ALONSO MOLEIRO 11 de febrero de 2020
@amoleiro
Las
tensiones entre Maduro y el líder opositor se agudizan después de que ambos
bandos reforzaran sus alianzas internacionales en las últimas semanas
Juan
Guaidó, líder de la oposición y reconocido como presidente interino de
Venezuela por más de medio centenar de países, ha aterrizado este martes en
Caracas a las cinco de la tarde, hora local (diez de la noche en la España
peninsular), en medio de golpes, empujones e insultos entre sus seguidores y
partidarios del líder chavista, Nicolás Maduro, que no tuvieron mayores
consecuencias.
Guaidó
hizo un llamamiento a reactivar las protestas contra el régimen de Maduro tras
una gira por Europa, Canadá y Estados Unidos que culminó con un espaldarazo de
la Casa Blanca. “Venezuela: ya estamos en Caracas. Traigo el compromiso del
mundo libre, dispuesto a ayudarnos a recuperar la democracia y la libertad”,
tuiteó a su llegada.
Maduro,
quien se reunió recientemente con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, pasó a la
ofensiva con un operativo policial en los alrededores del aeropuerto
internacional de Maiquetía, sometido a las sanciones económicas de Washington
contra la aerolínea estatal Conviasa. Algunos trabajadores de esta compañía
recibieron a Guaidó con gritos de “fascista” o “asesino” en el área donde
legisladores y diplomáticos lo esperaban.
La
gira se ha interpretado como una inyección de credibilidad para el proyecto de
Guaidó tras recibir apoyos de sus aliados en el extranjero, tras el fracaso de
su intento de sacar del poder a Maduro. La oposición espera que ese respaldo se
refleje ahora en Venezuela y que se retome el ritmo de las protestas contra el
régimen bolivariano.
Guaidó,
quien viajó a Caracas en un avión de la aerolínea portuguesa TAP, volvió a
desafiar a Maduro después de haber hecho caso omiso a las restricciones que le
impedían salir del país en enero. Una delegación de diputados opositores
anunció que suspendería la sesión de la Asamblea Nacional para trasladarse a
Maiquetía, a 40 minutos del centro de Caracas y su equipo de prensa avisó de su
llegada.
La
anticipación con que se hizo el anuncio del regreso funcionó como un arma de
doble filo. El régimen chavista respondió con la toma del aeropuerto y el
despliegue de policías y agentes de la Guardia Nacional Bolivariana desde la
una de la tarde. También hubo gestos simbólicos, como la instalación por los
responsables del aeródromo de telas tricolores y banderas venezolanas para
apoyar a Maduro.
El
operativo policial generó tensión y desórdenes. En medio de los
enfrentamientos, la diputada opositora Deyalitza Aray fue detenida. Varios
periodistas también fueron acosados y agredidos, y se restringió el acceso de
informadores a las inmediaciones de la terminal.
La
escalada de tensiones ha estado marcada también por un trasfondo de mensajes y
simbolismos bélicos. Desde hace un par de días, el régimen de Maduro ha
ordenado el traslado a Caracas de material militar de alto calibre desde varias
zonas del interior del país. Entre el arsenal se encuentra una serie de misiles
tierra-aire, que fueron vistos en las autopistas que rodean a la capital y que
finalmente fueron exhibidos en la base militar de La Carlota, contigua a la
Comandancia General de Aviación. Esta maniobra se concretó después de que
Maduro ordenara a las Fuerzas Armadas que realizara ejercicios militares en
varias regiones del país.
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