Alejandro Cuevas Vidal 08 de junio de 2020
El petróleo y gas de Venezuela cruza sus fronteras de
la mano de Repsol bajo el arco de sanciones de Estados Unidos. El cobro de la
deuda que contrajo la petrolera estatal con la multinacional española es el
salvoconducto que utiliza para evitar las consecuencias de comerciar con el
Estado latinoamericano.
Repsol llegó en 1993 a Venezuela. Desde entonces, la
empresa española ha gestionado varios activos de crudo y gas tanto en fase de
producción como de desarrollo en el país latinoamericano. La presencia de la
compañía fue creciendo a orillas del mar Caribe y sus bienes llegaron a
estar valorados en 2.273 millones de euros en 2016, pico de la empresa
en Venezuela. "Los activos de la compañía en el país caribeño se
incrementaron con los años gracias a la compra a lo largo de esa década de
diferentes participaciones en empresas estatales mixtas, así como otras
integradas por compañías tanto nacionales como internacionales en el ámbito de
la exploración y explotación de petróleo y gas natural", explica a Sputnik
Mundo Adolfo Núñez, ingeniero y profesor de la Universidad a Distancia de
Madrid (UDIMA).
"Repsol lleva 20 años
en Venezuela y espero que al menos cumpla 20 años más", aseguró
en febrero de este año el presidente del grupo, Antonio Brufau. Sin
embargo, en los último lustro, la empresa ha ido reduciendo poco a poco
su exposición en el país. Actualmente cuenta, según lo expuesto en su
página web, con el 50% del Proyecto Perla en Cardón IV, uno de sus mayores
descubrimientos en explotación de gas; el 60% de Quiriquire Gas en el estado de
Monagas; el 40% de Petroquiriquire; el 11% en acciones del consorcio de
Petrocarabobo y un 15% para la producción de gas natural junto a otras empresas
y el desarrollo de los bloques Yucal Placer Norte y Sur en el estado Guárico.
En total, a cierre de 2019, el valor patrimonial de Repsol en el país
era de 239 millones de euros, una cifra 10 veces más pequeña que la de 2016
y una mínima cantidad si se compara con los 49.000 millones de euros en ventas
mundiales del pasado año.
El decrecimiento de su presencia viene producido por
la inestabilidad existente en Venezuela y las sanciones impuestas por
Estados Unidos. Multas que afectan a las empresas extranjeras con negocios
en el país y con las que quieren cortar cualquier fuente de ingresos al
gobierno de Nicolás Maduro. Días atrás, en declaraciones al canal de
televisión NTN24, el director para las Américas del Consejo de
Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mauricio Claver-Carona, aseveraba que
cualquier corporación que operara en el país latinoamericano se enfrentaría a
estas.
"Les prometemos que nadie tiene excepciones
para las sanciones que podamos imponer debido al transporte y los negocios
con el régimen de Nicolás Maduro. Lo tenemos muy claro".
Claver-Carono añadía que "las sanciones para esas
tres compañías serían devastadoras, y eso no es lo que nos gustaría que
sucediera". Se refería a la india Reliance, a la italiana ENI y a
Repsol. También a la estadounidense Chevron, a la que la Casa Blanca
prohibió perforar o transportar petróleo venezolano.
Por su parte, la petrolera rusa Rosneft Trading fue
sancionada en febrero por la administración estadounidense. El 15 de mayo
optaba por cesar sus operaciones en Venezuela.
"Si Repsol continua con el levantamiento del
petróleo venezolano podría ser suspendida y en consecuencia no podría usar el
sistema del dólar para hacer sus transacciones comerciales. Eso fue lo que le
ocurrió a Rosneft con sus empresas comerciales", comenta Antonio de la
Cruz, director ejecutivo del 'think tank' Inter American Trends, a Sputnik
Mundo.
Pago de deudas
No obstante, la compañía española no tiene previsto
abandonar, por el momento, Venezuela. Repsol responde que "cumple en su
totalidad con el régimen de sanciones impuesto por la Administración
estadounidense", algo que "siempre ha sido así y que seguirá
haciendo".
De momento, la multinacional sigue exportando
hidrocarburos del país caribeño gracias a una excepción en el sistema
de sanciones establecido por Estados Unidos. Se trata del pago
de deuda por petróleo. "Repsol comunica al Departamento de Estado
de los Estados Unidos a través de la embajada de España en Washington que el
crudo que se lleva de Venezuela es la forma de pago de una deuda que tiene
Petróleos de Venezuela con la petrolera española", afirma De la Cruz.
Y es que, en 2016, la corporación emitió un
préstamo por más de 1.000 millones de euros a la empresa estatal
Petróleos de Venezuela (PDVSA), como socio suyo en una compañía participada por
ambas. "Dicho préstamo lo ha ido recuperando, recibiendo crudo venezolano
como pago de estas deudas acumuladas por PDVSA. En la actualidad esta
deuda se ha reducido a algo más de 340 millones a fines del 2019. Evidentemente
Repsol pretende seguir operando en Venezuela para reducir aún más esta
deuda", indica Núñez.
Motivo por el que la multinacional energética sigue
trabajando en territorio venezolano a la vez que esquiva las amenazas del país
norteamericano. Aunque, también respalda su posición la permanencia
activa de Chevron en Venezuela. La compañía californiana acumula
autorizaciones temporales emitidas por Estados Unidos, a pesar de las
prohibiciones, para ir cesando de forma gradual su actividad hasta el 1 de
diciembre de 2020, momento a partir del cual su actividad se limitará a
trabajos de mantenimiento de activos e instalaciones. Para el profesor de la
UDIMA es "un hecho importante que avala la decisión de Repsol de seguir
operando y que resta fuerza a las presiones del gobierno estadounidense".
A pesar de todo, Repsol tiene que hacer un seguimiento
constante de la evolución del régimen de sanciones y de los procedimientos
aplicados a la hora de trabajar en la modalidad de pago por crudo, para que no
se superen los límites establecidos.
¿Futuro en Venezuela?
En enero de 2019, Repsol exportó una media de 76.413
barriles de petróleo diarios según datos de TankerTrackers.com. Un año después,
descendía a los 32.624 por día. En abril de 2020, la cifra superaría los
50.000. Una producción que no se comercializa al 100%. Y es que una
parte del contenido de estos barriles regresa a Venezuela, convertido en
combustible. Dentro de la modalidad operativa de la petrolera en el país, es
posible que un porcentaje pueda ser devuelto y refinado. Eso sí, como gasoil.
"El motivo de suministrar gasoil y no gasolina, es que en
Venezuela esta última se utiliza principalmente para la automoción, mientras
que el gasoil se utiliza como combustible para la generación de electricidad.
El que se dé vía libre a la importación de este combustible por parte de
Venezuela responde a la necesidad de no dejar a la población sin suministro
eléctrico alguno".
“Estas circunstancias, hacen que el suministro de
combustible procesado por parte de Repsol sea muy específico y limitado,
debiendo buscar el gobierno venezolano el suministro de combustible,
principalmente gasolina, por parte de otros países que estén dispuestos a
arriesgarse a posibles sanciones por no respetar el actual embargo”, responde
Núñez.
Una forma de operar que el ingeniero ve complicado que
se mantenga en el futuro, una vez la deuda con PDVSA quede saldada. "En
principio y tanto en cuanto se mantengan las situaciones actuales en lo que al
embargo se refiere, así como la casi nula capacidad de la administración
venezolana de hacer frente a pagos de cualquier tipo, no parece lógico
que Repsol siga con la actual operativa, una vez saldada la deuda que tiene
pendiente PDVSA con la compañía española. Sobre todo, teniendo en cuenta que
una modalidad de trabajo de suministro de crudo a cambio de producto procesado
es una operativa puntual y no la que debe regir las leyes de mercado entre
empresas".
Tampoco ve factible que intervenga en las refinerías
del país caribeño. Principalmente, por la alta capacidad de refino de sus
propias instalaciones en España y de otro centro en Perú, en el que es el
máximo accionista. Pero, también, por la falta de inversión en las
plantas del país durante los últimos años, a raíz de la falta de
recursos del gobierno venezolano por el bloqueo comercial. Casi toda la
infraestructura de refinación está cerrada y sería necesario realizar grandes
inversiones, lo cual no entra a priori en los planes de Repsol.
Sin embargo, tampoco se plantea la salida del país.
Más allá del petróleo, el 65% de la producción de hidrocarburos de la empresa y
el 75% de sus reservas son de gas natural. Actualmente, el 27% de los
yacimientos de gas natural de Repsol se encuentran en Venezuela, expone el
profesor de la UDINA, lo que le convierte en la mayor fuente de este
hidrocarburo para la compañía. Esto genera una situación de gran dependencia
del mercado venezolano para el suministro de gas, que puede traerle problemas
si las sanciones se prolongan en el tiempo. El gigante energético busca nuevos
proveedores como Indonesia o el propio Estados Unidos, pero sin romper la
conexión con Venezuela.
"Independientemente de que un mayor rigor en la
aplicación de las sanciones pueda dejar sin efecto la actual modalidad de
operación entre Venezuela y Repsol, esta última seguirá vinculada al país. Esto
podría realizarse de forma reducida, al igual que en su momento realizará
Chevron, dado que no resulta razonable abandonar totalmente un país de tal
importancia petrolera y gasística. Sobre todo, cuando esto supondría dejar todo
el mercado en manos de otras compañías una vez que se levanten las sanciones
sobre el país", sentencia Núñez.
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