es que el Parlamento no es
una sala de sesiones o un edificio, el parlamento está representado en cada
diputado electo aquel 6 de diciembre de 2015. Cada diputado preso, exiliado,
asilado o desde la clandestinidad cumplirá el rol y la misión que asumió luego
de su juramento aquel 5 de enero de 2016.
El
cambio en Venezuela inició y sin retorno, el cese definitivo de la usurpación
está cerca y ni el propio Nicolás Maduro ni sus cómplices lo van a poder
detener.
Hoy
nuestro país nos exige mantenernos más unidos que nunca, como una sola fuerza
esperanzada y dando apoyo y protegiendo a la Asamblea Nacional y a nuestro
Presidente (E) Juan Guaidó.
No
perdamos la fe.
Lester
Toledo
@LesterToledo
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