Por Ramón Guillermo Aveledo
Activismo organizado,
parlamentarismo, voto, opinión pública, acción internacional, diálogo y
negociación son medios lícitos de lucha política. La estrategia inteligente los
combina con éxito.
Insisto en ello, como
también en repetir y repetirme, como aprendí con Barbeito que la política no es
el arte de lo posible, sino el arte de hacer posible aquello que es necesario.
Factibilidad y oportunidad son los factores que el político ha de saber detectar
y aprovechar para avanzar en sus fines. Pero la buena política es mucho más que
un juego de apuestas. Eso la convertiría en un casino. Su guía es el servicio
al bien común, que es su finalidad.
El obvio interés de la
comunidad internacional en la gravísima crisis venezolana y su repercusión en
la región, ofrece a los demócratas y a la mayoría que quiere cambio desafíos y
oportunidades en dos de esas líneas de acción: la exterior y la del intercambio
con el adversario. Ofrecer salidas prontas y lo menos traumáticas al pueblo
venezolano exige que se haga lo que haga falta y se haga bien. Aprendiendo de
la experiencia, ese patrimonio que tan frecuentemente los venezolanos tendemos
a subestimar.
El presente es insostenible.
De Venezuela hablaron el Secretario de Estado Pompeo y el canciller ruso
Lavrov. Venezuela es tema en la Unión Europea, que además de sus categóricos
pronunciamientos y las sanciones ha designado a un Grupo de Contacto que se
mueve y conversa con el Ejecutivo y la Asamblea, acompañado por actores
latinoamericanos como Ecuador, Costa Rica y Uruguay. Una delegación de
vicecancilleres vendrá en los próximos días. El Grupo de Lima, valiosísimo
aliado de nuestra lucha, no ha cejado en su búsqueda de alternativas,
demostrando apertura política. El portavoz de la cancillería china se ha
manifestado a favor de un diálogo político inclusivo y consultas bajo la
Constitución, aproximación sutil pero cualitativamente distinta a sus
expresiones de enero y febrero.
La palabra de Beijing
importa. Conocidos sus intereses en nuestro país, también es útil considerar
que puede considerársele el socio comercial, financiero e inversor más dinámico
de América Latina y el Caribe. Sólo Estados Unidos le aventaja como exportador
a la región, donde se ha hecho más fuerte que Japón y la UE y es el tercer
comprador a nuestra región, principalmente (73%) de productos primarios. Así
que su interés abarca todo nuestro vecindario, incluidos países del Grupo de
Lima. Nada por aquí puede ser indiferente a sus sagaces y pragmáticos
decisores.
En ese contexto trasciende
la iniciativa noruega, cuya diplomacia es serísima y experimentada. Ojalá no
haya sido prematuro su conocimiento público, porque podría debilitar su
potencial. Como corresponde a acciones de ese tipo, y en Oslo lo saben muy
bien, la discreción es básica.
La Asamblea Nacional, Guaidó
como su presidente y los partidos que los apoyan, tienen cartas que jugar y
deben hacerlo con tino. Con ellos nuestra solidaridad y nuestra esperanza.
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